Otras miradas

¿Por qué no me solidarizo con Mariló Montero?

Marta Nebot

Periodista

Marta Nebot
Periodista

Público me propone empezar a escribir sobre las mujeres en los medios, particularmente en la televisión, que es dónde más me muevo.

La idea me entusiasma y luego me asusta así que empiezo a entrar a diario en Google a ver qué me estoy perdiendo y, día tras día, lo que más veo son mujeres heridas, atacadas y/o  asesinadas con todo tipo de armamento y noticias más o menos confusas en las que lo único que queda claro es la foto de una chica que lleva poca ropa y que está como un queso.

También descubro que ha tenido bastante difusión en España la reaparición en la pantalla, como invitada de El Hormiguero, de la presentadora Mariló Montero, tras su despedida hace unos meses de TVE. Lo más titulado de su visita fue su contrataque a Pablo Iglesias, que escribió sobre ella, hace tres años, en una red social privada, donde comentaban en tono jocoso los ataques de Mariló a su persona: "la azotaría hasta que sangrase". Ella ya le denunció por ello ante el Instituto de la Mujer en julio del año pasado, cinco días después de que se filtrara la conversación, pidiéndole también que dimitiera como diputado porque no creía que, después de lo dicho, pudiera representar a nadie. Como el tema, según Pablo Motos, daba más de sí, no desaprovechó la oportunidad de volver a sacarlo, y ella no defraudó y le dedicó esta declaración a Iglesias: "Chico, métete en páginas de sexo y utiliza ese lenguaje". Y, además, añadió: "Dijo unas palabras que son denunciables y vivimos en un país en el que este año ya han muerto 15 mujeres por violencia de género. Empezamos por el maltrato verbal, así que vamos a utilizar bien las palabras. Mucho cuidado con cómo se trata a las mujeres."

Desde que vi su declaración soy un manojo de sentimientos encontrados que se resumen en esta pregunta: ¿Por qué no me acabo de solidarizar con Mariló Montero, aunque esté de acuerdo en parte con lo que dice? Además, no debo ser la única: ella dijo también que, en su momento, se había sentido muy sola. ¿Será porque esa conversación se sacó de un móvil robado vete tú a saber por quién y se publicó en Okdiario? Seguro que eso me influye. No será porque la frase de Iglesias no sea tremenda y no quepa la duda de si es o no machista, porque lo es y está claro. ¿Será cuestión de bandos? No me considero tan sectaria, pero es verdad que una espera más esas frases en bocas de derechas que en bocas de izquierdas y que es probable que cada bando las disculpe mejor en boca propia que en boca ajena. Estoy de acuerdo con ella en que las palabras son importantes y que el maltrato verbal es maltrato y, a veces, la antesala del otro todavía más violento. Pero, después de muchas vueltas, he llegado a la conclusión de que no estoy con ella porque con esto de la violencia de género cada vez creo más que cogérsela con papel de fumar es oportunista, grotesco e insultante para las auténticas víctimas.

¿Por qué no denunció al medio que publicó una conversación privada que la puso en el imaginario colectivo tumbada en las rodillas de Iglesias recibiendo azotes? ¿Por qué prefirió ir de mujer víctima de Iglesias y sigue en el papel? A Teresa Rodríguez la atacaron físicamente; a Mariló Montero, no. Por favor, seamos serias.

Y también seámoslo en nuestros apoyos. La solidaridad de género es un error. Hay mujeres tan machistas como los hombres (o más). No es buena idea confundir las ganas de tener una pandilla de chicas con invitar a nuestra fiesta a mujeres que nunca serán de las nuestras porque creen en cosas muy distintas. El corporativismo de género es tan basura como todos los demás: el profesional, el político, el patriotero; son sólo fantasías animadas que alimentan lo más gregario que hay en nosotros y nos alejan de ese espíritu crítico que, puesto en valor, nos ayuda a mejorar el sistema.

Dicho esto, ojalá las mujeres que tienen foco lo utilicen para contarnos que podemos ser muchas más cosas que víctimas.

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