Otras miradas

Igualdad: ¿por qué Podemos?

María Pazos Morán

@MariaPazosMoran Investigadora del Instituto de Estudios Fiscales y activista de la PPIINA (Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción).Autora del libro Desiguales Por Ley

María Pazos Morán
@MariaPazosMoran Investigadora del Instituto de Estudios Fiscales y activista de la PPIINA (Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción).
Autora del libro Desiguales Por Ley

Por fin hemos llegado a una campaña electoral donde los programas están en primer plano. Y dentro de los programas, la desigualdad social incluyendo la de género. En esta campaña, por primera vez, se habla profusamente de violencia de género, del déficit de representación política femenina, de la desigualdad salarial y de la falta de corresponsabilidad en los cuidados.

Tenemos mucho que agradecer al movimiento feminista, y dentro de él a las líderes y teóricas que han sabido plasmar las reivindicaciones, organizar las movilizaciones adecuadas en el momento adecuado, establecer alianzas y hacer la pedagogía necesaria, tanto dentro como fuera de los partidos, sindicatos y movimientos sociales.

Cómo no, tenemos mucho que agradecer al PSOE, y en particular al Presidente Zapatero, que se declaró feminista y  configuró el primer gobierno paritario. Gestos como empezar la legislatura de 2004 con la aprobación de la Ley de Violencia de Género, o reformas como la de la Ley Electoral para establecer la representación equilibrada en las listas electorales, visibilizaron la desigualdad de género como nunca hasta entonces.

Pero el PSOE se negó a cruzar el umbral de las reformas económicas necesarias para profundizar nuestro estado de bienestar y para derribar los obstáculos con los que se encuentran las mujeres cada día; y aún hoy sigue sin cruzarlo a pesar de las apariencias. Por ejemplo, en su programa propone una ley de igualdad salarial con medidas tan sonoras como cuotas de mujeres en los consejos de administración de empresas públicas o la obligatoriedad de publicar los salarios de trabajadores y trabajadoras. Pero, suponiendo que realmente se forzaran estas medidas, y no como las simples recomendaciones de la Ley de Igualdad, ¿cuál sería su efecto real sobre los salarios?

La cuota obligatoria de un 40% de mujeres en los consejos de administración de las empresas públicas fue adoptada en Noruega para estar implantada en 2008. Y, en efecto, se implantó, pero ¿con qué resultados? Las poco más de 200 empresas públicas noruegas "sientan" (por utilizar la jerga empresarial) a un 40% de mujeres en sus consejos, pero las 250.000 empresas privadas no han experimentado ningún cambio significativo en su composición. La norma ha producido efectos curiosos como el de las llamadas "faldas doradas" (mujeres que se sientan hasta en 10 consejos de administración cada una), pero no se ha observado ningún cambio significativo en la brecha salarial de género. No es sorprendente, pues los consejos de administración no tratan generalmente de las contrataciones, salarios y promociones, que se dejan a decisión del equipo directivo.

La publicación de los salarios por sexo también se ha experimentado, y también sin resultados significativos. Y es que el factor más determinante de las diferencias salariales no es la discriminación directa sino el hecho de que mujeres y hombres tienen distintos empleos y muy distintas responsabilidades familiares. ¿Cómo es que el PSOE sigue sin abordar medidas que sí tienen relación directa con los salarios y las pensiones? Por ejemplo, el permiso de paternidad sigue estancado en los 13 días, a pesar de que todos los partidos han reconocido la necesidad de equipararlo al de maternidad como condición sine-qua-non para que hombres y mujeres puedan trabajar y cuidar en igualdad.

El PSOE y el PP siguen en la vía de ofrecer a las mujeres cada vez más facilidades para que abandonen sus empleos (total o parcialmente) cuando hay alguien a quien cuidar en la familia. Coinciden también en ofrecer supuestas compensaciones como los dos años de bonos de cotización por hijo/a que ahora ofrece el PSOE, que no solo no compensan sino que se convierten en incentivos para caer en la trampa de la dependencia económica.

Evidentemente, que PSOE y PP mantengan esencialmente la misma orientación en cuanto a políticas de conciliación no hace a los dos partidos comparables. Al contrario, el PP y Ciudadanos son una grave amenaza contra los pocos avances realizados, como el derecho al aborto, las medidas contra la violencia machista y el resto de avances sociales. El PP y Ciudadanos apuestan sin fisuras por una sociedad privatizada en la que las mujeres cuiden en casa. El PSOE, en cambio, muestra una clara sensibilidad hacia las desigualdades. El problema es que, desgraciadamente, sus políticas no se corresponden con los objetivos declarados.

Por ejemplo, es cierto que el PSOE prometió universalizar la educación de cero a tres años, pero no lo cumplió a pesar de estar gobernando en una larga época de superávit presupuestario. Es verdad que impulsó una Ley de Dependencia que apuesta por los servicios públicos, pero lo que aplicó masivamente fue la paguita para cuidadoras que había incluido "en previsión de casos excepcionales".  Y así sucesivamente. Es innegable que el PSOE tiene líderes (mujeres y también hombres) con gran sensibilidad, pero a la hora de la verdad se queda en el umbral del cambio que necesitamos urgentemente.

Afortunadamente no tenemos que elegir entre quedarnos como estamos o ir a peor. Por primera vez tenemos un partido que no se parapeta tras los discursos teóricamente igualitarios, que llama a las cosas por su nombre y que nos promete cambios cruciales. Los/las líderes de Podemos nos hablan de la necesidad de que todas las mujeres seamos independientes económicamente durante toda nuestra vida, así como de la necesidad de que los hombres se impliquen en los cuidados al mismo nivel que las mujeres.

Podemos no promete cuotas en los consejos de administración ni leyes especiales contra la discriminación salarial, pero nos ofrece en primer plano medidas que sí se han demostrado efectivas y por las que ningún partido había apostado antes. Así, vemos por primera vez a máximos líderes de un partido explicando por qué los permisos de maternidad y paternidad deben ser iguales e intransferibles, y por supuesto pagados al 100%; por qué hay que reducir las jornadas máximas a tiempo completo a 35 horas semanales a la vez que se eliminan los incentivos al tiempo parcial; por qué hay que universalizar el acceso a los servicios públicos de cuidado de tal forma que ninguna persona se quede sin ingresos; por qué, además de aplicar mejor la actual ley de violencia de género, hay que proporcionar urgentemente alternativa habitacional a todas las mujeres que quieran huir de la violencia sin necesidad de denuncia previa.

Ningún partido está libre de cometer errores, y menos uno que se ha formado en tan poco tiempo. Pero no solamente se trata de aprender a hacer declaraciones correctas  sino de cambiar la sociedad. Y aquí tenemos una gran oportunidad. Un partido que no ofrece a las mujeres compensaciones por la desigualdad sino medidas para conseguir la igualdad. Un partido que no le debe nada a los bancos y que no es esclavo de viejas orientaciones. Un partido que nos propone medidas para rescatar y mejorar nuestro estado de bienestar con una orientación igualitaria. Podemos, sí, Podemos.

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