Otras miradas

Carmen también crece

Andrea Momoitio

Periodista. Coordinadora de 'Pikara Magazine'

En la residencia de Carmen todos los días son parecidos. Ella se despierta siempre a la misma hora y nunca decide qué quiere desayunar. Toda su ropa está marcada con su nombre y, en la puerta de su habitación, alguien ha pegado una de sus viejas fotos. En la imagen aparece mucho más rechoncha y de fondo se ve el mar. Carmen tiene la cabeza lúcida aunque ronda los 90 años. Gasta una mala hostia impactante y no puede ponerse sola los calcetines. Todo lo demás está en orden aunque tiene una pena: hace mucho que no recibe visitas. No tiene relación con su familia y nunca fue mujer de muchas amigas. No es exactamente una de esas personas que vive en soledad en el Estado español porque ella está rodeada de trabajadoras y de otras personas que conviven con ella en la residencia, pero se siente muy sola. En 2018, 4.732.400 personas vivían solas. El 71,9% eran mujeres. Ninguna de ellas es Carmen aunque ella también esté sola. La percepción no cabe en las estadísticas y resulta muy difícil valorar cuántas personas se sienten así en nuestro entorno. Porque una cosa es cuánta gente tengas a tu alrededor y otra muy distinta cómo de acompañada puedes sentirte por todas esas personas.

La población adulta cada vez es (más) mayor y es urgente que nos pongamos las pilas para tener en cuenta sus perspectivas y las percepciones. El Estado español es un estado cada vez más viejo, ¿cómo se va a reconfigurar todo desde esa perspectiva? Un equipo del departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha llevado a cabo un estudio que nos arroja algunas pistas. Sabíamos ya que era tan peligrosa la percepción de la soledad como la soledad misma, pero ahora más de 100 personas, la mayoría mujeres y de unos 85 años de media, han tenido la oportunidad de contar qué es para ellas el bienestar porque también el bienestar es una cuestión de gustos. Pregunta compleja donde las haya, por supuesto, porque son muchas las variables que se cruzan. Los datos no arrojan grandes sorpresas. Para muchas de las personas que han participado en este estudio, estar bien es sentirse querida. Por eso, uno de los elementos que más han valorado es la cercanía con la familia y otras personas queridas. Nosotras vivimos más, así que sufrimos durante más años esa soledad. Según la ONG Accem, "cerca de 800.000 mujeres mayores en España viven y se sienten solas" y nos piden que estemos atentas porque todas tenemos a alguna cerca. Hay muchas razones: los cambios demográficos, sociales, la ausencia de lazos familiares e interpersonales. Insisten en algo: "La soledad desencadena respuestas en el cuerpo que hacen enfermar a las personas". Necesitamos calor y cercanía para evitar tantos dolores. El calor que nunca dejamos de necesitar aunque nos hagamos mayores.

Hay un momento en la vida en el que dejamos de hablar de crecer y empezamos a  escribir eso de ‘hacerse mayor’. ¿Por qué será que suena raro que Carmen está creciendo y necesita de su gente para hacerlo con fuerza?. Porque tiene 90 años y sigue viva. Es cierto que su cuerpo empieza a caminar más lento, que su piel está arrugada como una pasa, que se fatiga si sube andando las escaleras, que tiene el pelo blanco y la lengua más seca, pero sigue creciendo. Hasta nuevo aviso. No dejamos nunca de crecer aunque la física no acompañe a la metáfora y la edad nos encoja casi inevitablemente. Las diferentes etapas de crecimiento nos acompañan hasta la muerte, que frena todas nuestras posibilidades en seco antes de convertirnos vete tú a saber en qué. Carmen, de momento, crece y crece sola. En la residencia de Carmen todos los días son parecidos. Ella se despierta siempre a la misma hora y nunca decide qué quiere desayunar. Toda su ropa está marcada con su nombre y, en la puerta de su habitación, alguien ha pegado una de sus viejas fotos.

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