Otras miradas

La Constitución y el bocadillo solidario

Emilio Silva

Asociación para la Recuperación de la Memoria Históricawww.memoriahistorica.org

Emilio Silva
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica
www.memoriahistorica.org

En las cafeterías de algunos institutos públicos, los camareros tienen una lista que se gestiona discretamente. En ella están los nombres de los estudiantes que recogen un bocadillo a la hora del recreo y que no tienen que pagarlo. El bocadillo se financia con aportaciones de profesores en huchas solidarias, venta de papeletas, petición de algunas ayudas a proyectos sociales de diversa índole y tiene una gran importancia porque es la comida segura que esos adolescentes van a tener cada día, de lunes a viernes, siempre que no haya puentes o festivos.

En los despachos de orientación de algunos institutos públicos se derrumban padres al confesar su pobreza, su impotencia para darles a sus hijos aquello que necesitan; se derrumban adolescentes que no pueden ducharse y son marginados por sus compañeros por falta de higiene, estudiantes que llevan una mochila más grande que la de sus compañeros para poder aprovechar las clases de educación física y ducharse dos veces por semana en el instituto, porque en casa no pueden hacerlo.

En los despachos de los grandes medios de comunicación se decide todos los días esconder la pobreza, no ponerle nombre y apellidos, no llevar a las portadas la desesperación de tanta gente que no puede salir de la espiral de la carencia. Se ocupan y preocupan de que quienes no viven rodeados de los pobres oigan relatos que no parecen reales. Lo hacen por un terrible objetivo, para que sus dueños, para que sus accionistas, para que los compañeros de SICAV de sus dueños y sus accionistas sigan viviendo en este país que es un paraíso fiscal para los ricos y un infierno de desprotección social para los pobres.

Repugna que quienes hoy celebran altisonantemente la Constitución de 1978, que quienes ensalzan su maravillosa gestión del poder en estos años, no se hayan atrevido a establecer un sistema de recaudación fiscal que proteja, que redistribuya, que acabe con los bocadillos solidarios, con las duchas de las que no sale agua, con la situación de todas las personas que viven al límite de su salud emocional, en una sociedad sobrada de recursos.

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