Otras miradas

Elecciones en la UE: La erosión de las mayorías y la batalla por el futuro de Europa

Thomas Henökl

Profesor de la Universidad de Agder (Noruega)

Durante los próximos cuatro o cinco años la Unión Europea tendrá que enfrentarse a una serie de desafíos vitales, muchos de ellos más allá de sus fronteras. Se requieren acciones rápidas y decisivas en la lucha contra el calentamiento global; promoción de la estabilidad y orden liberal; desarrollo sostenible; movimientos migratorios; defensa de los derechos humanos y valores democráticos; así como la contribución a la seguridad internacional y gestión de crisis. Para resolver estos problemas, la UE necesita instituciones funcionales que puedan actuar y cooperar entre ellas y con los socios de Europa en todo el mundo. El rol del Parlamento Europeo (PE) es central en este esfuerzo. Después de las elecciones de mayo de 2019, una primera evaluación de la nueva composición de la cámara legislativa produce una imagen ambivalente.

Como aspecto positivo, cabe mencionar que ha habido un enorme interés en los medios y una alta participación en las que son las segundas mayores elecciones del mundo (tras las recientes encuestas en India) y el ejercicio democrático transnacional más importante. La mayor tasa de participación en las elecciones de la UE desde 1994 (en los que en ese momento eran los 12 estados miembros) indica claramente la creciente importancia del PE, así como una mayor politización de la toma de decisiones a nivel de la UE. Los partidos progresistas, especialmente los Verdes (67 eurodiputados), pero también la nueva alianza de Liberales / centristas (ALDE/R, 109 diputados), podrían aumentar su grupo de electores y ahora se encuentran en una posición clave cuando se trata de construir mayorías. Su influencia será crítica, en particular para la formulación de políticas que pongan la sostenibilidad y el crecimiento verde al frente y en el centro.

Lo que resulta preocupante es que los euroescépticos, los populistas y los partidos de ultraderecha atrajeron a un mayor número de votantes en diferentes países; sobre todo en Francia, Italia, Hungría y Polonia. AfD (Alternativa por Alemania), partido de ultraderecha, obtuvo un resultado del 10 por ciento a nivel estatal, y cifras superiores al 20 por ciento en el este del país. En Austria, a pesar de un video escandaloso que involucra a líderes de la extrema derecha austriaca ("Ibizagate"), que causó la caída del gobierno federal, al FPÖ le fue mucho mejor de lo esperado (17.1 por ciento). Sin embargo, en una mirada a través del continente, parecería que el peligro de un giro a la derecha más radical habría sido sobrevalorado por los medios europeos e internacionales. Y, aunque vox consiguió entrar en el PE, es todavía una fuerza minoritaria.

Dirigiendo la UE a través de aguas turbulentas

Los socialdemócratas españoles obtuvieron, por el contrario, muy buenos resultados, al igual que los Países Bajos, Bélgica y Malta. Dada la pérdida de confianza en su partido, el S&D Spitzenkandidat, Frans Timmermans pidió a los socialdemócratas que "permanecieran humildes". En Alemania, Andrea Nahles, lider del SPD y que formaba parte del gobierno Merkel, ha dimitido una semana después de las europeas debido a su debacle electoral. Al mismo tiempo, el holandés Timmermans es probablemente el político más cualificado a nivel europeo en la actualidad, mientras que el conservador Manfred Weber se enfrenta a su propio grupo al haber apoyado al húngaro Víctor Orban. El partido "iliberal" Fidesz de Orban tiene un control total sobre los medios de comunicación, y la campaña, así como la forma en que se llevaron a cabo las anteriores elecciones en Hungría, bordean la manipulación sistemática. No es de extrañar que Fidesz pudiera cosechar más del 50 por ciento de los votos. Lo interesante será saber si Orban abandona el Partido Popular Europeo (PPE) y se une a la alianza de derechas, "La Europa de las naciones y las libertades".

No es sorprendente que a la luz del desastre épico del Brexit que obligó a la Primera Ministra May a dimitir, que los partidarios del Brexit castigaran al gobierno y se unieran masivamente a las filas del nuevo partido anti-UE de Nigel Farage (31.6%). Lo que sí es sorprendente es el nivel de polarización entre pro y contra-Brexit, como se puede ver en la reaparición de los LibDems (20.3 por ciento) y de los Verdes (12.1 por ciento) a expensas del Partido Laborista.

Paralelamente, en Francia e Italia, se predijo el éxito de la extrema derecha, tanto del Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen, como de "la Lega" de Matteo Salvini. Aunque lo que resulta realmente alarmante es la dimensión de ese éxito: RN volvió a ganar, como en 2014, al partido del Presidente, "Renaissance / La République and Marche" (LREM). Esto podría obstaculizar gravemente las ambiciones de Emmanuel Macron para reformar la UE. En Italia, la Lega obtuvo una victoria aplastante con un tercio de los votos. Sin embargo, la derecha populista no está unificada por un proyecto conjunto, y su postura en contra de la inmigración y en contra de la UE son más o menos los únicos puntos que tienen en común. Esto no es suficiente para un programa político, y gracias a ello ahora mismo no hay riesgo de  una conquista de Europa por la extrema derecha.

Una agenda europea para un futuro sostenible

Que la extrema derecha no logre establecer la agenda política, dependerá de la capacidad de los progresistas y moderados para presentar un programa creíble. Debe combinar de manera convincente la política social inclusiva y el crecimiento sostenible, especialmente para los ciudadanos europeos más jóvenes, movilizados en los "viernes para el futuro" y la emergencia planetaria.

La lucha contra el cambio climático se menciona en los programas de todos los grupos moderados del partido, aunque con diferentes niveles de prioridad. El enfoque más creíble está encabezado por los Verdes, a saber, una ley climática europea que ponga un impuesto al CO2. Los Socialistas y Demócratas (S&D) proponen un Pacto de Desarrollo Sostenible, y Renaissance / LREM, en asociación con ALDE (ahora ALDE / R), aboga por un Banco Europeo del Clima.

El modo en que se forman las mayorías en el Parlamento Europeo es importante para que las políticas cambien y sean implementadas; las alianzas en el PE evolucionan en base a proyectos legislativos concretos. Respecto a algunas decisiones, vemos amplias coaliciones centristas, mientras que en otras ocasiones, vemos a las fuerzas de izquierda luchando contra las fuerzas de la derecha. Juntos, EPP, S&D y los Verdes ahora tienen 393 mandatos, más que los 376 requeridos para construir una mayoría (aún más para EPP, S&D y ALDE / R), lo que da pie a la esperanza de que se establezca el rumbo correcto en cuestiones más importantes.

Una cosa está clara: independientemente de la combinación de fuerzas políticas involucradas, las mayorías serán más pequeñas y menos estables, con unos pocos votos divergentes que marcarán la diferencia en asuntos clave. Por esta razón, las partes interesadas desean saber de manera concreta quién apoyará los diversos proyectos políticos y quién se opondrá a ellos, o quién impulsará una legislación específica en una u otra dirección. La composición de los comités más importantes: presupuesto, relaciones externas y desarrollo, es otra cuestión crucial.

La principal prioridad para el nuevo Parlamento es negociar y adoptar el próximo Marco Financiero Plurianual, MFF, para 2021-27. Predominarán los conflictos sobre la distribución de recursos, en particular los subsidios agrícolas y las finanzas de los fondos estructurales de la UE. El temor es que se preste muy poca atención a temas cruciales futuros, como puede ser la construcción de sociedades resilientes, los objetivos de desarrollo sostenible y la política exterior y de desarrollo de la UE. Esto podría convertirse en un boomerang, dado que estos desafíos globales se acumulan y el tiempo para actuar es escaso.

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