Otras miradas

Pornhub y el código de Hammurabi

Javier López Astilleros

Javier López Astilleros

Cuenta la leyenda que, tras una expedición, el profeta del islam dijo "Volvéis de la yihad menor y vais a la yihad mayor". Sus compañeros de viaje le preguntaron; ¿Cuál es la yihad mayor? Y respondió: la lucha contra las pasiones. Se trata de una sentencia empleada por muchos, aunque la cadena de transmisión (isnad) es débil y es probable que el dicho sea inventado. De ser así; ¿cuál era el objetivo de sus verdaderos autores?

Toda civilización contiene formas de violencias regladas bajo la ley y el orden, por eso llama la atención que, en tierras del código de Hammurabi, se salten impunemente el culto a la ley, y multitud de grupos armados se dediquen a la fiera propaganda. Toda exposición de la violencia es una forma de pornografía editada por publicistas. Está dirigida a las redes sociales llenas de expertos en la materia, y un buen puñado de mirones. ¿Y si Pornhub habilita los contenidos del Estado Islámico para usuarios avanzados? La violencia, como el porno, generan una gran adicción entre adolescentes y adultos, por lo tanto, el éxito está asegurado.

Es inquietante cuando los verdugos desprecian con furia la vida en la tierra. Entonces hay poco que hacer para salvar su alma. El criminal clásico es diferente, pues desea el jolgorio, y hace todo lo posible para recrearse y holgar mientras utiliza métodos mafiosos.

Algunas de estas organizaciones terroristas tienen una relación estrecha con servicios secretos que son puro lumpenEl estado profundo se mueve así por las alcantarillas para alimentar a sus roedores. La bandera de la guerra santa es elástica y flexible porque cualquiera la puede mentar.  No precisa de ninguna estructura ideológica ni de sesudas tesis elaboradas por los científicos sociales. La violencia mesiánica precisa de un gran resentimiento y cierto punto de locura. ¿Qué motivó a la fallera su metamorfosis? Tanto la quema de efigies en Valencia como la guerra están regidas por el mismo fuego. Las imágenes sobre la detención de la mujer, distribuidas por la policía, son chocantes: a la detenida le han puesto un saco sobre la cabeza. Es inevitable establecer paralelismos sobre la tendencia salafista de ella y la ocultación de su imagen, cuando medio mundo ya ha visto la peineta de la mascletá.

Los bárbaros asirios no sueñan con huríes, sino con la adrenalina. Ya conocen el efecto afrodisíaco de la guerra y sueñan con una catarsis global. Su modo de operar se expone en la serie Kalifat (2020), donde aparecen todos los argumentos reales e imaginarios para comprender las causas por las que una persona se dirige al apocalipsis. ¿Cómo es posible que dos adolescentes suecas viajen a Siria o Irak para unirse a los terroristas? Hay un punto de extrañeza, aunque amplificada por medios y series. Lo que sí pasa desapercibido es el juego oculto entre estados, desconocido por la sociedad. "Tendrás una vida estupenda, te lo prometo", "tenía dos deseos en mi vida, uno era casarme", ¿y el otro?, pregunta a su prometida el infiltrado muyahidín en Suecia; "venganza por lo que hacen a los musulmanes", sostiene Myriam. Es cierto que este diálogo parece extraído de una mala novela, pero la formación de los otros en el imaginario de los guionistas oficiales precisa de argumentos convincentes y claros, cuando en realidad no hay respuesta unívoca. La fallera pretendía irse, y no sabemos exactamente por qué.

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