Otras miradas

El cáncer de cada día

ANA BERNAL-TRIVIÑO

"Tengo que decirte algo, dame un toque". Me levanto del despacho, la llamo y mi amiga me dice que tiene cáncer de mama. "Eres una brujilla", me responde, porque hace poco intercambiamos unos mensajes, y me quise asegurar de si estaba bien,  porque sentía algo extraño en ella.

Esta semana también murió Valentín, compañero de Canal Sur, de cáncer de pulmón. Con su #yomecuro nos dio a todos una lección para hacer frente a la enfermedad. Estos días me volvía a encontrar en las redes sociales con perfiles de amigas o amigos que ya no están porque murieron por cáncer, pero también sonrío cada vez que navego por esas redes y me encuentro a muchas y a muchos viviendo tras él.

Llevo días queriendo escribir sobre el cáncer pero se me agolpa. Me cuesta escribir sobre él, pero me encuentro muchos mensajes sobre él. Escribir sobre el cáncer es el reconocimiento de que sigue presente en nuestras vidas y, no hacerlo, me supone un intento por negar su existencia. Vivir como si nunca hubiese estado y como si no estuviera. Por otro lado, me molesta cada vez más escribir en los "Días del cáncer de X", porque el cáncer no es un día, es todos los días y que se extiende, en ocasiones, en años. Días de revisiones y de visitas a oncología donde no te recuerda nadie. Días donde a los cuidadores nos entra la pregunta de si lo estamos haciendo bien o si con tanto trabajo entre manos, no le estás dando la importancia que debe. O será que ya es justo eso, cosa de tan día a día, que lo tienes asimilado como lo normal.N

No quería escribir sobre cáncer, pero estas semanas, día sí y día también, ha estado en mi vida. En mis amigas, en mis amigos, en mi gente, en las revisiones de mi madre... Volver al hospital es siempre un mal trago. Recuerdas a pacientes antiguos, ves llegar a otros nuevos, ves al familiar que no quiere llorar delante del enfermo y que se refugia en secretaría de citas para desahogarse, ves a enfermos salir con una sonrisa para que la familia no se preocupe, ves a las mismas enfermeras con las que compartes recuerdos, ves a enfermos y enfermas en un estado físico muy alejado al que se muestra en las campañas de márqueting.... ves la enfermedad pasar ante tus ojos, en todos sus grados, en todos sus estadios, en todas sus variedades.

No quería escribir pero escribo en memoria de los que ya no están y porque hay varias personas que me han pedido que lo hiciese por ellas.

La mayoría mujeres, cansadas de que el cáncer sea usado por famosos o famosas agravando sus síntomas (cuando no, usando el propio cáncer para abrir portadas de la prensa para luego decir que no era un cáncer), mientras estas compañeras están trabajando en la calle, en sus casas, cuidando a sus hijos, cocinando con el infusor de la quimio puesto, sin haberse bañado en la piscina este verano porque la quimioterapia les producía calambres en contacto con el agua, sin su pelo, sin pecho, con colostomías, con la piel casi quemada, buscando remedios para las náuseas, o viviendo el cáncer en paro sin opción a comprarse ninguna de esas soluciones de "belleza" o de cuidados para mejorar los síntomas. Cansadas de que tengan que parecer "guapas" en las fotos porque hay otras famosas con cáncer que lo llevan "genial" y parece que la enfermedad no ha pasado por ellas, mientras ellas comprueban que su realidad es diferente. Cansadas de que no se hable del cáncer y de la pobreza.

Me comenta una que después de horas de espera en una silla de metal, en la seguridad social, y de ponerse la quimio, y de ver cómo se le cae el pelo, no sabe cómo una famosa que tiene el mismo cáncer que ella, se supone que en el mismo estadio, no tiene la misma evolución. Y me pregunta si será que a ella le ponen una quimio diferente, si será que la otra está usando un tratamiento más innovador, si será que como tiene más dinero tiene acceso a cuidados mejores que ella. Y se comparan con ese cáncer que sale en las revistas y en los post de instagram, donde todo es perfecto y de color.

Sobre ello también me escribe Amparo, curada de un cáncer de mama en 2014 y con un cáncer metastásico desde 2018. "Cuando has pasado por mastectomía, quimio y radio, te dicen: ‘Estás limpia, estás curada’. Pero no te previenen de una recaída. Y recaes. Y preguntas hasta cuándo debes tomar tratamiento y te miran como si tuvieses que saberlo, antes de que te respondan: el resto de tu vida. Se necesita dar visibilidad también a las metástasis. Nos cambia la vida de raíz". Y le comento a Amparo que en mi familia, con otro cáncer, también hubo recidiva (recaída) y que sí, que no nos preparan para ello, como tampoco en mi casa estuvimos preparados cuando nos hablaban de paliativos en el caso de mi tía. Son dos temas casi tabú.

Me escribió Cristina, que lleva tiempo en Instagram bajo la cuenta de @GodSaveTheTit y me cuenta que lanzaron la campaña #menosrosamásinvestigación porque están cansadas de que se pinte de rosa el cáncer de mama, cuando es "un marrón", de que no se hable de los recortes en investigación y de que las redes sociales no permitan que se vea su pecho operado o un simple pezón. Me irrita que esa filosofía "happy forever" haya inundado también esta enfermedad, en esa visión de tener la sonrisa obligada en la cara y no permitir que dentro del cáncer también hay días malos y reconocerlos.
Cristina me escribe, cansada de "esta especie de locura buenrollista" del cáncer de mama, que "queda bonito a la galería. El postureo de personas que se denominan guerreras y que nos ponen a las demás el listón muy alto. Si ella es fabulosa con el cáncer, ¿por qué tú no?". Me cuenta que su campaña de #menosrosamásinvestigación fue idea de @lasonrisademaria y de @tocatelastetas. Junto con @nosolounlazo denunciaron el pinkwashing, término acuñado por la Breast Cancer Action para identificar a las empresas que aseguraban apoyar a las mujeres con cáncer de mama, mientras que en realidad pretendían obtener mayores beneficios y mejorar su imagen de marca al incorporar a su publicidad una causa benéfica.

También recibo un mensaje de Lourdes, que me insiste en que hablemos de otros cáncer más allá del de mama. Me pide luego disculpas por si alguien se ofende pero es que "el resto de cáncer también existe", me avisa ella, con su leucemia. Y lo mismo me transmite Teresa, con el cáncer de colon, porque "a veces parece que se extiende mucha investigación solo en un cáncer y otros se olvidan, por ejemplo, el de páncreas".

Y, por último, escribo porque me lo ha pedido mi amiga, que justo hoy la están operando. Me ha dicho "Ana, escribe", cuenta que "en mi caso el bulto no salía en la mamografía y sólo se detectó en la ecografía", "recuerda que hasta octubre 350000 estuvieron nueves meses en espera de mamografía porque la detección precoz del cáncer de mama estaba parada en Madrid", y "pon también que hay que ir a revisarse, por favor". Y yo le cuento desde cuándo no me reviso. Y me regaña. Le hablo del trabajo y me dice: "como ya sé cómo eres tú, júrame por la Constitución que vas a ir a revisarte, o vendrá Federico (García Lorca) desde arriba a tirarte de las orejas". Y ella se ríe, y se corrige, y salta: "bueno, no, Federico no, que si aparece nos echamos a llorar".

Hoy espero que salga bien de su operación, que afronte su tratamiento y que nos hagamos ese paseo por la playa de Málaga que nos debemos para brindar por nosotras. Ese paseo que tantas veces hemos retrasado porque... el trabajo, el trabajo, el trabajo. Me da pena tenerla lejos y no poderle dar un abrazo. Quizás con estas letras, alcanza. Y me da rabia que el cáncer siga existiendo, y más rabia aún que se use en portadas de revistas del corazón y en campañas de márqueting que no cuentan, la verdad, del día a día del cáncer.

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