Otras miradas

Sanidad pública: un buen nido para la trama

Ana Castaño

y Javier PadillaCoordinadora y miembro del Área Estatal Salud-Sanidad de Podemos

Ana Castaño y Javier Padilla
Coordinadora y miembro del Área Estatal Salud-Sanidad de Podemos

El día 7 de Abril son las Jornadas Europeas en contra de la mercantilización de la salud y en defensa de la Sanidad pública, porque es el lugar garante para un acceso universal, igualitario y equitativo. Lo que siempre había sido una celebración del Día Mundial de la Salud se compatibiliza ahora con una denuncia de una sanidad convertida en mercado. ¿Qué nos ha llevado a esto? ¿por qué motivo la sanidad se ha convertido en un campo de batalla y no solo en una herramienta para mejorar la salud de la población?

En la historia de nuestro sistema sanitario pueden señalarse muchos hitos: la aprobación de la Ley General de Sanidad en 1986, la conversión en un Sistema Nacional de Salud en la Ley de Presupuestos de 1999, el Real Decreto 16/2012... pero uno sobresale con fuerza al hablar de la historia legislativa de la privatización de los servicios de salud: la Ley 15/97 sobre nuevas formas de gestión en el Sistema Nacional de Salud.

Desde la aprobación de dicha ley (que en su momento sólo contó con la oposición de IU y BNG), son muchos los experimentos de gestión privada de la sanidad pública que hemos ido presenciando en nuestro país. El caso modélico ha sido el denominado "Modelo Alzira", que hubo de ser rescatado y se concedió su contrato a la misma empresa que lo había llevado a la bancarrota, estando ahora cercano a su inclusión nuevamente en la sanidad de gestión pública en la Comunitat Valenciana.

La sanidad privada en nuestro país fundamenta su sistema de negocio en la parasitación de la sanidad pública; lo explicaba recientemente el Consejero delegado de Fresenius (empresa que ha adquirido recientemente a la empresa de sanidad privada Quirón Salud): "Probablemente les sorprenda, pero los ingresos del lado público son más rentables que los del lado privado". El problema es que no nos sorprende. Desde hace un tiempo, se vienen destapando por los medios de comunicación diferentes casos de despilfarro, beneficio a las empresas concesionarias de contratos para prestar servicios sanitarios públicos o directamente de corrupción. No son prácticas aisladas, sino la repetición constante y en diferentes ámbitos de actuación de ciertos nombres que sin tener relación con la sanidad están también recibiendo fondos públicos destinados a ésta: OHL, ACS, Sacyr, Grupo Cantoblanco (Arturo), FCC, ... No hay duda de que si no hay un bloque instituido a diferentes niveles, la trama no se instaura.

Estas situaciones de parasitación de lo público se pueden observar también en el funcionamiento de las listas de espera. Los déficits de funcionamiento de la sanidad pública son aprovechados por la sanidad privada como nicho de negocio, en un círculo vicioso en el que los gestores de la sanidad pública no adecúan infraestructura y el funcionamiento a las necesidades y la sanidad privada se muestra siempre solícita para ocupar esos fallos de funcionamiento, ya sea por contratación directa por parte de la sanidad pública o porque la población es "invitada" a contratar los servicios de la sanidad privada.

La burbuja inmobiliaria tenía un problema, y es que los intentos de forzar un incremento de demanda podían tener un tope. Sin embargo, la sanidad se plantea como un negocio perfecto:

  • Las necesidades en salud siempre van a tender a colocarse en la primera plana de los aspectos a los que los gobiernos tienen que dar respuesta para contentar a su electorado. Además, las constantes innovaciones en este ámbito y la complejidad de las relaciones entre los actores (con la asimetría de información entre los proveedores de servicios y sus receptores) hace que sea un ámbito en el que el gasto siempre tiende a expandirse.
  • Esto es un gran atractivo para empresas con ingresos muy estacionales o cíclicos (como las del sector de la construcción) porque ayuda a estabilizar sus ingresos, desestacionalizando sus negocios.
  • Las instituciones públicas venden la privatización de inversiones en salud como una transferencia del riesgo financiero y de gestión a las empresas privadas.

Lo que ocurre al final es que la sanidad es un ejemplo de algo "too big to fall" (demasiado grande para dejarlo caer), y cuando a la empresa privada le van mal las cosas siempre aparecen las instituciones públicas para salvar los beneficios privados.

Los datos que están apareciendo en los últimos 4 años en la Comunidad de Madrid sobre los contratos con las empresas privadas para la gestión de lo público son claros: pagamos con dinero público cantidades astronómicas durante largos periodos de tiempo para transferir dinero a entidades privadas, que no cuidan mejor de nuestra salud, que no lo hacen de forma más eficiente y que, además, hemos de rescatar cuando naufragan.

Como decía Julian Tudor Hart en su libro Economía política de la sanidad: "El capital social que hizo al NHS -el sistema sanitario británico- posible fue un entendimiento popular compartido de la palabra ‘solidaridad’. Si ésta se sustituye por la ‘orientación hacia el consumidor’ los fundamentos de nuestro sistema sanitario habrán desaparecido".

Mantener la salud y la sanidad como territorios libres de la centralidad del mercado es fundamental, a nivel estatal y autonómico luchando contra la privatización de la gestión en una u otra forma; a nivel europeo oponiéndonos a tratados como el CETA o el TTIP que encuadran la salud y la sanidad dentro de discursos centrados en la libertad de mercado; a nivel global defendiendo que la salud es un derecho fundamental y que no puede ser limitado por las ansias, sin escrúpulos, de beneficios económicos de las élites. Esta es la Política Sanitaria que queremos defender y que revindicamos en este día,  junto al resto de la ciudadanía europea, que apuesta por la justicia social.

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