Otras miradas

Sobre los mantras post-electorales: la división de la izquierda pasa factura

José Luis Cazador

Periodista y experto en Comunicación Política y Redes Sociales

José Luis Cazador
Periodista y experto en Comunicación Política y Redes Sociales

"No es mal resultado. El partido tiene dos años de vida. No es mal resultado. Las encuestas vaticinaban números mucho peores. No es mal resultado. El bipartidismo se tambalea. No es mal resultado. Hay 69 diputados del cambio". El mantra resuena en la cabeza de más de un votante de Podemos. Y sin embargo... es imposible quitarse la sensación agridulce del cuerpo.

Izquierda Unida directamente no tiene ningún mantra al que aferrarse. Su batacazo ha sido terrible, con la pérdida de nueve escaños y sin la posibilidad de formar grupo parlamentario propio. Aunque bueno, pensándolo mejor, Alberto Garzón sí tiene su propio mantra: "el voto útil y el sistema electoral han dinamitado las opciones de Unidad Popular".

¿Quién es el culpable de que el bipartidismo siga en pie? A juzgar por una gran cantidad de artículos y reflexiones post-electorales como la de Garzón, la respuesta es sencilla: la Ley d’Hondt y las circunscripciones provinciales. ¿Cómo es posible que a IU le salga ocho veces más caro sacar un diputado que al PP? ¿O que el PSOE supere a Podemos en sólo 2% pero en 21 diputados? ¿Por qué Coalición Canaria tiene un escaño y el PACMA con el triple de votos no? ¿Qué hace que un diputado necesite 170.000 votos en Madrid pero solo 47.000 en Soria?

Teniendo en cuenta estas cuestiones podría decirse que el sistema atenta contra uno de los principios democráticos esenciales: la igualdad de voto. "La Ley Electoral ha sido diseñada a medida del bipartidismo, y sirve para esquivar la verdadera voluntad popular expresada en las urnas", se dice muy a menudo. Puede darse la paradoja de que un partido pierda las elecciones en número de votos pero la gane en número de escaños. Esto es, a todas luces, injusto –por no decir antidemocrático-.

Lo ideal parece aquello de "una persona un voto", nadie puede rebatirlo. ¿Pero qué pasaría con las provincias pequeñas como Soria? ¿No perderían su representación en favor de las grandes urbes? ¿Se sentirían todas las diversas sensibilidades de la nación representadas? ¿O por el contrario perdería fuerza la voz nacionalista en el Congreso? Alguno puede pensar en optar por lo más sencillo, ampliar el Congreso. ¿Pero son más políticos lo que necesitamos en estos momentos? Yo creo que no.

Aunque no sean escenarios comparables, merece la pena recordar que el PP acaba de arrasar en el Senado con un sistema proporcional puro, o que las alcaldías del cambio llegaron a las instituciones con la denostada Ley d’Hondt. No cabe duda de que el problema de la Ley Electoral debería ser abordado en los próximos tiempos. Pero no sin una ciudadanía informada y teniendo en cuenta que ningún otro sistema será perfecto.

Ha de ponerse en relieve una obviedad que, a tenor de lo leído y escuchado últimamente, parece no serlo tanto: si Podemos (o IU) hubieran sacado los mismos votos que el PP en los mismos lugares habrían conseguido el mismo número de escaños. Que a unos partidos les "cueste" más que a otros es una falacia. El problema, a mi modo de ver, está en no haber sabido jugar con la Ley d’Hondt: Podemos e IU deberían haber acudido juntos a las urnas.

¿Cómo es el Congreso actualmente? PP (122), PSOE (91), C’s (40), Podemos (69) e IU (2) ¿Cómo sería el Congreso con circunscripción única? PP (104), PSOE (79), C’s (50), Podemos (73) e IU (13). ¿Cómo sería el Congreso si Podemos, IU y las confluencias hubieran acudido juntos a los comicios? PP (113), PSOE (89), C’s (36) y confluencia (85). El resultado, en los dos últimos casos, es casi idéntico para la izquierda.

Izquierda Unida ha pasado de 11 escaños a 2. Podemos no ha asaltado los cielos. Ninguna de las dos fuerzas ha logrado sus objetivos electorales. En cambio, las comunidades en las que se han presentado bajo un mismo paraguas junto con otras formaciones han mostrado las bondades de la unión. En Comú Podem fue la lista más votada en Cataluña y En Marea la segunda en Galicia. En Euskadi se han obtenido unos resultados espectaculares con miembros de Equo en los primeros puestos de las listas (28% en Araba con Juantxo López de Uralde de cabeza).

La división, por el contrario, pasa factura. Si ambos hubieran sumado fuerzas, con estos mismos votos habrían logrado 14 diputados más de los que han obtenido por separado. A esto habría que sumar toda la gente, proveniente del 15M, que se quedó en casa por no haber una confluencia de izquierdas. Muchas más personas se habrían animado a votar por el llamado efecto bandwagon. Los 900.000 votos de Garzón y el efecto multiplicante de la confluencia habrían logrado superar al PSOE en votos, y el panorama sería radicalmente distinto ahora mismo.

Da igual de quién sea la culpa, si de la vieja guardia de IU o de la cúpula de Podemos. Lo cierto es que Ahora en Común era un proyecto ilusionante, construido por la ciudadanía, y se vino abajo por falta de altura de miras. Es el momento de acabar con los mantras post-electorales y empezar a trabajar para las siguientes elecciones. Ha de reiniciarse ya el proceso de confluencia. Si no ha podido ser a la primera, será a la segunda. Repetir las elecciones no sería un mal escenario si se acudiese con cabeza. El 20D no se acabó el mundo; empezó otro en el que estaremos –por fin- dentro de las instituciones. Y a partir de ahí, la calle debe hablar y los partidos políticos escuchar.

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