Otras miradas

Bloqueo en Venezuela: Caen las máscaras del Grupo de Lima

Mario Isea Bohórquez

Ex embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante el Reino de España.

El llamado Grupo de Lima ha jugado un papel fundamental en los últimos años en la ofensiva del gobierno de Estados Unidos para bloquear a Venezuela e intentar derrocar a su gobierno constitucional, así como para "justificar" el seguidismo de la Unión Europea. La supuesta lucha por la democracia y los derechos humanos en Venezuela decían era su objetivo. Sin embargo, el tiempo ha develado la gran farsa que ha constituido.

Recordemos que en 2017, tras el fracaso en la Organización de Estados Americanos (OEA) en activar la Carta Democrática Interamericana contra Venezuela, el Grupo de Lima surgió como la cabeza de playa de la ofensiva de los halcones estadounidense contra el pueblo venezolano. [No es baladí apuntar que la intensión de aplicar la llamada Carta Democrática a Venezuela era justificar "legalmente" una invasión armada a nuestro país].

Así, el Grupo de Lima nació con el sólo propósito de brindar cierto barniz de "multilateralismo" a la ofensiva del gobierno de Estados Unidos y la extrema derecha venezolana para derrocar al gobierno constitucional y democrático de la República Bolivariana de Venezuela. Y es que este cártel no sólo se prestó para desconocer a priori las elecciones presidenciales venezolanas de mayo de 2018 – en las que fue reelecto limpiamente el presidente Nicolás Maduro Moros-, sino que luego reconoció velozmente la autoproclamación como presidente del diputado Juan Guaidó, en enero de 2019, e incluyó a su supuesto "gobierno interino" en su seno, en febrero de ese año.

Como si fuera poco, además, utilizando su paraguas se lanzó una de las ofensivas más intensas de descalificación internacional que haya sufrido el gobierno venezolano, que ha servido como excusa o se utilizó para justificar el bloqueo total económico-financiero al país. Se escribirán ríos de tinta sobre el daño que este bloqueo inhumano ha hecho al pueblo venezolano, aunque la campaña mediática de los poderosos pretenda culpar de sus consecuencias al gobierno bolivariano...

Irónicamente, el tiempo ha ido demostrando el talante antidemocrático y corrupto de los integrantes del Grupo de Lima y el doble rasero de los gobiernos de Estados Unidos y los países de la Unión Europea. Nos referimos no sólo a la incorporación en diciembre de 2019 del gobierno de facto y represor de Jeanine Añez, nacido del Golpe de Estado en Bolivia, sino también a la contundencia de las denuncias y escándalos que han estremecido y en muchos casos acabado los gobiernos de los países que lo han integrado.

Por cierto, sobre el golpe de Estado en Bolivia no se puede obviar la responsabilidad del secretario General de la OEA –nunca mejor conocida como el Ministerio de las Colonias—, Luis Almagro, en su impulso y blanqueamiento internacional. Especialmente, porque resulta una de las pruebas más contundentes de la carencia de imparcialidad y, peor aún, absoluto servilismo del señor Almagro a los más espurios intereses de la élite dirigente en los Estados Unidos.

Siguiendo con la caída del cartel de Lima, vale la pena hacer un resumido recuento de sus valedores. 17 gobiernos de la región se llegaron a ligar a este cártel: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, el gobierno virtual de Guaidó en Venezuela, y más tarde Guyana, Haití, Santa Lucía y Bolivia. Eso sí, hay que reconocer que muchos se han ido distanciando al ir evidenciándose su cariz antidemocrático, mafioso y corrupto. Entre estos últimos cabe destacar al gobierno de México, que bajo la presidencia de López Obrador devolvió la dignidad a la política exterior mexicana, desmarcándose de los pronunciamientos del grupo.

Pero centrémonos en algunos de su núcleo "duro": el gobierno de Perú, su más entusiasta exponente (de allí que su nombre miente a la capital de ese hermoso país, Lima), ha sido incapaz de mantener un presidente estable desde 2016, cuando sus más altas autoridades han caído una tras otra enlodadas por acusaciones de corrupción, que las han llevado a casi todas a la cárcel e incluso hasta al suicidio. No en vano han cambiado de presidente cinco veces desde entonces.

Sobre el gobierno de Colombia, bueno... Resumamos diciendo que los falsos positivos han sido el sello distintivo de sus presidentes desde 2002, ya sea sepultando a inocentes en fosas comunes o falsificando información en la ONU para intentar justificar intervenciones armadas en Venezuela. En fin, todo les ha valido con tal de cuidar que su efervescente producción de drogas llegue a buen puerto a su principal consumidor, su jefe del Norte. A ver hasta dónde llegan las investigaciones al expresidente Álvaro Uribe por soborno a testigos y fraude procesal (nimiedades que recuerdan la historia de Al Capone). La cantidad de masacres impunes perpetradas por paramilitares con complicidad del ejército colombiano, crece día a día. Más de 1000 líderes sociales y ex guerrilleros han sido asesinados sólo desde la firma del Acuerdo de Paz (26/9/2016) hasta noviembre de 2020.

El modélico gobierno democrático de Sebastián Piñera en Chile es otra cosa. A fin de cuentas, cómo podía evitar, entre otras violaciones de derechos humanos, que le arrancaran los ojos a más de 400 personas en la represión de las manifestaciones que se sucedieron en ese país entre octubre de 2019 y febrero de 2020. Hasta la ex presidenta Michel Bachelet, alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, se ha visto obligada a reconocer en un informe de diciembre de 2020 que "existían razones fundadas para creer que, desde el 18 de octubre, se ha cometido un elevado número de violaciones de derechos humanos (...) Estas violaciones incluyen el uso excesivo e innecesario de la fuerza que ocasionó muertes ilícitas y heridas, tortura y malos tratos, violencia sexual y detenciones arbitrarias". Para profundizar en la falsa imagen que se ha vendido de Chile recomiendo no perderse las explicaciones del reconocido profesor de la Universidad Complutense, Marcos Roitman.

De Brasil, destacan las técnicas de law fare usadas para derrocar a la presidenta Dilma Rouseff y evitar que el ex presidente Lula Da Silva se presentara nuevamente como candidato a la presidencia. Pero su presidente Jair Bolsonaro sigue generando tantos otros escándalos, por hechos de corrupción, manipulación de la justicia, pronunciamientos misóginos y homofóbicos, etc., que ni sus importantes aliados en occidente pueden disimularlos.

En el eje centroamericano del cartel, se suman nuevos casos de corrupción del gobierno guatemalteco, que se agregan a los escándalos por vínculos con el narcotráfico que involucran a la familia presidencial y sacuden al represivo y fraudulento gobierno hondureño.

Y así podríamos seguir demostrando cómo se han caído una tras otras las caretas de los supuestos gobiernos "demócratas" y "luchadores contra la corrupción" de quiénes pretendieron erigirse en verdugos de Venezuela. Lamentablemente, no basta que ellos caigan, porque el daño que han hecho al valeroso pueblo venezolano sigue allí.

Ojalá su desmoronamiento llevara a la reflexión a los gobiernos de la Unión Europea, para que ayuden a desarticular el bloqueo contra Venezuela y coadyuven a que el país recupere su estabilidad institucional y económica.

El respeto de las próximas elecciones constitucionales del parlamento venezolano el 6 de diciembre sería un buen paso para enmendar errores pasados. La Unión Europea rechazó la invitación a observar el proceso electoral, en el que participarán 107 partidos políticos para optar a 277 escaños. Mas no es sostenible que se continúe  invisibilizando a quiénes desde el gobierno y la oposición trabajan por una salida democrática, legal y pacífica a la crisis política en Venezuela y que se siga aupando a los que optan por la violencia, el bloqueo y la injerencia, mucho menos cuando el tiempo insiste en demostrar quién es quién.

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