Otras miradas

Dilemas estratégicos

Josep Vendrell

Josep Vendrell

Diputado de En Comú Podem

El 26J parecía que era posible sumar una mayoría de gobierno progresista y situar Unidos Podemos, En Comú Podem, La Valenciana y En Marea como primeras fuerzas de la izquierda. Los resultados lo han desmentido y se abre un tiempo para la reflexión sobre cómo administrar un valioso capital político de más de cinco millones de votos y 71 escaños, con el objetivo de continuar siendo el motor de un proceso de cambio.

Hay dos cuestiones estratégicas para afrontar y una premisa. Las dos cuestiones son: la construcción de un espacio político que sea alternativa de gobierno y la relación con el PSOE. La premisa es que el debate tiene que realizarse de forma constructiva, se tiene que abrir y cerrar en un tiempo determinado para no bloquear la iniciativa política y tiene que garantizar la cohesión de un espacio de una enorme pluralidad.

El viaje hecho por las izquierdas emergentes es espectacular: irrupción de Podemos a las europeas de 2014, éxito de las confluencias en las municipales en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, A Corunya o Cádiz y porcentajes superiores al 20% en las elecciones generales. Y todo esto en dos años, con continuadas contiendas electorales y con procesos de construcción de espacios políticos que suman formaciones nuevas, otras que ya estaban y grupos y personas provenientes de movimientos sociales.

Devenir alternativa de Gobierno es un paso necesario cuando el objetivo es impulsar transformaciones reales y no sólo representar a las instituciones un espacio ideológico muy definido o un voto de protesta. Pero es difícil y requiere tiempo, no se hace en una legislatura de cuatro meses ni en quince días de campaña, es una carrera de fondo, no un sprint.

Las causas de la pérdida de voto de las confluencias en el Estado (Cataluña es un caso que exigiría más matizaciones) pueden ser muy diversas, una hipótesis es que parte de este electorado, popular y menos politizado, indignado por la gestión de la crisis y la corrupción ya ejerció el voto el 20D para castigar el sistema y, sólo seis meses después, no se ha sentido interpelado por una nueva campaña en la cual han tenido más protagonismo argumentos más tradicionalmente políticos, como las alianzas para formar gobierno. Rajoy ha conseguido uno de sus objetivos de campaña, con la colaboración de casi todo el mundo, que el debate se centrara más en el que ha pasado en estos cuatro meses de legislatura que en los cuatro años anteriores, diluyendo las responsabilidades de los desastrosos años de gobierno del PP y la realidad de las condiciones de vida de mucha gente.

Posiblemente otra parte del electorado no se ha creído que Unidos Podemos y las confluencias estuviéramos en condiciones de gobernar. Es difícil que con la campaña del miedo ante una posible victoria de Unidos Podemos y las confluencias, que las encuestas hacían verosímil, y en el corto plazo de un mes, haga agujero un relato en positivo sobre el proyecto de país que conecte con una mayoría social.

El debate entre priorizar la unidad de la izquierda o la transversalidad -planteado como opciones contradictorias y alternativas- no tiene sentido, porque para ser una fuerza ganadora, en un contexto en que los grandes partidos tradicionales están en crisis pero que no en quiebra, tan necesaria es la unidad de las izquierdas alternativas, evitando la competencia electoral en espacios que están superpuestos, como construir un proyecto político atractivo para un voto popular que no se identifica con las etiquetas clásicas o que en otros momentos se ha abstenido o ha votado otras formaciones políticas.

El dilema no es ir más hacia la izquierda o más hacia el centro en el sentido tradicional. Los conceptos clave son coherencia y credibilidad. Coherencia con la propia trayectoria como fuerza motriz del cambio de un régimen político agotado y de un modelo económico que deja atrás parte de la población; coherencia, evitando los repentinos golpes de timón, con una propuesta que continúe conectando con la gente que no se ha sentido representada por el viejo sistema bipartidista. Y credibilidad como fuerza que puede gobernar y hacerlo diferente; ganar en solvencia y al mismo tiempo desarrollar una radicalidad democrática moderna: social, ecológica y plurinacional; garantizar la conexión con los sectores populares más alejados de la política institucional y, a la vegada, crecer entre las clases medianas más politizadas. Todo tan difícil y complejo de hacer como necesario.

El segundo dilema es la relación con el PSOE. El rechazo de Pedro Sánchez, durante la legislatura y la campaña, en un gobierno progresista con Unidos Podemos y las confluencias ha hecho que no fuera creíble un futuro gobierno de izquierdas, arreciando el mensaje del PP que pretendía desmovilizar el voto progresista: el PSOE no tendrá más opción que la gran coalición. La confrontación entre el PSOE y Unidos Podemos y las confluencias ha acabado perjudicando toda la izquierda, también al PSOE.

El Partido Socialista tiene que entender que los tiempos de su hegemonía sobre la izquierda han pasado, tiene que normalizar que hay otras izquierdas que tienen una fuerza muy similar y que no son ni subalternas ni complementarias, sino fuerzas iguales. Los resultados también demuestran que el PSOE tiene una base electoral sólida con un fuerte sentimiento identitario y que continuará siendo una fuerza fundamental para conformar mayorías de gobierno.

Tenemos que trabajar para crear un escenario más cooperativo que competitivo entre las izquierdas, que haga verosímil un gobierno progresista y plural. Las experiencias positivas de referencia son las del gobierno valenciano y las del Ayuntamiento de Barcelona. Un primer paso es no dar por hecho un gobierno del PP e impulsar el diálogo para explorar la investidura de un Gobierno claramente progresista.

En Comú Podem, a partir de su experiencia, puede contribuir positivamente, de forma constructiva y serena, a encarar estos dilemas estratégicos para continuar impulsando un proceso de cambio que es fundamental para mejorar la vida de la gente y ganar una democracia de verdad.

 

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