Otras miradas

El machismo que lleva al suicidio

Ana Bernal-Triviño

Periodista

Sí, una mujer se ha suicidado después de que sus compañeros de trabajo difundieran un vídeo sexual de ella. Uno tras otro, un empleado tras otro, lo vio, y lo compartió. Ni uno dio la voz de alarma.

Hoy leo las noticias y resulta que, entre todos los trabajadores entrevistados, ninguno, ni uno solo, dice haber visto el vídeo. Menuda casualidad. Me da la sensación de que ahora se ponen de perfil. Imagino a aquellos que lo compartieron hablando angustiados y echarse las culpas unos a otros. Es lo que tiene el machismo, que es cobarde, que es ruín y que nunca da la cara. Los grupos de Whatsapp son nido para todos aquellos irresponsables que no solo se divierten con los chistes machistas, sino aquellos que ven un vídeo privado de una compañera, se ríen mientras se ponen cachondos y lo difunden para divertirse con los colegas. Para esos, es diversión un acto no solo cruel y horrendo sino un DELITO.

Nada más salir la noticia me encontré con tres situaciones.

Primero, algunos medios titularon que ella era madre. ¿Y? ¿Qué pasa con que sea madre? Era una MUJER. Sí, por el gusto de unos que disfrutaron con el vídeo, ella deja dos menores huérfanos, pero eso no cambia el fondo del debate. No importa que fuera madre, no importa que fuera casada o soltera, no importa su estado sentimental en el momento en el que hiciera su vídeo. Era su intimidad, era su imagen, era su cuerpo. No es pecado grabar un vídeo íntimo, ni disfrutar de la sexualidad de una manera u otra, ni el delito de adulterio existe, que estamos ya en el siglo XXI.

Segundo, me encontré con respuestas en redes sociales que responsabilizaban a ella, y solo a ella, de esa situación. Pero, ¿qué os pasa? ¿Estáis locos? ¿Qué tenéis en la cabeza para lanzar esos ataques a una mujer que se ha suicidado por la presión que ha sentido? El problema no está en ella, está en cada uno de vosotros que pensáis así, está en cada persona que vio el vídeo y calló, está en quienes no se pararon ni un momento en asumir que era un delito y denunciarlo.

Y tercero, veo gente que me pregunta dónde está el machismo en esto. ¿De verdad? Llevamos contando hace mucho la violencia sexual digital. Por un lado, por quienes ven estos vídeos, los banalizan como si eso fuera porno, y los difunden sin contemplar la implicación personal que conlleva. Es esa mirada machista que normaliza la privacidad sexual para formar parte del ocio o la diversión. Y, por otro lado, están los tipos que por despecho, difunden fotos o vídeos privados para humillar u ofender. Muestran, así, el odio que pueden sentir hacia las mujeres que abandonan esas relaciones. Un machista jamás soporta que lo dejen y su rabia, en lugar de tragársela y aceptarla, la lanzan contra ellas. Incluso los hay quienes sextorsionan y piden dinero a cambio de no difundir fotos o vídeos privados. Los escrúpulos en todo esto ni existen. Y no es casual que las principales víctimas de estas situaciones sean mujeres.

Lamentablemente, no ha sido la única muerte. En 2010, una joven italiana, Tiziana Cantone, también se suicidó después del acoso en las redes sociales cuando su ex novio difundió vídeos sexuales privados. Lamentablemente, más de una compañera me ha contado que tiene pavor de que su ex haga lo mismo con otros vídeos sexuales. Algunas, ni querían hacerlos, sino que sus entonces parejas las llamaban "monjas" o "estrechas" si no lo hacían. Otras, me confiesan que hay tipos con pinta de santos en redes que se dedican a chantajear a chicas vulnerables para acumular vídeos en sus ordenadores, con los que luego masturbarse y reforzar lo que ellos llaman su "masculinidad", que no es más que la inmadurez y repugnancia de su machismo.

Hoy leo también noticias donde aconsejan "no te grabes vídeos"... algo parecido al "cuidado por donde caminas cuando salgas de noche". Un mensaje continuo a nosotras para protegernos, para controlar nuestras salidas, para controlar nuestra sexualidad, mientras el foco no se pone en quienes chantajean, comparten y difunden. Ahora también leo que ella (para responsabilizarla, cómo no) lo difundió por error en el grupo de Whatsapp. No, perdonad, aunque eso ocurriese, el error y el delito está en difundirlo. Dejad de poner el foco sobre ella y ponerlo en sus responsables.

La Fiscalía va a estudiar el caso ahora, a la empresa y a sus trabajadores. La primera porque tuvo conocimiento de ello y una empresa debe tener el compromiso de actuar de forma contundente ante cualquier situación de acoso o abuso en el entorno laboral. Y, los segundos, a ver si ahora son tan valientes de hablar, igual que fueron valientes en difundir, igual que ninguno dio la cara por su compañera para defenderla. Y pienso en qué situación familiar se encontraría esta mujer, si se sintió tan sola que nadie le ayudó a quitarse el sentimiento de culpa ni le dió una palabra de aliento.

Según los datos de la Policía Nacional, hasta un 70% de estos delitos no se denuncian.  El feminismo lleva años alertando de cómo el machismo, cada vez más, ejerce una violencia en el ámbito digital. Un ámbito donde esos adolescentes criados en el porno creen que, también, todo vale, y que la privacidad no existe. Forma parte de su ocio y están aprendiendo a trivializar la sexualidad porque nosotros, los adultos, así se lo enseñamos.

Por mucho que sea el entorno digital, el daño psicológico que se produce existe. Que sea un entorno virtual no significa que lo ahí expuesto sea un avatar, son personas, con vidas reales. La banalización de muchos y el machismo, de nuevo, han sido una tumba. Esta compañera está muerta. Solo queda que, en vida, no la machaquen más, no dañen su reputación y que aquellos cómplices que se sumaron al escarnio público sean valientes para asumir su responsabilidad y mezquindad. 

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