Otras miradas

Una huida de película y un canciller renunciado

Pablo Stefanoni
Jefe de redacción de la revista 'Nueva Sociedad'

La huida del senador boliviano Roger Pinto de la embajada brasileña en La Paz, donde se encontraba asilado, y su posterior aparición en Brasilia, encendieron una mecha que terminó de explotar en el Planalto, provocando la renuncia del canciller Antonio Patriota y la irritación de Dilma Rousseff. Pinto, un furibundo opositor a Evo Morales, que desempeñó diversos cargos en el departamento amazónico de Pando, ocupaba una banca en el senado en el bloque de la derecha, y terminó refugiado en la embajada de Brasil hace quince meses tras ser acusado de diversos delitos por parte del gobierno. Para la administración de Evo Morales se trata de un corrupto, vinculado además con la masacre de campesinos de 2008 en El Porvenir –en medio de la pelea entre el gobierno y los autonomistas liderados por Santa Cruz-. Para la oposición es un perseguido político amenazado por una justicia manipulada desde el gobierno. Hay diferentes opiniones, pero lo que sin duda está lejos de ser es el "Assange Boliviano", como lo llamó el sitio web de Televisión Española.

Lo cierto es la aceptación de su pedido de asilo por parte de las autoridades brasileñas generó una impasse entre La Paz y Brasilia, ya que el gobierno de Evo Morales le negó el salvoconducto para abandonar el país. Así, el senador estuvo más de un año en la legación diplomática, donde se le fue restringiendo cada vez más las visitas y su actividad política. Hasta que el viernes pasado el encargado de negocios en La Paz, Eduardo Saboia, organizó la fuga y acompañó personalmente al parlamentario, escoltado por fusileros brasileños, en dos autos con rango diplomático. Según reproduce Folha de S. Paulo, Saboia –que se encontraba temporariamente al mando de la embajada- dijo haber escuchado la voz de Dios para tomar la decisión, motivada por "riesgo de suicidio", de pasar por encima de sus propios jefes y recorrer 1.600 kilómetros en coche hasta Corumbá. La inmunidad diplomática de los autos hizo posible pasar varios retenes de control antinarcóticos en una de las zonas más calientes de Bolivia, y donde operan sicarios de distintas nacionalidades, rumbo a la frontera brasileña.

Del otro lado lo esperaba otro partícipe de la operación: Ricardo Ferraço, miembro del PMDB y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Brasil, quien llevó al senador en un avión privado desde Corumbá hasta Brasilia. Todo lo cual demuestra que la huida estuvo orquestada por una red al interior de la política brasileña. La derecha no tardó en reivindicar a Saboia como un luchador por la libertad. La extremista revista Veja, furiosa crítica del gobierno del PT, consideró a la operación un ejemplo para los demócratas del mundo entero, que permitió a Pinto "detenido por la arrogancia de un tirano de opereta" escapar hacia la libertad. Otro columnista en la misma revista consideró que Evo Morales le dio otra zancadilla a Brasil, "lo que se está volviendo un hábito" (cuando Morales nacionalizó el gas hablaron de invasión boliviana). "El falso indio que gobierna Bolivia" (sic) habría dejado que Pinto huyera para sacarse de encima la papa caliente y echarle el fardo a Brasil. Clóvis Rossi, periodista del consejo de redacción de Folha, también defendió a Saboia, y agregó que no tiene sentido sacrificar a Patriota "en el altar de las relaciones con Bolivia".

En un acto de audacia política -poco habitual en un diplomático- Saboia comparó la situación de Pinto con la de la propia Dilma Rousseff cuando esta era perseguida por la dictadura militar brasileña. Y con una dosis de misticismo contó que en la recta final del viaje casi se quedan sin combustible pero que se pusieron a rezar Biblia en mano (él es católico y el senador evangélico) y finalmente, cual si fueran panes, se produjo el "milagro de la multiplicación de la gasolina".

 La elite de Pando, parcialmente desplazada del poder (el propio Pinto fue gobernador del departamento y lideró la asociación de ganaderos), mantiene fuertes lazos con políticos y periodistas de la derecha brasileña. Cobija, la capital de la región, está a unos pocos minutos a pie de la frontera, y muchos tienen casas en la localidad de Brasiléa y Epitaciolândia. Después de la crisis de 2008 y de la detención del ex gobernador y hombre fuerte Leopoldo Fernández muchos huyeron a Brasil, donde recibieron asilo.

Mientras tanto, Evo Morales suma otro triunfo internacional en medio de la campaña electoral rumbo a 2014 y poco después del incidente con su avión presidencial, del que hizo de tripas corazón. Al mismo tiempo, se sacó de encima a un incómodo opositor asilado, cuyo predicamento en el exterior se sumará al de otros autoexiliados que hasta ahora no lograron hacer mella en su poder: las encuestas lo siguen dando lejos de sus adversarios.

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