Otras miradas

Obrint Podem o las que no tienen nada que perder.

Ricardo Romero (Nega)

Escritor, vocalista y productor en Los Chikos del Maíz y Riot Propaganda. Y número 10 en la lista de Obrint Podem en las primarias valencianas

Ricardo Romero (Nega)
Escritor, vocalista y productor en Los Chikos del Maíz y Riot Propaganda. Y número 10 en la lista de Obrint Podem en las primarias valencianas

Mucho tiempo antes de que en este país se hablara de ‘casta’ o de ‘tramas’ corruptas, en el País Valencià conocíamos de primera mano la corrupción generalizada como forma de gobierno. Mi generación (llamémosla X) no había conocido otra cosa: Kurt Cobain se había volado la tapa de los sesos y sus guitarras atronaban en nuestras cintas de cassette, el desmantelamiento industrial se había consumado y el Partido Popular se hacía con las riendas de la Comunidad; Rita Barberá ya era la alcaldesa de Valencia desde el año 1991. Llegó el tiempo del despilfarro, de las obras faraónicas que años después se caerían literalmente a pedazos, de los grandes eventos, de los institutos prefabricados, del anticatalanismo institucional, del oscurantismo cultural y las galas amenizadas por Francisco y Julio Iglesias, de la Fórmula uno y la Copa América de vela, de la visita del Papa nazi y del accidente del metro. Los valencianos éramos los reyes de la pista. Travoltas a la deriva que, como en la novela de Horace McCoy They Shoot Horses, Don't They? (llevada al cine de forma magistral por Sydney Pollack), bailábamos por cuatro duros hasta la completa extenuación. Pero toda fiesta tiene su resaca.

Si había un territorio que era terreno abonado y el escenario idóneo para el crecimiento desmesurado de Podemos, era el valenciano: corrupción desmedida, indecencia política a raudales y unos servicios públicos propios de un país en vías de desarrollo. Pero no fue así, Podemos es a día de hoy la quinta fuerza en la comunidad, superados incluso por el extremo centro de Ciudadanos. Nuestro papel ha quedado reducido a ser invitados de piedra en un Pacte del Botànic que a su vez se reduce a un puñado de paños calientes para una situación de emergencia laboral, social y política  como la que se vive en todo el Estado y que golpea, con más fuerza si cabe, en nuestro territorio. ¿Qué se puede esperar de Ximo Puig, escudero fiel de Susana Díaz? ¿Qué vías de entendimiento pueden darse con quien avala sin ningún tipo de decoro el ala derecha y más rancia del partido socialista? Se ha llegado a un callejón sin salida  que ha conducido al partido hacia una situación completamente insostenible. ¿Hay culpables? Claro, la derrota siempre los tiene. Un proceso de primarias se convertía en inevitable y el "Vistalegre valenciano" es ya una realidad.

Obrint Podem o las que no tienen nada que perder.

 

La gestión de Podem ha sido tan nefasta por parte de Montiel y Ballester que hasta los propios montielistas reniegan del político que da nombre a su corriente. Así, en el debate que se produjo recientemente en la Cadena Ser, nos encontramos con la candidata montielista Fabiola Meco afirmando sin despeinarse que: "No me siento identificada con el proyecto de Montiel". Puro surrealismo político. En Valencia surrealismo y política son un binomio indisoluble: huelga recordar que fue Montiel quien, en pleno proceso de Vistalegre II, comparó al Secretario General del partido con Franco y Saddam Hussein. Un Montiel, Ballester y compañía, conviene recordar, cuyo mérito residía en haber sido colocados por la cúpula del partido que salió del primer Vistalegre. Algo completamente comprensible ya que, sin apenas experiencia previa y en un espacio muy reducido de tiempo, el partido estaba organizándose de la nada. Pero el tiempo pasó y ha llegado el momento de separar el grano de la paja, el partido no puede conformarse con los primeros que llegaron o los primeros que fueron puestos ahí de manera urgente.

Desde que surgió Podemos he estado vinculado a su cúpula, no es ningún secreto que soy amigo de Pablo Iglesias, que he participado muchas veces en La Tuerka o en los constantes debates que se han producido en la formación morada. Siempre (y esto hay que decirlo) desde la cómoda posición de la izquierda artística, esa que carece de responsabilidades y puede pecar de excéntrica o ser un doberman cuando las circunstancias lo requieren. Tampoco es un secreto que desde el día uno, se me ha propuesto participar activamente en el partido: durante el primer Vistalegre fue Errejón el que lanzó la loca idea de proponerme para el Consejo Ciudadano Estatal; en la segunda edición el mismo Pablo Iglesias me instó a presentarme a la misma institución, en ambas ocasiones me negué en redondo. No deja de resultar interesante en términos políticos que, allí donde Errejón e Iglesias fracasaron, Pilar Lima resultara victoriosa y, el que firma estas líneas, decidiera dar un paso al frente y estampar su nombre y apellidos en la lista de candidatos al Consejo Ciudadano Valenciano, Eskorbuto nos pille confesados.

Creo firmemente en Obrint Podem, es la candidatura que mejor representa la votado por las inscritas en Vistalegre II, ese Podemos con un pie en las instituciones y mil pies en la calle; ese Podemos que está con los estibadores, con las trabajadoras de Renfe, con las Kellys. Un Podemos que no se arruga frente a la agenda mediática y sus voceros, que es valiente y mira hacia delante, que sabe que su sitio está con las de abajo y no haciendo piruetas para no enfadar a los de arriba. Obrint Podem tiene a Héctor Illueca, cerebro político, y a Rita Bosaho, la primera diputada negra de nuestro país, y a Esther Sanz, Pau Vivas y toda esa gente que conocí luchando contra Bolonia o en manifestaciones mucho antes de que existiera Podemos e incluso el 15M.

¿Saben una cosa? No es fácil comunicarse con una persona sorda cuando se desconoce por completo la lengua de signos (como es mi caso), con Pilar Lima sobran las palabras; su lenguaje corporal y su expresividad transmiten la rabia, el humor y la determinación necesarias para dejar de ser el partido subalterno del PSOE y Ciudadanos. No deja de resultar indignante que ahora Mes Morat nos hable de fiscalizar y rendir cuentas respecto al Pacte del Botánic. Nosotras nos preguntamos: ¿por qué no se hizo durante todo este tiempo? ¿Por qué aquél inmovilismo que hoy se torna urgencia nos condujo a una situación tan deplorable en términos electorales y de representatividad? También nos resulta curioso que desde la lista de Barack Estañ (permitidme ser malo) pretendan desvincularse del desastre que ha supuesto el Montielismo para este territorio. La mentira se desmonta fácilmente: basta echar un ojo a sus listas para cerciorarse del número de cargos, puestos y asesores que la componen, puro aparato. Ineficiente aparato, conviene insistir y recordar, que nos ha traído hasta el punto de situarnos como quinta fuerza en el País Valencià. Ha llegado el momento de rendir cuentas: va en la naturaleza de Podemos. Las rotaciones, también.

Entonces llega la campaña de primarias y nos encontramos con el continuismo montielista que amparó la subalternidad (y nos condujo a este callejón sin salida), separado en dos listas (Aprofundir el canvi y Mes Morat), peleándose por pedir más autonomía. Autonomía es la palabra clave, la palabra fetiche, el comodín, el cáliz sagrado que traerá la nueva ventura. Una autonomía que por cierto, está garantizada por las 150.000 inscritas que votaron durante el proceso de Vistalegre II ofreciendo independencia organizativa a los distintos territorios. No importa, se pide autonomía sin mesura, sin sentido y como si estuviéramos en 1977. Cuando desde estas candidaturas se habla de Podemos estatal, se hace como si se tratara de un partido distinto, en ocasiones incluso como si fuera el enemigo. Y desde luego no se trata de importar disputas estatales (pasado ya superado), nuestra tarea en Obrint Podem es ser garantes de la línea que eligieron las 150.000 personas inscritas en Podemos, de hecho todas las personas que vamos en la lista de Obrint Podem apostamos por Podemos para todas en Vistalegre: no vamos a pedir perdón por haber optado por la opción mayoritaria. Autonomía por supuesto que sí, es lo que aprobamos en Vistalegre II; baronías no. Las baronías generan monstruos como Susana Díaz o Fernández Vara.

No nacimos ayer, somos muy conscientes que cuando se reclama una autonomía que ya se dispone y se está ejerciendo, en realidad se hace para no rendir cuentas, para no hablar de política y para no discutir de los problemas reales de las valencianas. No lo vamos a permitir, nos opondremos de forma firme cada vez que se agite el muñeco de paja de la autonomía frente a los problemas reales que azuzan a los valencianos. Y cuando recurran a la interna una y otra vez para blanquear su gestión mediocre, nosotras hablaremos de política, de problemas sociales y de nuestro pueblo: desmontaremos su cortina de humo las veces que sea necesario.

Ocurre que cuando se lleva en el aparato desde el inicio de los tiempos, toda alternativa que no controlas se ve como una amenaza. Así, nos acusan de ser paracaidistas, de peones enviados desde la Meseta y mi favorito: de recién llegados. Al más puro estilo comisarios políticos, se nos pide carnet de autenticidad. De autenticidad no, pero en mi DNI pone que soy nacido en Valencia, como la mayoría de personas que formamos Obrint Podem; Héctor Illueca da clases en la Universidad de Valencia no en la de Kuala Lumpur y Pilar Lima es oriunda del popular barrio de Patraix. Desconocemos cuántos descendientes directos de Jaume I contaremos entre nuestras filas, pero si es necesario un análisis de sangre para probar que nuestra valencianía es pura y no contaminada, estamos dispuestos a ello. Cuidado que a veces las identidades, si no se saben gestionar bien, desembocan en etnicismo. De momento el hecho diferenciador principal, la singularidad valenciana más notable es que, mientras en las principales capitales del Estado Podemos es la primera fuerza, aquí somos residuales.

Nos piden carnet de Podemos los mismos que pasaron de militar en el PCPE a convertirse en asesores a sueldo del Errejonismo valenciano, los que militaban en CAJEI y terminaron de senadores en Podemos (algún día alguien debería explicarme cómo se produce ese transformismo político en tan poco tiempo), los que están ahí porque su mérito principal fue apostar a caballo ganador. Mientras algunos todavía no se habían cambiado de disfraz, otros estábamos en el Teatro de Lavapiés en la presentación de Podemos al mundo, combatiendo a Bolonia desde el sindicalismo estudiantil o defendiendo a las personas LGTB, sordas o sin techo. En cualquier caso, fue Íñigo Errejón quien nos recordó desde el día uno (y de forma acertada) que en Podemos caben todos y no se piden carnets, copiar tics de la izquierda marginal a estas alturas, queda muy feo.

Estoy orgulloso de nuestra lista: somos una sorda, una negra, un profesor de universidad que no conoce nadie y que no tenía Twitter antes de dar el paso, una cristiana de base, un montón de lesbianas y un montón de maricas, un rapero denunciado en la Audiencia Nacional. Joder hasta tenemos un ciego, de los que, bastón en mano, hace chistes sobre su ceguera. Somos algo así como La Patrulla condenada ¿recuerdan el cómic? Somos la pesadilla política de cualquier partido conservador de la tradición judeocristiana occidental, el travesti contoneándose ante la beata, el sudor frío del que ve peligrar sus privilegios. Somos las perseguidas, las señaladas, las miradas siempre de soslayo. Somos las que tradicionalmente han sido marginadas, discriminadas y dadas de lado. Somos Obrint Podem. Si queréis también las más promiscuas. Así que por favor, lecciones de autenticidad y de pureza ideológica las justas: no tenemos nada que perder y no tenemos miedo porque aquí el carnet de señalado nos lo sacamos cuando éramos pequeñitos. Somos el puto John Waters haciendo política. Somos Obrint Podem y no tenemos nada que perder.

Y por eso mismo, venceremos.

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