Otras miradas

Instrucciones para triunfar como político y como columnista

Pascual Serrano

(@pascual_serrano)

Pascual Serrano (@pascual_serrano)

Periodista

Es curioso observar qué tipo de perfil personal, imagen pública o comportamiento mediático triunfa en los medios. Dos de ellos resultan dignos de análisis: los políticos y los columnistas de prensa. Respecto a los primeros descubrimos que resulta muy rentable aparentar ser modoso, cándido, recatado, blando, incluso, por qué no decirlo, casi medio tonto hasta el punto de ser objeto constante de burla y mofa. No nos referimos a todos los políticos, claro está, sino a los líderes de partidos mayoritarios. El objetivo es despertar rechazo o animadversión en el mínimo porcentaje de electores, de ahí que cuanto más plana sea su personalidad más servirá de comodín. Si además explotas tu imagen de bobalicón y poco inteligente el resultado es muy positivo, porque parece que los ciudadanos te perdonan todo con tal de que puedan creerse más listos que tú. El líder político permite su escarnio mientras encajamos su corrupción y robo. La burla se convierte en una válvula de escape al servicio de la reacción: te puedes reír del político mientras te roba. Humoristas y ciudadanos pueden llamar todos los días y a todas horas gilipollas y lerdos al presidente del gobierno, a Pedro Sánchez, a Albert Rivera, a Toni Cantó sin que nadie se moleste. Parece como si gran parte de la ciudadanía y de los periodistas se sintiesen cómodos riéndose de Mariano Rajoy juzgándolo corto de luces, a cambio de mantenerlo al frente del gobierno pero encantados de considerarse más inteligentes que su presidente. Frases como la de "cuanto mejor peor..." o "es alcalde el que quiere...", no solo no tienen un coste político para Rajoy, sino que le hacen quedar como una persona sencilla, inocente y, por supuesto, con menos luces que nosotros. ¿Cómo me va a engañar o robar alguien más tonto que yo?

 

Expresiones de ese tipo o esa imagen que no crea enemigos, es algo muy importante en política cuando sabes que ni tu programa ni tu ideario levanta pasiones. Lo dijo Rajoy en otra de sus frases de Perogrullo: "Lo importante es caerle mejor a más que a menos". Ni mejorar la sanidad ni construir escuelas, caer bien es la clave. El político acepta con humildad el desprecio de la joven generación, pero no le preocupa porque sabe que no maquinan su derrocamiento, a lo más utilizarle como objeto de chiste y sorna.

 

Sin duda aparentar poca capacidad mental es buena cosa para triunfar en la política española. Ahí está la trayectoria de Esperanza Aguirre, la lanzaron al estrellato los chistes burlándose de ella cuando era ministra de Cultura y la sorna del programa de humor Caiga quien caiga (CQC). No importaba que fuese mentira aquella reacción de Aguirre preguntando quién era la escritora Sara Mago, mientras nosotros nos reíamos. Miren qué clarito lo cuenta la lideresa en su biografía de 2006 escrita por Virginia Drake: "[Los reporteros de 'CQC'] Me perseguían siempre, me querían pillar en todo y yo me lo tomaba a broma, pero mis jefes de prensa no hacían más que advertirme de cuándo aparecían para que saliera por otra puerta. Yo no les hacía caso, porque entendí que 'CQC' me proporcionaba una popularidad enorme y la posibilidad de darme a conocer, algo que hubiera costado muchísimos millones lograr". ¿Qué daño puede hacer una política pija, que ni sabe quién es José Saramago, a alguien como a mí que me he leído sus libros? Y miren cómo dejó la sanidad y las cuentas de la Comunidad de Madrid.

 

Ahora veamos el caso de los columnistas. Aquí la forma de destacar es pegar patadas a la mesa, lo de menos es que sea con lucidez o talento. Hay que soltar un eructo en la comida o un sonoro pedo en el teatro para llamar la atención y que hablen de ti. Salvador Sostres lo sabe bien, nadie habla en positivo de una columna suya, pero todos lo leen para comprobar su última mamarrachada. Y a subir las estadísticas de accesos en internet. Javier Marías se ha apuntado al formato y ahora está más en el candelero que nunca. La fórmula es sencilla. Te encuentras, por un lado, en los días en que se celebra en WorldPride en Madrid; por otro, en tiempos en que la reivindicación de la mujer y el feminismo tiene una presencia y apoyo generalizado en los medios, y, por último, que próximamente se va a conmemorar el primer centenario del nacimiento de la poetisa Gloria Fuertes, como es sabido, feminista y lesbiana. Pues ya está, Marías escribe en El País una columna diciendo Gloria Fuertes no es una buen poeta y no hay que tomarle muy en serio, hace carambola y lo peta. Le responde en un tuit Pablo Iglesias llamándole "pollavieja", el humorista Joaquín Reyes contraataca con otra columna de coña en el mismo diario que es referenciada en los medios, vuelve a responder Marías. Una orgía de chupar protagonismo en las redes.

Para triunfar en el columnismo hay que ser un trol, ni escribir bien ni tener ideas originales. Y además alardear de ser un bronca, como esos ultraderechistas xenófobos que se califican en su perfil de Twitter como "políticamente incorrectos" (y "mentalmente limitados" añadiría yo).

Parece que vamos en camino de cumplir la predicción de la distopía de la comedia cinematográfica Idiocracia, donde retrasados mentales, actores porno y mentes infantiloides acaban gobernando el mundo. Eso sí, con el apoyo de Sostres y Marías, y los medios que ganan dinero cuando leemos sus columnas que nos encabronan.

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