Otras miradas

Obrint podem

Héctor Illueca

Pilar LimaSenadora de Unidos PodemosDoctor en Derecho y Profesor de la Universidad de Valencia

Pilar Lima
Senadora de Unidos Podemos
Héctor Illueca
Doctor en Derecho y Profesor de la Universidad de Valencia

Vistalegre II ha culminado el proceso de recomposición del movimiento popular que se inició el 15 de mayo de 2011 en las principales plazas del país. Un proceso largo y complejo en el que, tras no pocas controversias, se han definido los términos del conflicto político fundamental: a un lado, lo que el Plan 2020 denomina "el bloque de la restauración", una trama de intereses económicos, políticos y mediáticos nucleada alrededor del PP, liderada por Rajoy y auxiliada, en una posición cada día más subordinada, por el PSOE y C's; al otro, un campo heterogéneo y plural en el que Podemos juega un papel central, pero no exclusivo, en la construcción de una nueva mayoría social capaz de enfrentarse al neoliberalismo y propiciar un reequilibrio de la economía a favor de los sectores populares. Por primera vez en mucho tiempo, las alianzas son estables y las principales claves del conflicto están determinadas. Lo que se ventila en los próximos dos años es el futuro de un país económicamente dependiente y políticamente intervenido en el marco de una Europa alemana que atraviesa una crisis terminal.

En este contexto, la situación política valenciana se presenta ambigua y contradictoria ante el dilema que enmarca el ciclo político iniciado tras las elecciones del 26-J: restauración o ruptura. Mientras el PSOE facilita la investidura de Rajoy y garantiza la estabilidad del Gobierno, el PSPV se escora ostentosamente hacia el área de influencia del bloque restaurador y se revela incapaz de impulsar los profundos cambios económicos, sociales y políticos que el País Valencià necesita. Los equilibrios son cada vez más precarios y han experimentado una sacudida con la aprobación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2017, que sitúa en 589 millones de euros la inversión del Estado en nuestra Comunidad, un 33 por ciento menos que en 2016. Más temprano que tarde, el PSPV tendrá que elegir entre servir al pueblo valenciano o a los intereses de la trama que ha secuestrado el PSOE y maniobra para asfixiar económicamente a la Generalitat.

A grandes rasgos, este es el contexto en el que se celebrará la II Asamblea Ciudadana de Podem, prevista para el próximo 14 de mayo. De fondo, una crisis sin final que está golpeando con saña a las clases populares valencianas, las mismas que derrotaron al PPCV y que podrían perder la ilusión generada por el cambio en el Palau de la Generalitat. Veamos algunos datos: según la Encuesta de Población Activa, el País Valencià es una de las comunidades más afectadas por el desempleo, que afecta a 467.000 personas (19,2 por ciento de la población); la tasa de temporalidad, superior a la media estatal, roza el 30 por ciento y la brecha salarial entre hombres y mujeres se sitúa en el 27 por ciento (4.000 euros anuales, aproximadamente). Las necesidades básicas en materia sanitaria, educativa y de vivienda se han multiplicado y demandan una intervención urgente y decidida por parte de los poderes públicos para corregir las brutales desigualdades que ha engendrado el neoliberalismo.

Esta situación política y social constituye un verdadero desafío para la II Asamblea Ciudadana de Podem. No hay tiempo ni lugar para el tacticismo, el electoralismo, la pequeña política: se trata de definir un espacio político valenciano, fraterno e inclusivo capaz de ganar el país que nos robaron a las mayorías sociales y recuperar los derechos conquistados por quienes nos precedieron en nuestras aspiraciones y sueños. Un espacio plural, feminista y atractivo para las generaciones jóvenes, que haga posible la transmisión de las tradiciones emancipatorias que laten en la sociedad valenciana. Un espacio radicalmente democrático que, lejos de limitar su actividad a la esfera institucional, responda a las necesidades inmediatas de la gente fomentando transformaciones cotidianas y formas de vida sostenibles en la perspectiva de una nueva hegemonía social favorable a las clases subalternas. En definitiva, un espacio pensado para resistir las injusticias, desobedecer al poder y transformar la realidad de los nuestros, los de abajo.

Una organización así, un partido constituyente en el sentido definido en Vistalegre II, no puede basarse en la profesionalización de la política y el protagonismo exclusivo de los cargos públicos. La historia nos demuestra que éste es el camino más directo hacia la cooptación y el clientelismo en los movimientos populares. Por el contrario, un partido así debe basarse en el trabajo voluntario de las personas adscritas, en el empoderamiento de los círculos, en la activación del riquísimo tejido social que existe en nuestros pueblos y ciudades para dar vida a un nuevo espacio público que se organice reticularmente y se convierta en un auténtico contrapoder social. Un partido así es, en última instancia, una organización socio-política y programáticamente abierta que elabora su proyecto a través de la discusión fraterna y de la participación activa de la sociedad civil. La actividad institucional, desde luego imprescindible, no es más que un vehículo para expresar las necesidades y aspiraciones del movimiento social, una suerte de pedagogía de masas al servicio de los ideales emancipatorios y del proceso constituyente.

Las personas que hemos elaborado este artículo confiamos plenamente en las potencialidades del proceso asambleario que culminará el próximo 14 de mayo. Nuestra intención es escuchar a los compañeros y a las compañeras, aprender de sus planteamientos y compartir las ideas sucintamente expuestas en los anteriores párrafos. Creemos que la II Asamblea Ciudadana de Podem debe ser un lugar de encuentro entre personas, ideas y culturas de origen diverso, dispuestas a enfrentarse a la trama de poder económico, político y mediático que ha secuestrado al Estado y lo está usando en su beneficio. Un espacio abierto a otras fuerzas comprometidas con el cambio que comparten con nosotros la necesidad de unir en la diversidad.

El pueblo valenciano está sufriendo mucho y se merece un debate a la altura del momento histórico. Los valencianos y las valencianas vemos con preocupación que nuestra tierra ha iniciado una lenta y dolorosa transición al subdesarrollo. Hoy más que nunca el País Valencià necesita una herramienta política que le permita autodeterminarse y construir una democracia digna de tal nombre de la que podamos estar orgullosos.

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