Otras miradas

Lo seguiremos diciendo sin miedo: ante la monarquía corrupta, independencia

Pere Aragonès y Marta Vilalta

Coordinadores generales de ERC

Como republicanos e independentistas, comprometidos con el progreso y la justicia social, defensores vehementes de la libertad, nadie nos podrá hacer callar. Ni las amenazas ni la represión, ni la persecución enfermiza de la extrema derecha y de aquellos que les hacen el juego, harán que dejemos de denunciar la mancha de corrupción cada vez más evidente y extensa de la monarquía española, símbolo inequívoco de la caducidad de este Estado español. Nosotros, siempre con la cabeza bien alta, y con toda la solidaridad con los compañeros y compañeras republicanos, seguimos y seguiremos construyendo la independencia de Cataluña. Sin que nadie nos silencie. Porque nadie nos podrá hacer callar y no callaremos. No ha callado la cárcel a Oriol Junqueras, ni al resto de presos políticos, como no ha callado el exilio a Marta Rovira, ni a ninguno de los exiliados.

Los poderes del Estado actúan desde la impotencia de quien se sabe enfermo y carcomido, de quien sólo sabe responder desde la amenaza y la represión ante cualquiera que ose cuestionar —desde el estricto respeto al juego democrático— el orden establecido. Para ello necesitan una Ley Mordaza -fácil de criticar desde la oposición pero que no se atreven a derogar cuando gobiernan- que ayude a apuntalar los cimientos del Régimen. Por eso tenemos un Estado que se siente cómodo encarcelando a la Presidenta Forcadell por el simple hecho de haber favorecido el debate parlamentario sobre la independencia de Cataluña. Por eso tenemos un Estado que encarcela demócratas por haber permitido votar a la ciudadanía. Y por eso tenemos un Estado que facilita la fuga de un Rey que primero abdicó para intentar proteger la institución de sus delitos y que ahora marcha cuando se ve acorralado por la evidencia de que durante años ha cobrado comisiones millonarias.

Nada nos debe sorprender. Hay que recordarlo, para evitar su olvido nada casual: Juan Carlos I es el heredero directo de Franco, de quien hizo de cuarenta años de dictadura un negocio muy fructífero. Y a pesar de las operaciones de Estado para intentar marcar distancia con la dictadura y revestir su reinado de democracia, los sucesivos escándalos protagonizados por él mismo –con la hilarante cacería en Botswana- o su familia -con el silencio cómplice de Urdangarin - demuestran que la familia real española está en descomposición y con ella unos poderes del Estado que se han sentido impunes fiándolo todo a su fidelidad.

Con toda la complicidad y toda la solidaridad republicana que siempre tendrán por nuestra parte, se convierte en una quimera que se produzca un vuelco republicano en España que respete la plurinacionalidad y las libertades. Deseando que algún día España rompa el yugo cortesano y se convierta en una república de derechos, nuestro camino es otro, y es lo que nos lleva inequívocamente a trabajar por la independencia y hacia la república catalana. Un camino recorrido mucho más largo ya, y con un apoyo social incuestionable.

Seguimos, pues, empeñados en construir un país de bienestar, con derechos y oportunidades para todos. Un país feminista, con igualdad real entre mujeres y hombres. Un país próspero, con trabajo digno y que no penalice a los emprendedores. Un país que respete su entorno natural, que sea líder en sostenibilidad y procure por el equilibrio territorial. Un país culto, que apueste decididamente por la cultura y la educación como herramientas fundamentales para la transformación social. Y un país europeísta y comprometido con la paz, la solidaridad y los derechos humanos. Este es el grito de esperanza, de libertad y de justicia que resonaba por las plazas de Cataluña el 14 de abril de 1931, mantenido por Esquerra Republicana durante nuestros 89 años de historia. Y este es el grito de esperanza, de libertad y de justicia que resonaba en los colegios electorales el 1 de octubre de 2017, y resuena hoy todavía.

Con el convencimiento de que Cataluña es republicana y con un abrazo fraternal a las compañeras Teresa Rodríguez y Ana Pontón y al compañero Antoni Noguera, seguiremos denunciando que la Corona es una organización criminal, que la inviolabilidad del Rey sólo busca protegerlo de sus delitos y que el delito de injurias a la Corona no es compatible con la libertad de expresión ni con la igualdad de todos y todas ante la ley. Por eso hemos iniciado los trámites para despenalizar este vergonzoso delito. Porque hoy, ante los reiterados escándalos de la Casa Real, todo el mundo se pueda expresar sin miedo y con libertad.

Hoy nos han puesto a nosotros en el punto de mira, y por cálculo, por casualidad o por vergüenza estival, la fiscalía ha archivado las denuncias. Pero que no crean que nos engañan o nos satisfacen. Son demasiados los represaliados y perseguidos todavía. Demasiadas las causas abiertas contra la libertad de expresión y el independentismo democrático. Y demasiadas las evidencias de injusticia y represión, protagonizadas por este mismo sistema judicial, que llevamos a las espaldas. Y por eso manifestamos el apoyo incondicional de Esquerra Republicana a todos aquellos que todavía están sufriéndolo.

Hoy, en pleno siglo XXI, el máximo exponente del Régimen del 78 sigue siendo la monarquía. Un régimen arcaico, caduco y obsoleto. Un Régimen apuntalado por los poderes económicos, mediáticos y judiciales. Apuntalado por la extrema derecha y la derecha extrema. Y apuntalado por el PSOE y por la sobreactuación con la que Podemos intenta ocultar su inacción. Esta es la realidad que nos rodea. Pero ante sus amenazas y su represión, lo que no haremos es callar. Porque si callamos pierde la democracia. Y la democracia es la mejor aliada para ganar la República catalana.

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