Otras miradas

We come out stronger!

Máximo Pradera

La frase "Somos Mas Fuerte Que El Coronavirus" pintada en una acera de la localidad estadounidense de Chelsea (Massachusetts). REUTERS/Brian Snyder
La frase "Somos Mas Fuerte Que El Coronavirus" pintada en una acera de la localidad estadounidense de Chelsea (Massachusetts). REUTERS/Brian Snyder

El virus nos hará más fuertes. Creo que al primero al que le escuché esta majadería fue a Felipe VI El Preparao. En el discurso del 18 de marzo. Se supone que un monarca le habla al pueblo para darle ánimos, pero a mí el Borbón me saca de quicio. Empezando por esa voz de adolescente con gallos, que nunca se ha preocupado de mejorar. Con toda la pasta que tiene (la de los contribuyentes y la que heredará más pronto que tarde de su padre) ¿por qué no se agencia un logopeda y baja la voz al pecho? Nuestro rey tiene ya 52 castañas, pero cierras los ojos cuando habla y parece que quien ocupa el trono es Pancho, el de Verano Azul.

Si el virus nos va a hacer más fuertes, no se entiende por qué no hablamos ya con el alcalde de Wuhan y le pedimos que nos mande una pandemia anual. ¡Podríamos ser Schwarzenegger! Ahora en serio. El propietario del pequeño comercio que ha tenido que chapar para siempre, ¿va a salir más fuerte de la pandemia? El hijo que no ha podido siquiera estrechar la mano del padre o de la madre cuando agonizaba en la UCI ¿saldrá más fuerte? La anciana que revuelve el contenedor de basura en busca de comida ¿saldrá más fuerte? Sobre todo, porque esa pobre mujer ha sumado al hambre y la miseria el dolor y la humillación de ver cómo los Cayetanos de Núñez pasaban junto a ella sin inmutarse: impasible el alemán, como habría dicho el Félix Rotaeta de Pomporrutas Imperiales.

Recordemos que la frase completa de Friedrich Nietzsche es Lo que no te mata te hace más fuerte. Al Preparao y sobre todo al Cambiacolchones que tenemos en Moncloa, se les ha olvidado la primera parte de la cita: lo que no te mata.  Pero este virus sí que mata. Nos ha exterminado. Casi 30 mil fallecidos y el país entero, una vez más, en la pobreza. Salimos más fuertes no solo es mentira. Es hiriente recochineo.

Tratamos de tapar con un repugnante eslogan publicitario lo que no es más que un clamoroso fallo de las instituciones. La ha cagado, en primer lugar, la OMS. Lo denunció Andrea Crisanti, el prestigioso virólogo italiano que frenó la pandemia en Veneto. Los chinos contaron el cuento de que solo contagiaban los que tenían síntomas y resulta que los peligrosos eran los asintomáticos. Mintieron y engañaron por miedo a que el mundo pusiera a China en cuarentena: puro interés comercial. Y la OMS, financiada por los contribuyentes, no mandó una task force a Wuhan para verificar in situ el cuento chino. Es jodido tener que admitir que las instituciones que hemos creado para protegernos se pasan los protocolos por el arco de triunfo. Casi tanto como tener que darle la razón en esto al oligofrénico pelopony que ocupa la Casa Blanca.

Tan inquietante o más es el fallo de la IMI, Iniciativa para la Medicina Innovadora. Resulta que hay un consorcio público privado en la UE en el que participa el lobby de las farmacéuticas, uno de los más siniestros que conozco, junto al de la bollería industrial. El instituto se ha creado para investigar aquellas enfermedades que, a pesar de afectar a millones de personas, no tienen suficiente inversión. Malaria, tabaquismo, pandemias. PANDEMIAS. Por coronavirus. Las farmacéuticas presionaron para que el dinero de los contribuyentes no se invirtiera en investigar el modo de frenar las pandemias. No se le veía rentabilidad alguna. ¿Para qué? ¡Si el Mers y el Sars se habían detenido, como quien dice, por sí mismas! Mejor desviar el dinero a cáncer y diabetes. Solo que ahí ya había dinero a espuertas. ¿Poner más pasta? ¿A santo de qué? Muy sencillo: son los cestos en los que el lobby boticario tiene puestos los huevos. El cortoplacismo acabará un día de estos con la especie humana.

La crisis económica de 2008 y la del 2020, cada una de su padre y de su madre, tienen sin embargo esto en común: fallaron las instituciones. Lo público. En el caso de Lehman Brothers, los yanquis derogaron la ley Glass–Steagall que Roosevelt había creado en los años 30 para evitar otra crisis del 29. Y al derogarla, mandaron a la ruina a medio mundo. En el caso del COVID, ni la UE ni la OMS se ocuparon de protegernos. Las instituciones nos han dejado a los pies de los caballos. Luego que no se quejen de que la gente no pague impuestos. De que haya tantos paraísos fiscales. ¡Si nuestro dinero no vale para nada!

Salimos más fuertes, aún mejor en su versión inglesa, We Come Out Stronger, lleva camino de convertirse en el eslogan publicitario más siniestro de la historia. No lo tiene fácil. Ahí está el Just Do It de Nike, cuyo macabro origen pocos conocen. El publicista que lo inventó confesó que se inspiró en una frase de un asesino condenado a muerte en los EEUU. Cuando, frente al pelotón de fusilamiento, le preguntaron si quería decir sus últimas palabras, soltó: Let´s do it.

Y ahora, disculpadme. Me van a dar las ocho y llega el momento de calzarme mis Air Max y salir a correr.

We come out stronger? My balls 33!

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