Otras miradas

Apoteosis de Cortés, infamia de Pilar Baeza

José Ángel Hidalgo

Funcionario de prisiones, escritor y periodista

En estos días de frenesí poselectoral, requiebros de seducción pactista y manifestaciones de asco insuperable hacia aquél que nos tiende la mano, me he detenido unos instantes para valorar un experimento cuyo resultado ha sido políticamente irrelevante, pero cuya dimensión humana pienso yo que fue y sigue siendo inmensa. Pilar Baeza, condenada por inducción al asesinato y ya cumplida su condena, se presentaba como candidata por Podemos a la alcaldía de Ávila y obtuvo el pasado día 26 un total de 510 votos, un 1,6 por ciento de los votos totales (32 mil) emitidos en su municipio.

La candidata de Podemos a la alcaldía de Ávila, Pilar Baeza. EFE
La candidata de Podemos a la alcaldía de Ávila, Pilar Baeza. EFE

Este ínfimo resultado electoral no ha sido celebrado por nadie, como es lógico, excepto por aquellos que con legitimidad informativa pero con saña digna de analizarse horizontalmente sobre un diván, recordaron a toda plana y a lo largo de la precampaña el pasado criminal de Pilar: en efecto, lo han vuelto a hacer tras la celebración de los comicios, por si acaso a Pilar Baeza le quedaba algo de autoestima y ganas de tirar para adelante.

Todo lo que tenía que decir sobre ella para poner en valor el artículo 25 de la Constitución, el que nos habla de la reinserción como principal objetivo de las penas de prisión, ya lo reflejé en mi artículo Pilar Baeza soñada por Victoria Kent.

Ahora pienso que es el momento de hacer balance y éste, aun siendo un fracaso inapelable políticamente para el partido y la candidata, no deja de tener a mi juicio un gran interés social y, sobre todo, humano.

En Instituciones Penitenciarias habrán tomado buena nota (otra vez) de la dificultad casi insuperable de reinsertar a los presos que, ya cumplida su pena, vuelven a ser poseedores de todos sus derechos cívicos. En este sufrido departamento de Interior, que es el mío, pueden hacer alarde del artículo 25 en su portal web, dar formación y cuidar de la salud e integridad de los penitenciados con los escasos medios con que se trabaja, pero claro, desde Prisiones no se puede cambiar la idiosincrasia de una sociedad que en general tira a cainita, y que por esa misma condición moral mayoritaria (que es mezquina) ensalza a las víctimas de los delitos dándoles una relevancia que choca no ya con el espíritu del artículo 25 de la Carta Magna, sino con la racionalidad más elemental.

Es una prueba de ello el caso del diputado gitano Juan José Cortés, que ha sido electo por Huelva bajo las siglas del PP, o el del famoso Alcaraz, epítome del desasosiego político y que, invocado por Vox, ya entrara al Senado como caballo en cacharrería. La misma sociedad destemplada que hace del triste y lamentable hecho de ser víctima un valor (el primero, y según vemos, el único) para acometer la labor pública, condena a las tinieblas eternas al delincuente, incapacitándole para el ejercicio de la representación institucional aunque las leyes se lo permitan, y por muy prometedora que hubiera podido ser su gestión al frente de un ayuntamiento.

En efecto, el éxito electoral de Juan José Cortés y el repudio corroborado a Pilar Baeza el pasado día 26, tal que un nuevo castigo que le cayese por su delitos, son las dos caras con las que se nos invoca un mismo monstruo de visceralidad mórbida: nuestra incapacidad manifiesta de perdonar que tan bien sabe aprovechar la derecha con el único objeto de acogotar los valores de progreso que, necesariamente, han de pasar por ese luminoso artículo 25 de la Constitución como la clave de bóveda de todo su andamiaje ideológico.

Por lo tanto, ante los resultados electorales obtenidos por Pilar Baeza, creo pertinente formular la pregunta de hacia qué picos de dulzura y avance social no nos proyectaría nuestra suficiencia a la hora de ser generosos, echar la vista hacia adelante y, una vez restablecida la justicia, olvidar; pregunta tan pertinente como es la de hacia qué cunetas emponzoñadas de mosquitos y malas hierbas no nos arrastra desde hace décadas el volantazo del odio cuando optamos, una elección tras otra, por el resentimiento como el valor primero que decide nuestro voto.

Para esta segunda tengo claro el veredicto, pues era una pregunta retórica; pero no sé si habrá una respuesta convincente para la primera. Será cuestión de ir dándole vueltas, pensar.

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