Otras miradas

CIS de abril como foto fija… ¿De qué?

Guillermo Errejón

Sociólogo

Guillermo Errejón
Sociólogo

Como se suele decir, especialmente cuando sus resultados no son positivos para el que habla, una encuesta es una foto fija de un momento que puede cambiar inmediatamente después.

Si es así, ¿qué momento muestra el barómetro del CIS de Abril que hemos conocido esta semana? ¿Evolución, impasse, cambio?

Los datos

El Partido Popular mantiene una alta fidelidad de voto, manteniéndose desde mitad del año pasado entre el 32,5% (Julio de 2016) y el 31,5% (Abril 2017). Eso sí, perdería un punto y medio (estaba en el 33%) respecto a las elecciones de Junio de 2016.
Sin embargo, seguiría en un nivel superior al de las elecciones de Diciembre de 2015 (28,71%).

El Partido Socialista, con un 19,9%, obtendría un resultado peor al de las elecciones Generales de 2015 (22%) y al de las de 2016 (22,7%). Sin embargo, subiría 2 puntos y medio desde su porcentaje más bajo (en Octubre del año pasado, con un 17% de estimación de voto). Todo ello en medio de su crucial proceso de primarias que definirá tanto su próximo candidato como su próximo proyecto.

Unidos Podemos (19,7%) perdería 1,4 puntos respecto a las Generales del año pasado. Además, estaría prácticamente en la peor estimación desde que concurre junto a las confluencias.

Ciudadanos sacaría un 14% de voto, casi 2 puntos más que en las Generales de 2016 (13%), aunque lejos de la estimación más alta (19%) que le dio el CIS en Noviembre de 2015.

CIS de abril como foto fija… ¿De qué?

¿Momento de impasse?

Es obvio que la estimación de voto a Unidos Podemos no es buena, estando como decimos más de un punto por debajo de los resultados de la coalición en las elecciones generales de hace diez meses. Tiempo en el que la aparición de casos de corrupción en el Partido Popular ha continuado, al mismo tiempo que el Partido Socialista ahondaba en su crisis... y trataba de gestionar comunicativamente la compleja situación de querer ser oposición a un Gobierno que "es" gracias a su abstención.

Por tanto parece que no se trata de que los dos grandes rivales lo hayan hecho bien sino de que Podemos, digámoslo así, no ha convencido lo suficiente.
Hay varios datos que parecen corroborarlo. El primero es la proporción de votantes que dice que "Con toda seguridad nunca votaría" a Unidos Podemos. Cogiendo las posiciones más extremas de rechazo (del 0 al 2 en una escala del 0 a al 10), obtenemos que un 61,6% de los ciudadanos afirma que, efectivamente, con toda seguridad nunca votaría a la coalición. En el caso del Partido Popular, esta proporción es de dos puntos menor, del 59,7%. Así pues Unidos Podemos tiene un alto nivel de rechazo.

Bien es cierto que los partidos que son percibidos en los extremos del espectro político (independientemente de cuánto, efectivamente, estén escorados ideológicamente) tienen más probabilidad de provocar rechazo. Son quizá por ello el Partido Popular y Unidos Podemos los que más lo producen, seguidos de Ciudadanos, con un 54,1% en las mismas posiciones, y el PSOE, con un 45,9%.

Por otra parte, el trabajo de campo de este barómetro del CIS, en los primeros ocho días de Abril, se produjo antes de la "operación Lezo" que desembocaría con el anterior Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, en prisión preventiva por importantes delitos.

CIS de abril como foto fija… ¿De qué?

Sin embargo hay que señalar dos puntos.

El primero es que hay muestras evidentes de que la corrupción en el Partido Popular, ya de carácter estructural, o no le causa perjuicio o el que le causa evoluciona como "decrecimiento marginal": a más casos, menor es el perjuicio de cada nuevo caso.

El segundo es que la implantación de una alternativa sólo puede confiar hasta cierto momento en la pérdida de legitimidad de los gobernantes presentes.
Por decirlo de forma coloquial, Podemos no puede esperar a que todo el PP ingrese en prisión para que se le abra la oportunidad de gobernar. Incluso si esa hipótesis se cumpliera, no podría aprovechar esa oportunidad si no tuviera preparada una propuesta de país solvente y percibida como tal, algo que parezca mejor de lo que hay y que no genere incertidumbre: que vaya a crear empleo y de mayor calidad, que pueda garantizar las pensiones, que permita que puedan volver los jóvenes exiliados, etc.

Aquí es importante señalar la idea de orden. Posiblemente Podemos ya ha sabido transmitir que tiene en proyecto la construcción de un estado de cosas más justo que el actual. Otra cuestión es que transmita capacidad real para hacerlo. Y otra, quizá más importante, que el cambio no genere más incertidumbres que certezas.

Hay que garantizar que con Podemos el autobús seguirá pasando.

Es crucial fijarse en la principal línea de defensa del Partido Popular ante su descrédito que, como saben, consiste en un buen ataque. Cada vez se basa menos en "Somos decentes" y más en "Venezuela". En una magistral intervención el pasado martes 9 de Mayo en el Congreso, Pablo Bustinduy trazaba una cronología de la aparición en la prensa de nuevos casos de corrupción en el PP y la respuesta de sus dirigentes, inmediata y sistemática: hablar sobre Venezuela.

Esto muestra a las claras que su primera posición se debe, cada vez en mayor grado, en su capacidad para sembrar dudas sobre las alternativas, más que al crédito que le otorgan los ciudadanos.

Es por ello que el ejemplo de los gobiernos del cambio, con sus conquistas en materia de gestión, de participación ciudadana y de justicia social se muestra crucial para mostrar a la sociedad española que ya estamos en condiciones de gobernar. Que hay una alternativa disponible, aquí y ahora y que ya podría ser en el conjunto de España.

De nuevo, si miramos el CIS, vemos no sólo que Mariano Rajoy sigue siendo el líder peor valorado sino que el 78% de los españoles dice confiar poco (32%) o nada (47%) en él. Así mismo, sólo un 12% de los encuestados valora positivamente la gestión de su Gobierno.

Pareciera que nos encontramos entonces en una situación de impasse. Un descrédito en aumento del Partido Popular (que apenas sí se traduce en descenso de sus apoyos) en paralelo con la percepción de que la progresión en el apoyo a Podemos parecería haberse frenado.

Los dos elementos juntos podrían dibujar una situación de escepticismo y de detenimiento del cambio que hay que evitar a toda costa.

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