Otras miradas

Sufrimiento psíquico, reflexión y revuelta

Andrea Momoitio

Periodista remasterizada y coordinadora de @pikaramagazine

Está sentada entre el público y habla con la contundencia de la experiencia. La emoción brota de sus ojos y se rasga en la garganta. Puede que tiemble, pero es imperceptible. En una de sus intervenciones recuerda a una de sus compañeras de habitación, una mujer que estuvo atada durante más de 48 horas a su cama, quién sabe por qué: "Tuve que quitarle yo el tampón", dice. Cuenta eso y recuenta todas las experiencias violentas que ha vivido en su experiencia en centros psiquiátricos. El silencio tenso es evidente cada vez que alguien narra alguna experiencia en primera persona. Aunque parezca increíble: las primeras personas de las voces psiquiatrizadas empiezan a escucharse últimamente, gracias al esfuerzo ingente de los y las activistas. Denuncian, entre otras cosas, el exceso de protagonismo que han tenido históricamente las familias y el personal médico en la psiquiatra. Mucho más que las personas diagnosticadas. Las violencias que sufren son incontables, pero las vinculadas a la contención mecánica son espeluznantes.

La contención mecánica es, según podemos leer en la web #0contenciones.org, una práctica muy común en las unidades de psiquiatría del Estado español. "Consiste en atar a una persona a la cama con correas, sujetándola de la cintura, muñecas y tobillos, para impedir que se mueva libremente. La persona puede permanecer atada durante horas o incluso días, dependiendo de la decisión del personal sanitario. La contención en el estado español se suele practicar de forma opaca y no controlada (no es posible acceder a registros donde se explique quién es atado, por quién, por qué, durante cuánto tiempo ni cómo) y en caso de secuelas graves o mortales, queda impune". La historia de Andreas, la joven que murió de meningitis tras 75 horas atada en la unidad de Psiquiatría en el Hospital Central de Asturias tras un diagnóstico de enfermedad mental, evidencia la violencia del sistema psiquiátrico. La contención mecánica no es un acto médico inevitable, sino una práctica, muy extendida, que atenta contra los derechos humanos, una forma de tortura. Desde la campaña #0contenciones reclaman normativas que prohíban su uso con un carácter permanente y que, de una vez por todas, se acabe con la impunidad.  En un momento de angustia y dolor, elementos que acompañan a las crisis, la necesidad de sentirse segura, arropada y querida es imprescindible. Atarte a la cama no suena muy a cuidarte, la verdad.

Ya hay experiencias que han evidenciado que es perfectamente posible actuar de otra manera, con creatividad y sin tanta violencia. ¿Una opción? Ampliar el horario de visitas en los centros psiquiátricos. Estar con alguien que quiere estar contigo suele ser una buena estrategia. Muchas de las personas con diagnósticos psiquiátricos han podido desarrollar estrategias de autodefensa y supervivencia antes de llegar al sistema médico (escuchar música o hacer deporte, por ejemplo, cuando sienten que van a tener una crisis), pero estas estrategias son generalmente anuladas por el sistema médico. "Lo verdaderamente imprescindible para llegar al objetivo de #0contenciones es que quien toma la decisión de atarnos, tome otra: la de no atarnos ni dañarnos cuando estamos en una situación de especial vulnerabilidad dentro de un espacio que se presupone de cuidados", aseguran desde Locomún, un colectivo interesado en la politización del sufrimiento psíquico desde la reflexión y la revuelta.  Una de esas revoltosas es M., una persona que vive momentos de angustia y, precisamente por eso, una de las principales expertas en el tema. Está trabajando activamente en la campaña para erradicar las contenciones y por promover la visibilidad de las personas psiquiatrizadas. Dice que llegó tarde a su propia autodefensa, pero desde entonces no ha parado de trabajar por inundarlo todo de activismo loco y lo ha inundado todo. Nos ha inundado a todas las que la tenemos cerca.

La campaña incluye también testimonios y experiencias de personas que han sido ATADAS en contra de su voluntad, voces, en primera persona, que gritan que no podemos seguir obviando, ignorando ni silenciando la violencia tan brutal que se sufre en los hospitales psiquiátricos; la vulneración de los Derechos Humanos en flagrante y esa es la única locura que tenemos que erradicar con urgencia.

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