Otras miradas

Los gobiernos de España y la Generalitat deben impedir el cierre salvaje de Nissan

Ramón Górriz

Confederación Sindical de CCOO

Una trabajadora de Nissan protesta por el anunciado cierre de la planta de la Zona Franca de Barcelona, frente a un concesionario de la firma japonesa en Granollers. EFE/Alejandro Garcia
Una trabajadora de Nissan protesta por el anunciado cierre de la planta de la Zona Franca de Barcelona, frente a un concesionario de la firma japonesa en Granollers. EFE/Alejandro Garcia

Entre sus innumerables escritos, Bertolt Brecht, autor de obras de teatro y poeta, de teatro, escribió "quien lucha puede perder, pero quien no lucha ya ha perdido".

La lucha de los trabajadores de Nissan contra el cierre de su factoría no va a resultar como pretende la Dirección de la multinacional, una simulación de "diálogo y búsqueda de la salida menos traumática", como ha declarado el vicepresidente de la multinacional Frank Torres.

La plantilla tiene muchos años de experiencia, de lucha y de solidaridad; sabe que las condiciones de trabajo alcanzadas no cayeron del cielo ni fueron regaladas graciosamente por la dirección de la multinacional. La historia de las luchas de las trabajadores y trabajadoras es larga y heroica.
De nada sirven a la multinacional que estas plantas ostenten el rendimiento más alto del grupo y la flexibilidad productiva.

Al contrario, las trabajadoras y trabajadores tienen grabados en la memoria el incumplimiento por la Dirección de Nissan de los acuerdos negociados y acordados con la representación sindical y con los respectivos Gobiernos. La multinacional Nissan ha recibido millones de euros para realizar inversiones.

Por esto, la respuesta de las trabajadoras y trabajadores no se ha hecho esperar en la huelga, en las asambleas, en las manifestaciones, en las concentraciones, en el intento de la multinacional por iniciar el periodo de consulta, solo están dispuestos a hablar de "trabajo y de futuro". No están dispuestos a ser el instrumento que condene a las plantillas y a las ciudades donde se asientan a la desindustrialización que conduce a la precariedad y al hambre. Estamos hablando de más de 25.000 personas, entre las tres plantas y los respectivos proveedores.

El sector del automóvil es uno de los motores de la economía capitalista. A lo largo de la cadena de la multinacional, múltiples ramas son movilizadas: materias primas, metalurgia, fundición, mecánica, química de los materiales plásticos, electrónica, informática y digitalización..., además de la plusvalía extraída del factor trabajo. De aquí vienen los beneficios que ahora van a deslocalizar.

Si la apuesta de la multinacional era la negociación, lo debería de haber pensado antes de anunciar el cierre de las plantas, pero su objetivo era claro: "anuncio el cierre y los despidos, acabo con el empleo y obligo a negociar a la baja las indemnizaciones". A esto se refiere Frank Torres, vicepresidente de la multinacional Nissan, cuando habla de "diálogo y salida menos traumática".

Estamos ante un cierre monstruoso, salvaje y sin justificación, que no se puede aceptar y que abre un conflicto de extrema gravedad. El ataque de Nissan es un aviso para navegantes, se enmarca en una combinación de una crisis de superproducción clásica con la irrupción de los efectos del uso del automóvil en el cambio climático.

Las crisis habidas en el sector dejan al descubierto que el único objetivo de las firmas es vender los productos que les garanticen enormes beneficios. Nunca en la historia del sector por parte de las multinacionales se han conocido propuestas de reconversión y reestructuración que garanticen el empleo. Tampoco ahora.

La grave pandemia ha revelado la fragilidad de un sistema de producción globalizado. La crisis ha perturbado fuertemente la producción, el transporte y la demanda, generando profundos cambios a nivel económico y social.

La supresión del empleo y los despidos anunciados por Nissan es su gran aportación al aumento del paro, a los expedientes y a agravar el daño al tejido productivo. Y esto ocurre cuando la mayoría de las trabajadoras y trabajadores no se han recuperado de los graves efectos de las políticas de austeridad aplicadas durante la Gran Recesión: devaluación salarial, paro, precariedad, desigualdad...

A esto hay que añadir los efectos de la reforma laboral del Partido Popular, que eliminó uno de los instrumentos de intervención política en los procesos de reestructuración y cierre de empresas; una cuestión urgente que el Gobierno debería corregir.

La Autorización preceptiva de la Autoridad Laboral reforzaba y equilibraba la posición de los trabajadores, a la vez que permitía buscar alternativas que no fueran el cierre y la supresión del empleo. Con razón se ha dicho que la Reforma Laboral de Mariano Rajoy es el marco de relaciones laborales al servicio de los intereses de las élites económicas y de las multinacionales.

Nissan es una parte muy importante para la industria de España, donde el sector industrial se aleja del objetivo fijado por la Comisión Europea. No es tiempo de declaraciones: el Gobierno y la Generalitat deben impedir el cierre de Nissan.

Sin industria no hay futuro. El sector del automóvil es estratégico para España, tanto para el modelo económico como para el productivo. La continuidad de Nissan es necesaria y posible, y encaja a la hora de desarrollar un transporte ecológico y un modelo económico y productivo sostenible, sin pérdida de empleo. Mantener Nissan contribuye a la transición ecológica y a impulsar la digitalización. Apostar por la transición verde es impulsar la industria.

La política de los Gobiernos de dar dinero a las multinacionales, sin compromisos de empleo, no sirve para poner en marcha un cambio de modelo productivo que responda al cierre de las plantas. Las ayudas millonarias que ha recibido Nissan deben devolverlas al Estado y con ellas construir un nuevo modelo productivo. Por tanto, los gobiernos y las administraciones públicas pueden y deben intervenir en la defensa de la industria y del empleo.

La agresión de la multinacional es brutal y demuestra a las claras la falta de principios y de respeto a los trabajadores y trabajadoras. El anuncio del cierre se realiza en plena pandemia, con el dolor y la incertidumbre que ha generado, demostrando lo que le importan las vidas y el trabajo a la multinacional.

Ahora, la multinacional intenta burlar la actual legislación laboral, obstaculizando y generando mil argucias para ocultar y entorpecer la información económica, los procesos productivos, los intentos de ocultar que Nissan y Renault son la misma empresa y, por tanto, Renault tiene responsabilidades en el cierre anunciado de las plantas de Nissan.

El anuncio del cierre de sus plantas en Catalunya vuelve a poner en el candelero el papel estratégico de la industria y es una prueba para que el Gobierno, la Generalitat y las administraciones jueguen el papel que les corresponde en la defensa del empleo y de la industria.

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