Otras miradas

¿Por qué temen a Pablo Iglesias? La Restauración y su “gran centro”

Luis Juberías

y Pedro Antonio Honrubia HurtadoAsesores de Podemos

Luis Juberías y Pedro Antonio Honrubia Hurtado
Asesores de Podemos

Una semana más y el debate sobre la investidura de un nuevo gobierno sigue copando la actualidad política del estado español. De momento la posibilidad de unas nuevas elecciones sigue intacta y solo alguna de las posibles fórmulas de gran coalición existentes parece capaz de evitarlas. El PSOE se ha echado definitivamente en brazos de Cs y con ello ha cerrado la puerta a cualquier posibilidad de un gobierno junto a PODEMOS y otras fuerzas populares del cambio. Albert Rivera dejaba clara esta semana la intención de ese acuerdo: "hemos logrado frenar el asalto de PODEMOS al gobierno, ahora toca que el PP recapacite". Las cosas claras.

Y es que si la gran coalición todavía no tiene forma concreta y definida, lo que sí existe ya de facto es una "gran coalición en negativo": la de todos aquellos que tienen como prioridad que PODEMOS no llegue al gobierno del estado de ninguna forma posible. Si en algo parecen coincidir PP, PSOE y Cs ahora mismo, además del IBEX35, la gran patronal y otros actores políticos y económicos similares, es en eso: en su oposición a que PODEMOS "toque gobierno". El "todos contra PODEMOS" se ha visto esta semana elevado a grado de política de estado.

Por un lado, Cs y PSOE han llevado a cabo un matrimonio civil que cierra las puertas a PODEMOS, un matrimonio que, aunque todavía no se atrevan a decirlo abiertamente –por aquello del qué dirán- el PP bendice a lo lejos a la espera de tener su oportunidad para sumarse, principalmente en su mensaje principal: el enemigo común es PODEMOS. O mejor dicho, es Pablo Iglesias, el irreverente y plebeyo líder de PODEMOS que se atreve a hablar de tú a tú al PSOE y tiene entre ceja y ceja ganarle las elecciones, y el gobierno, al régimen neoliberal. Por otro, los medios del régimen han puesto toda la carne en el asador contra el incómodo dirigente principal de PODEMOS, especialmente desde el grupo PRISA.

PRISA y el PSOE contra Pablo Iglesias: palabra de régimen

Los que ya tenemos una edad y nos iniciamos en esto de la afición por la política en aquellos años de los 90 no podemos dejar de ver ciertas similitudes en la actual campaña contra Pablo Iglesias con aquella otra que los medios cercanos al PSOE, los intelectuales orgánicos del régimen por excelencia, montaron contra la IU de Anguita cuando aquel osado dirigente cordobés se atrevió a hacer algo similar a lo que ahora se ha atrevido a hacer Iglesias: hablar de tú a tú al PSOE y equiparar en un mismo espacio ideológico a PP y al citado partido. Se trata de una operación en tres fases que tiene como objetivo reestablecer la "normalidad" en el escenario político español, sin que haya nada que pueda escapar al control del régimen: criminalizar y ofender al partido primero, atacar a su líder y restarle influencia, externa e interna, después, para finalmente provocar la división del partido y tumbar así su crecimiento y aspiraciones de cambio real en la batalla por el estado y su institucionalidad.

Máxime teniendo en cuenta la capacidad que ha tenido PODEMOS para superar las limitaciones propias de aquella vieja izquierda incapaz de comprender que la transversalidad popular, la alianza entre clases medias empobrecidas y las clases trabajadoras tradicionales, como clave de un proyecto de construcción popular capaz de disputar la hegemonía no solo a la izquierda, sino el mismo concepto de "pueblo" y hasta de "patria" a la derecha. Si Anguita era para ellos una amenaza, principalmente por su capacidad para romper con la sumisión de aquella izquierda a la "casa común" del PSOE, PODEMOS lo es mucho más, porque no disputa la batalla de la izquierda ni de la identidad ideológica, sino la batalla por el gobierno, la hegemonía popular y la capacidad de construir nuevos significados para explicar de manera diferente la realidad política: el poder no teme a la izquierda, sino a la gente. PODEMOS pateó el tablero aquel del viejo esquema izquierda-derecha en el que el bipartidismo se movía como pez en el agua y eso es lo que ahora pretenden a toda costa recuperar tratando de volver a presentar a PODEMOS, y en concreto a Pablo Iglesias, como un radical de izquierdas.

La famosa estrategia de las "dos almas" que entonces presentaba a Anguita como el Quijote loco, extremista, radical y malencarado, frente a Almeida y otros que representaban una cara más amable e institucional, sensata y con la que era posible entenderse y llegar a acuerdos, se intenta ahora repetir con Iglesias. Pero ya no vivimos en los 90 y además en PODEMOS no existe ninguna Cristina Almeida dispuesta a acabar su vida política en el PSOE. Tampoco el PSOE de hoy tiene la credibilidad y el respeto que seguía teniendo el PSOE de entonces. Y, lo que es más importante, Pablo Iglesias es el primero en ser consciente de que las estrategias tradicionales de la vieja izquierda son estrategias perdedoras. Somos gente, somos pueblo, y no necesitamos apelar a ninguna identidad de la vieja política para ser partido.

Además, por más que los medios, y en especial PRISA, se hayan puesto en modo "retro", es tal el desgate de los actores tradicionales de la política española, incluyendo a los propios medios, que a medio plazo tales ataques solo pueden acabar reforzando la imagen de Iglesias, que acabará apareciendo como el líder coherente y con principios que no traiciona a su gente ni se vende por un plato de lentejas ante los cantos de sirena del "establishment", y no como el loco radical y sectario que ahora intentan vender desde esos espacios del inmovilismo del régimen.

Claves de una estrategia para la restauración orgánica del inmovilismo

No obstante, debemos reconocer que la estrategia política que se mueve detrás de estos ataques está bien pensada y sabe jugar bien con los tiempos políticos del momento. El hastío de la sociedad española con la sobrepolitización de la vida cotidiana en la que vivimos insertos actualmente en una realidad que cualquiera puede percibir en las calles, los bares y los tajos, y eso, en el corto plazo, juega a favor de los intereses de quienes pretenden hacer que PODEMOS se arrodille ante las exigencias de pacto de gobernabilidad (que no de gobierno) con el PSOE, incluso teniendo con ello que renunciar a ser lo que es PODEMOS: la alternativa a un régimen moribundo que no termina de morir pero que lleva años cavando su propia tumba, que no puede más que aspirar a renovarse en apariencia para que nada cambie en esencia.

En este contexto la figura de un Pablo Iglesias que se niega a renunciar a su programa, alzando la voz con dureza contra la vieja política y no claudicando ante la presión impuesta, puede fácilmente reconvertirse por la maquinaria mediática del régimen, y el propio discurso del PSOE, en una figura que está dificultando la gobernabilidad, contribuyendo a la inestabilidad. Basta con desgastar aquellos aspectos que de positivos hay en él, tal y como hasta ahora ha sido percibido por la propia sociedad (y en especial sus propios votantes), para avanzar en el desgaste de su figura y azuzar así las contradicciones en el interior del propio partido.

Iglesias basa su imagen pública, ganada a pulso ya desde que era un simple tertuliano que aparecía en algunos programas del entretenimiento político que tanto abundan en este estado en estos tiempos, en tres fundamentos positivos que construyen su "figura":  a) Imprevisibilidad-espontaneidad, b) Capacidad de liderazgo c) Coherencia y principios. Con la campaña contra su persona lanzada esta semana buscan, de facto, erosionar todos estos aspectos mediante: 1 Filtración de informes de asesoramiento de imagen, para desgastar su imagen de espontaneidad; 2 Exaltación de supuestas "disputas internas", para desgastar su imagen de liderazgo interno; 3 Manejo de la teoría de las "dos almas", para convertir la "coherencia" ideológica en "sectarismo" radical que dificulta la gobernabilidad y fomenta la inestabilidad. Es un ataque directo contra Iglesias para avanzar en el desgaste de su figura y poder con ello también, de paso, avanzar en la división interna del partido. "La Cizaña" es un comic de Asterix y Obelix que es un auténtico curso de política que vendría perfecto al caso.

En este comic de recomendaba lectura para cualquier asesor político de nuestros días, algunos de los ayudantes de César proponen, sabiendo la unión que hay entre los habitantes del reducto galo, que alguien siembre la cizaña entre ellos para que, de esa forma, la fuerza que les hace el estar juntos (mayor incluso que la de la poción) quede olvidada y así puedan conquistar el territorio. Este "cultivador" de cizaña, prisionero romano al que prometen la libertad si consigue la desintegración del pueblo, se llama Detritus e intentará, con toda su malicia, conseguir que se rompan las amistades y la paz galas. Una vez llega al poblado, regala a Astérix una cerámica de importante valor para Caius Aerobus, el jefe del campamento romano de Aquarium, considerando al héroe galo como el principal hombre de la aldea, ofendiendo a Abraracúrcix y, sobre todo, a su esposa Karabella. A partir de ahí, el ambiente se enrarecerá hasta el punto en que Astérix y Obélix estén a punto de romper su enorme amistad. ¿Nos va sonando la idea, verdad? No es mala, no. Suerte que la conocemos.

La batalla por la centralidad del tablero: "Pueblo/régimen" vs "centro/extremos"

Se busca además con ello que en/desde PODEMOS se hable de las cuestiones internas de PODEMOS, en lugar de hablar de las cuestiones externas (pactos, negociación, Gobierno, etc.). Con ello, la iniciativa en el debate político pasa completamente a manos de los otros actores del momento, y en especial de ese "Gran Centro", tal y como ha sido definido por el periodista Enric Juliana y que ahora dizque que conforman PSOE y Cs. La famosa centralidad del tablero se desplaza desde la dicotomía "pueblo vs régimen" que es clave en la estrategia política de PODEMOS, a una mucho más del gusto del "establishment": "centro vs extremos", donde PSOE y Cs ocuparían el centro y PODEMOS y PP, haciendo pinza en negativo, los extremos. Sacamos de la ecuación política el conflicto de intereses entre la oligarquía y el pueblo y lo llevamos al conflicto entre aquellos que son capaces de ceder en pos del consenso y la gobernabilidad y aquellos que no; que solo piensan en sus intereses partidistas y que no atienden al llamado de la calle para que haya entendimiento. Si además logras que figuras vinculadas a PODEMOS como Carmena o Villarejo muevan ese ruido, perfecto. Ya tienes el escenario ideal para que la presión sobre Pablo Iglesias sea total, y, lo que es más importante: das pleno sentido al matrimonio PSOE-Cs, matizando y resignificando el porqué de su "mestizaje ideológico", que lejos de ser algo "anormal" pasa  a ser algo que tiene unas connotaciones profundamente positivas para el momento político en cuestión.

Fomentando la idea de la "división" en PODEMOS, pues, en realidad, buscan devolver al debate al viejo esquema "izquierda-derecha" que PODEMOS supo superar con éxito, pero ahora expresado en la dualidad "centro-extremos". Situar a PODEMOS en el extremo izquierdo del tablero frente a un "gran centro" capaz de aglutinar lo que de bueno sigue habiendo en el espacio tradicional de la "izquierda-derecha" y colocándose al mismo nivel ideológico de un PP que ha decidido voluntariamente dejar el espacio de la "nueva derecha moderna" a Cs. Si logran que dentro de PODEMOS ese marco tenga calado, estarán ganando.  Si logran que desde el propio interior de PODEMOS la división "centro-extremos" tenga un reflejo, habrán devuelto el marco y la centralidad del tablero justo a donde lo habíamos sacado ya. No podemos en ningún caso comprar los marcos del adversario, debemos seguir imponiendo, creyendo y moviendo nuestra acción política en base a nuestros propios marcos. En el citado comic Astérix, Obélix y Panorámix idean un plan para que los propios romanos acaben volviendo a encarcelar a Detritus y las cosas sigan su curso con los galos ejerciendo su resistencia triunfadora y los romanos perdiendo los nervios ante su propia incapacidad.

La estrategia, por lo demás, no tiene nada de improvisada y no nos debemos extrañar que tenga el sello de marca de la factoría PRISA, auténtico maestro en estrategias de régimen desde hace más de tres décadas. Y es que debemos ser conscientes de que la erosión de la clase media  que vivimos durante los primeros años de la crisis, y que produjo un fuerte descrédito y crisis del régimen y, con ello, la posibilidad real de que las posiciones del cambio y ruptura avanzaran de la mano de las clases medias empobrecidas y desengañadas y del resto de sectores populares, se frenó hacia final de 2013 y en especial en el 2014. Ya no estamos en el mismo periodo que hizo posible el 15-M, aunque sigamos viviendo sus efectos políticos en la actualidad. Eso vino acompañado del agotamiento del ciclo de movilización y también de la apertura del ciclo político-electoral, con sus límites evidentes. Cs representa una operación inteligente para apelar a esa "clase media" que ha resistido a la crisis, que ya no está en modo pánico y  otra vez orgullosa de serlo. El PSOE siempre ha sentido como propio el espíritu de ese orgullo y su ideología se basa en ello: el poder y la gobernabilidad por encima de cualquier aventura de cambio que pueda alterar el status quo. Ese es el verdadero nexo de unión entre PSOE y Cs y esa es la senda por la que PRISA los ha puesto a caminar juntos para enfrentarse al enemigo común: PODEMOS. Precisamente porque PODEMOS apela a una transversalidad que supera esos esquemas viejos y los resignifica dentro de la disyuntiva: "oligarquía vs pueblo", "democracia vs régimen", "gente vs casta", etc.

El PSOE como pilar del régimen refuerza y confirma la continuidad del estado basado en la lógica del "pacto del 135", es decir, en la racionalidad neoliberal de estado, que él mismo ayudó a construir primero junto al PP y ahora, llegado el momento, en alianza regeneradora junto a Cs. Es un partido que apela a la clase media "bienpensante" y la crea en buena medida, con la expansión del estado y toda la economía ligada al sector público durante los 80. La imagen de la nueva clase media de Cs es la de jóvenes profesionales vinculados a la nueva economía de privatización y externalización de servicios públicos, así como al sector financiero, los supervivientes la crisis de la turboeconomía que ven en el derribo de los restos del estado del bienestar el espacio a colonizar y dinamizar económicamente. Son un tándem hecho a medida. Su amor es real y no es solo un matrimonio de conveniencia.

Es lógico que ante la crisis del régimen, manifiestada en el ascenso de fuerzas de cambio progresistas y transversales como PODEMOS, en la descomposición y fragmentación de la élite dominante en varios bandos de poder, en la economía especulativa colapsada, que electoralmente ha afectado con especial intensidad en el hundimiento del espacio tradicional del PSOE, se busque reconstruir un espacio de clases medias que dé apoyo y cohesión al régimen. La clase media no es una noción sociológica, sino política e ideológica, caracterizada por la adhesión e inclusión en el estado de cosas existente: ese espacio es el que pretende reconstruir el proyecto de Gran Centro "PSOE-Cs" y que tiene un antecedente en el proyecto encabezado por Renzi en Italia. Para que ello sea posible, claro, sobra el elemento discordante: PODEMOS. Y en ello están, en eliminarlo o, como mínimo, en contenerlo.

Una operación brillante pero de cuestionable efectividad

Es una operación brillante en su planteamiento sociológico e ideológico "tradicional", debemos reconocerlo. No obstante, tiene un fallo que la hace casi imposible de llevar a la práctica: es una operación basada en una realidad de "vieja política" que saltó por los aires con los resultados del pasado 20D, entre otras muchas cosas. Una operación que puede tener un cierto recorrido en lo inmediato mientras el debate sobre la investidura siga siendo el agente central de la actualidad política española y el "gran centro" mantenga cierta iniciativa y cierta centralidad en los tiempos y el discurso impuesto desde los medios, pero que a medio plazo caerá por su propio peso y por su propia falta de adaptación a la realidad actual.

Las heridas del sistema construido por las élites son demasiado profundas y todavía sangran. Es difícil fabricar una cohesión en torno a un animal herido de muerte. Puede funcionar como espejismo, pero las condiciones de vida de la mayoría de la población y las expectativas de los jóvenes no han mejorado. Si no se hacen los cambios necesarios y contundentes en política económica que la Comisión Europea se niega a admitir, se vislumbra una nueva crisis, una crisis quizás no tan espectacular y vertiginosa como la de 2008, pero que nos hundirá en un estancamiento persistente y un futuro sin esperanza. En eso nada habrá cambiado desde 2011. En el estado español las crisis económicas y políticas en la estela de las tendencias internacionales llegan tarde y duran mucho. Y desde luego, esta crisis de régimen no se va a cerrar con cuatro cambios cosméticos. Nuestra gente y nuestros pueblos quieren un cambio real que garantice una vida más digna en una sociedad más democrática y con más derechos. El "Gran centro" solo puede aspirar a ocupar el espacio en disputa por las fuerzas de la gran coalición, nunca el espacio de PODEMOS y mucho menos el espacio del "descontento social".

El primer mensaje claro en este sentido, para más inri, le llega al PSOE, y a PRISA, desde donde menos se lo podían esperar: el Congreso de UGT. Méndez se fue dando una auténtica lección de nacional-sindicalismo de nuevo cuño y apelando al "diálogo" y bendiciendo la unión PSOE-Cs así como atacando al enemigo común: PODEMOS. A su puesto aspiraban dos candidatos. Uno que hizo suyo el discurso catalanofóbico y "centrista" de Méndez y un líder sindical, nacido en Asturies pero con varias décadas viviendo en Catalunya y ejerciendo allí su labor de dirigente sindical, que defendía el derecho a decidir y la apuesta clara y decidida por un gobierno de izquierdas. Ha ganado el segundo.  El mensaje de fondo es interesante: el discurso catalanofóbico y de apelación constante a las bajas pasiones españolistas cada vez vende menos. Igual el PSOE reflexiona sobre ello, no vaya a ser que pensando en las mismas claves acabe obteniendo el mismo resultado. Y otra señal, la más importante en realidad: han ganado los mismos militantes de UGT que abuchearon a Sánchez a su llegada al recinto donde se estaba realizando el congreso. Ese viaje junto a Cs igual le acaba saliendo caro.

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