Otras miradas

Esto es lo que los padres no saben de la actividad digital de sus hijos

Laura Cuesta Cano

Responsable de Comunicación y Educación Digital en Servicio PAD. Profesora, Universidad Camilo José Cela

"Nativos digitales: no hay que confundir la destreza digital con tener criterio", asegura el experto en tecnología Juan Luis García Rambla. O, como titulan su libro Susana Lluna y Javier Pedreira "Wicho": "Los nativos digitales no existen". Y es que sí, aunque nuestros hijos sepan manejar el iPad con 2 años o consigan configurar la Smart TV antes que nosotros, eso no significa que puedan manejar las tecnologías con absoluto raciocinio asumiendo los pros y contras y sabiendo, por ello, prevenir los riesgos asociados a ellas. Por tanto, el papel de la familia en su educación digital parece más que obligado.

¿Pero, cómo es el panorama tecnológico actual? Según el estudio realizado por la FAD, Google y BBVA  con alumnos/as entre los 14 y los 16 años de edad, escolarizados en los distintos niveles de la ESO, en el uso de la "tríada tecnológica" destaca el smartphone frente al resto, con el 89,8 % de presencia en los hogares; en segundo lugar se sitúa el ordenador portátil, con el 75,7 %; y, por último, el uso de la tablet, con casi el 70 % de menciones en las encuestas (68,8 %).

Del estudio también se desprende que la mayor actividad que realizan los adolescentes y jóvenes la hacen con las aplicaciones de mensajería instantánea, WhatsApp, Telegram o Line: un 91 % las utilizan para hablar o charlar o para organizar actividades con sus amigos.

A los 15 años, el 98 % usa internet

Pero si además de estudiar qué es lo que utilizan, nos fijásemos en cómo lo hacen, podríamos darnos cuenta de que en muchos casos estamos llegando a lo que podemos denominar "uso abusivo o problemático", tal y como desprende un informe realizado por la Universidad Camilo José Cela y el Instituto de Adicciones de Madrid Salud: "Internet es usado habitualmente por el 98 % de los adolescentes a los 15 años y solo un tercio lo hace de manera no problemática. Los dos tercios restantes lo hacen con la consciencia de que invierten demasiado tiempo en la navegación por la red, recibiendo quejas de sus familiares y/o amigos, resultándoles difícil reducir ese tiempo o permanecer algún día sin conexión".

Y es que, como auguró la OMS en 2018, incluyendo los videojuegos en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) como juego patológico o adicción al juego, el uso no responsable de las tecnologías por parte de los menores podría aumentar exponencialmente.

Ante estos datos, al hablar de "menores y pantallas" hemos de pensar, pues, en lo que denominamos mediación parental, por la cual los responsables de la educación del menor tenemos la obligación legal y moral de educar también en el ámbito de las nuevas tecnologías, incluyéndolo como un apartado más de la educación general que procuramos al menor.

Así lo explica el abogado experto en Derecho Digital, Borja Adsuara, haciendo hincapié en el deber general de custodia del menor de edad: velar por su buen desarrollo físico y mental.

¿Cómo llevar a cabo la mediación parental?

Los progenitores o responsables del menor debemos acompañarle en su proceso de alfabetización digital, educarle para que realice un uso responsable y seguro de las nuevas tecnologías y velar para impedir que los riesgos de las TIC se materialicen y, en caso de ocurrir, ofrecerle soluciones.

¿Pero, estamos los padres realmente preparados para educar en digital a nuestros hijos? Como apuntan los datos, WhatsApp, Instagram y Youtube son las aplicaciones que más utilizan los adolescentes y jóvenes, y según un estudio, la media de uso al día se sitúa en 1,24 horas diarias. Fortnite, con sus más de 250 millones de usuarios, ha roto absolutamente todas las estadísticas de los videojuegos.

También existen otra serie de plataformas, más desconocidas para las familias, por las que navegan los menores con mucho menos control, como son Tik Tok, Ask, Twitch o This Crush. Y, aunque según el estudio El impacto de las pantallas en La vida familiar, de Empantallados.com, el 38,6 % de los padres se siente conforme con su grado de familiaridad con la tecnología, a veces, la realidad nos hace darnos cuenta de que el conocimiento de las aplicaciones y las plataformas no es tan alto como debería para poder guiar y acompañar a los menores en el uso de estas.

Sobre todo, porque las máximas preocupaciones de las familias hoy día, como se refleja en la encuesta de Empantallados.com, son la sobreexposición de los menores en Internet (y sus consecuencias) y el uso abusivo.

Chatear con desconocidos

Todos sabemos que Fortnite Battle Royale es un juego de Epic Games, donde mezclando características de Los Juegos del Hambre y Minecraft, con aspectos positivos como aprender a trabajar en equipo y a colaborar de forma inteligente, los participantes tienen que quedar como únicos supervivientes en una isla frente a un centenar de competidores.

No hay sangre ni violencia, pero las batallas no se ganan con poesía, claro está. Ahora bien, ¿todos sabemos que Fortnite tiene un código PEGI de 12 años?, ¿que si nuestros hijos juegan solos en modo "escuadrón" podrían chatear en directo con cualquier desconocido de todo el mundo?, ¿se han sentado alguna vez a jugar con sus hijos para ver cómo juegan?, ¿para que les expliquen cómo es una batalla? Esa es la clave.

Conocemos que Tick Tock es una aplicación donde se suben vídeos grabados con música de fondo para hacer Karaoke, doblar películas, tutoriales o trucos. A nuestros hijos menores no les dejamos tener el perfil público y revisamos los vídeos que graban antes de que los publiquen para sus amigos.

Perfil cerrado, pero acceso a vídeos públicos

No obstante, ¿sabemos que aunque tengan el perfil cerrado pueden acceder a todos los vídeos públicos de Tik Tok donde pueden ver contenido no recomendado para su edad?(aunque también podríamos configurar la privacidad y caparlo), ¿se han descargado ustedes Tik Tok en sus móviles?, ¿han navegado por la app? Así podrán decidir si su hija o hijo tiene la edad suficiente o no para empezar a utilizarla.

Está claro que Snapchat es una aplicación muy divertida donde podemos hacernos fotos con filtros, geolocalizarlas y grabar vídeos que tras ser enviados se autodestruyen en segundos. Muchos de nuestros hijos solo la utilizan para usar sus filtros. ¿Pero, somos conscientes de que muchos adolescentes la utilizan para hacer sexting?, ¿y de que aunque Snapchat introdujera la actualización de decirnos si alguien ha hecho un pantallazo de la foto o grabado el vídeo, el daño ya está hecho y cualquiera puede utilizar ese contenido para chantajear o hacer ciberbullying al menor?, ¿o que muchas personas utilizan la red para vender contenido pornográfico, que puede variar desde un striptease a vídeos mucho más explícitos?

La edad legal para tener redes sociales

Aunque la edad legal en España para que los menores puedan tener presencia en redes sociales es de 14 años, (algunas plataformas la elevan a 16 como es el caso de WhatsApp), por el consentimiento para el tratamiento de datos y para poder recibir contenidos publicitarios (RGPD), tras realizar charlas sobre Internet y las Redes Sociales a alumnos de entre 6º de primaria y 2º de la ESO en diferentes colegios de la geografía española, de los menores de 11 y 12 años, prácticamente el 70 % tenía smartphone y, de ellos, muchos ya tenían perfil en redes como Instagram o Youtube, (algunos con control parental y otros muchos, no).

El acompañamiento es clave

Por todo esto, el acompañamiento a los menores durante el aprendizaje digital para enseñarles un uso seguro de las tecnologías es imprescindible hoy día, como apunta la periodista María Zabala en su blog iWomanish, y deberá ajustarse siempre a la edad del niño o niña.

No es cuestión de prohibir ni censurar, pues ya sabemos que esta estrategia no es efectiva, sino de guiarles y educarles. Desde la instalación de las apps en los móviles, la apertura de los perfiles conjuntamente, la configuración de la privacidad, el explicarles qué tipo de contenido deben subir a la red y cuál no, cómo deben cuidar su privacidad y la de la familia, hasta por qué no deben interactuar con personas desconocidas.

Y así, según vayan creciendo, serán ellos mismos quiénes aprendan a disfrutar de internet sin riesgos.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation

 The Conversation

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