Otras miradas

Chicho

Máximo Pradera

Periodista

El lunes pasado se puso a la venta, por vez primera en España, Canciones de la Resistencia Española, el disco clandestino de temas antifranquistas que Chicho Sánchez Ferlosio grabó en 1963, encerrado en el cuarto de baño de su casa de El Viso (Madrid). Dos redactores de la revista sueca Clarté, conmocionados por la ejecución de Julián Grimau, viajaron hasta Madrid en pleno franquismo para grabarle a Chicho, en cinta abierta, las canciones subversivas en las que denunciaba las atrocidades del Régimen y las pasaron a vinilo en Estocolmo al año siguiente.

El disco fue un bombazo en toda Europa y arrasó también en América Latina. Como Chicho, para evitar ser detenido por la Brigada Político Social, tomó la precaución de no firmar sus canciones, durante muchos años pasaron por anónimas, como los chistes de Franco.

El sello Madmua Records lo ha reeditado ahora en vinilo y lo acompaña de un primoroso libreto (con textos y fotografías inéditos) y de un single que contiene cuatro canciones de la Guerra Civil interpretadas por el propio Chicho. Aunque los emepetreses están también a la venta, la edición en vinilo está hecha con tal cariño y esmero (¡gracias, Joan Losilla!), que para mí este disco se ha convertido ya en el Beato de Liébana de la fonografía española.

Todos los que le tratamos o cantamos con Chicho en alguna ocasión (desde su primera mujer, Ana Guardione, hasta Jesús Munárriz, su amigo y compañero de correrías de los años 60, o yo mismo, que aprendí de él mis tres primeros acordes de guitarra) estamos de enhorabuena y sumamente emocionados por esta resurrección chichesca. Resurrección doble – he de añadir– pues los vibrantes cánticos que la mujeres de Bilbao entonaron el pasado 8 de marzo eran un aggionarmento de la canción A la Huelga, que Chicho compuso en el 62 para apoyar la huelga minera de Asturias.

Contra el Estado Machista
nos vamos a levantar.
¡Vamos todas las mujeres
a la huelga general!
A la huelga 10, a la huelga 100
A la huelga madre ve tú también
A la huelga 100, a la huelga 1000
Yo por ellas madre y ellas por mí

Hay que aclarar que Chicho era, además de un compositor de muchísimos quilates, un cantante excepcional. Quiero decir que aunque compuso desde su juventud temas propios, nunca se privó (a diferencia del resto de cantautores) del placer de cantar canciones populares o de otros autores. Y las cantaba excepcionalmente bien. Javier Krahe solía decir que, en las noches en que lo visitaba el duende en La Mandrágora, Chicho era insuperable:

Tenía un rajo jondo en la voz que te llegaba hasta la médula.

De la misma opinión es Alberto Pérez, que fue su cuate musical durante muchísimos años:

Chicho tenía un modo de cantar que te pellizcaba el alma.

Yo también doy fe: la primera vez que le escuché cantar en Coria El Preso nº 9 (tendría yo siete u ocho años) experimenté una emoción comparable, mutatis mutandis, a la de Montserrat Caballé cuando oyó entre cajas en el Liceu de Barcelona a la soprano Kirtsen Flagstad.

En el documental que prepara David Trueba sobre la gestación de este ya mítico disco antifranquista, me oiréis decir que Chicho era para nuestra familia, una especie de Spotify humano. Chicho era nuestro superhéroe musical, nuestro Spotiman, porque al ser omnívoro musicalmente, le podías pedir de todo: desde el corrido de Rosita Alvírez hasta La flor de la canela.

Mi hermano Alejandro aún se acuerda de cuando Chicho se presentó en su cumpleaños simulando que era un robot de regalo y le dedicó  una canción que había compuesto mientras venía para casa.

Yo soy Watios 13
robot colosal
y cuando caen rayos
salgo a pasear.

El estribillo eran todo onomatopeyas eléctricas, del tipo chsssszz, frrrzz, pum, crash, que entonó con una gracia incomparable.

En una época (años 60) en que la censura franquista había prohibido por decreto hasta 4000 canciones subversivas, la única manera de escuchar algo digno desde El Preso Nº 9 (prohibida por Franco por el padre no me arrepiento,  ni me da miedo la eternidad) a E quei briganti neri (una legendaria canción italiana de partisanos), era escuchándosela a Chicho.

Algunas de las mujeres de Bilbao del 8-M parecen haberle conocido en aquella época remota, porque la otra canción que entonaron en ese glorioso día de huelga feminista fue una adaptación de La Lega (Sebben che siamo donne), que también era un clásico del repertorio chichesco.

El día 8 de marzo
Haremos una huelga
Con todas las mujeres
La calle será nuestra.

En estos días en que la Fundación Francisco Franco se permite afirmar en público que el dictador, al contrario que Hitler, fue una especie de benefactor de la humanidad, me acuerdo de Chicho y su Canción de Grimau y me pregunto qué necesitan Pedro Sánchez y sus ministros y ministras para cerrar de una vez por todas tan siniestra institución.

A lo mejor se trata solo de que recuerden la primera estrofa:

He conocido el crimen una mañana
Color tiene mi pena de sangre humana
Solo nubes y plomo lo presenciaron
Julián Grimau, hermano, ¡te asesinaron!

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