Otras miradas

La nueva "nueva política"

Marc Grau Solés

Profesor de la UAB y consultor político

Las coordenadas de la política han cambiado con la pandemia, y el independentismo hará bien en tomar nota. Si no quiere salir derrotado del contexto complejo que tenemos delante, deberá saber leer y adaptarse a los nuevos tiempos.

El procés independentista ha transcurrido mientras nuestro país ha circulado por el túnel oscuro de la crisis iniciada en 2008. Nuestra generación es hoy testigo de un cambio de época. Los cambios en la sociedad son irreversibles y, de hecho, se han acelerado en cada una de las múltiples crisis que hemos sufrido. Y a lo largo de esta década el debate nacional, con la construcción de un nuevo país como horizonte, ha canalizado los múltiples agotamientos de nuestra sociedad.

Hoy sabemos que la próxima etapa del soberanismo deberá convivir de nuevo con una nueva crisis, la derivada de la pandemia de la covid-19. Y sabemos también que el proceso independentista no lo podemos entender sólo desde el eje nacional, sino también como una respuesta al cambio de época de una sociedad cambiante que demanda nuevas respuestas. Por ello, la clave, entonces y también hoy, es entender la complejidad del momento y saber adaptarse.

Las coordenadas de la nueva política

Volvemos a un mapa que no sólo se mueve en un único eje, el nacional, a pesar de seguir siendo central. Reaparece con más fuerza el eje derecha-izquierda, sobre todo en la medida en que los impactos de la crisis derivada de la pandemia se vayan haciendo más evidentes. Pero los próximos tiempos no pasarán por tener que escoger entre un eje u otro; entre decidir volver al procés tal y como lo entendíamos o abordar los problemas urgentes de la gente derivados de la crisis. El escenario es más complejo.

Porque, de hecho, lo que ha pasado los últimos años en Catalunya no se puede explicar sólo en base a estos dos ejes tradicionales. Debemos incorporar al análisis nuevos ejes que actúan de "hendidura" de la sociedad y explican su comportamiento político. A menudo hemos hablado de un tercer eje, el de la nueva política. Y la hemos conceptualizado en términos de establishment/sistema vs ruptura/cambio.

Este eje nos es útil porque nos permite entender fenómenos como el procés independentista, la reconfiguración del mapa de partidos en España, o incluso también la victoria de Trump, el Brexit o la aparición de formaciones de extrema derecha. A pesar de ser muy diferentes, estos fenómenos comparten el hecho de ser expresiones de la incertidumbre, la inseguridad, la vulnerabilidad y el descontento de una parte de la sociedad con sus élites políticas y económicas.

Ahora bien, lo que está en juego en cada una de estas "grietas" se reconfigura en cada momento. Y la oposición entre "sistema" y "ruptura" poco a poco va evolucionando, sobre todo a partir de la crisis derivada de la pandemia, hacia una valoración cada vez mayor por parte de la ciudadanía de la capacidad de los líderes políticos de renovar las respuestas y modernizar el país. Los últimos resultados electorales en toda Europa lo demuestran.

La nueva política se parece poco a la que conocíamos hace poco más de cinco años. Las coordenadas de 2015 eran unas, y en 2020 han cambiado: los resultados en las elecciones en Galicia o Euskadi son una prueba. Hay que leer los nuevos tiempos. Este tercer eje está evolucionando y ya no pide personas recién llegadas a las instituciones por el simple hecho de ser nuevas, sino una política nueva que se parezca a esta sociedad que ha cambiado tanto y, sobre todo, que ofrezca gobernabilidad y modernización.

Nuevos tiempos, nuevas coordenadas

En Catalunya, la última década ha servido para constatar que existe una mayoría social progresista y soberanista que no quiere esperar para construir un nuevo país. Pero también hemos aprendido que ya no nos sirven las recetas antiguas, ni podemos volver atrás. Son necesarias nuevas respuestas. Y el independentismo deberá saber leer esas nuevas coordenadas, porque liderará la política catalana los próximos años la propuesta que combine todas estas cuestiones, sin renuncias, y sepa dirigirse y configurar este camino central para hacer avanzar Catalunya en todos los sentidos.

Ahora vienen nuevos tiempos, tiempos exigentes. En los próximos años, se valorarán los liderazgos que se muestren capaces de leer el momento y gestionar la complejidad, que piensen en el largo plazo y tengan la capacidad de renovar respuestas y modernizar el país, transmitiendo un futuro que ilusione. Y se premiará a los partidos que se presenten como organizaciones transversales, reflejo de la Catalunya del siglo XXI.

Organizaciones que conecten con las inquietudes y los retos de los nuevos tiempos, y sepan atraer también a lo mejor del país, del mundo académico o profesional, para que hagan el paso (siempre temporal) a las instituciones, para poner su esfuerzo e ilusión en servir a la gente. Así, se trasladarán a las instituciones nuevas realidades y los retos de una sociedad que ha cambiado mucho, y también nuevos conocimientos y respuestas a estos nuevos retos.

Con todo, el proceso soberanista no sobrevivirá a la pandemia si juega la partida sólo en el eje nacional. El independentismo deberá proyectar gobernabilidad y modernidad ante los retos que la Covid nos ha puesto delante de los morros. Y su proyecto, deberá ser la mejor respuesta al cambio de época. La nueva política ha muerto: ¡Viva la nueva política!

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