Otras miradas

¿No vacunarse pero sí a las aglomeraciones?

Ana Bernal-Triviño

Pixabay.
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Con la llegada de la vacuna, estos días estoy viviendo una situación peculiar. El miedo es muy libre. Pero eso plantea situaciones contradictorias. Tengo muchos contactos que niegan ponerse la vacuna por miedo pero no sienten recelos o pavor cuando están en aglomeraciones o en un espacio cerrado sin mascarilla para comer. Insisto en que el miedo es muy libre, y que en esta pandemia hemos tenido que quitárnoslo muchas veces de encima para hacer nuestra vida lo más "normal" posible, pero ¿por qué una situación sí y la otra no? ¿Por qué hay campañas en redes sociales de #YoNoMeVacuno pero no de otras situaciones de riesgo? Quizás por desconocimiento, quizás por aprensión, quizás por algún interés político...

 

Puede ser que los medios hayan pecado de demasiada exposición hacia los antivacuna, por aquello de la polémica. Creo que se ha dado demasiada difusión a su mensaje pensando más en el share de televisión que en las consecuencias que podría derivar en la salud pública. Puede ser también que España es un país que ha invertido poco en Ciencia y, por lo tanto, a veces escucho poca consideración hacia los esfuerzos que la comunidad científica hace para avanzar. Asisto a tertulias donde dicen "es que los científicos no os aclaráis, es que decís una cosa y al mes siguiente otra". Y eso es desconocer que la Ciencia funciona con su método. Y que las evidencias llegan cuando llegan. Acostumbrada esta sociedad a la rentabilidad inmediata, no asume que la Ciencia tiene unos plazos y que va al ritmo en el que puede confirmar. Esto no es la rentabilidad del ladrillo, por el que tanto apostó este país hasta que estalló. 

 

Puede ser que haya gente que se lance sin miedo a esas aglomeraciones y no crea que necesita la vacuna porque no ha tenido Covid, ni esa persona ni nadie de su familia. Si hubieran visto pérdidas, muertes y efectos secundarios devastadores que los medios han evitado mostrar... quizás habría otra reacción. A lo mejor por eso nos llevamos las manos a la cabeza si vemos dos aviones ardiendo porque han chocado entre sí en la pista, y eso incluso condiciona que volvamos a volar o evitamos hacerlo en la misma compañía... pero que tengamos el mismo número de muertos por Covid y, como no los vemos, nos autoengañemos como si nada pasara.

 

¿Miedo a la vacuna pero no miedo a aglomeraciones, a estar sin distancia, a quitarnos mascarillas...? Anhelamos recuperar nuestra vida pero recuperarla pasa también por la vacuna. Y en su caso sí existen pruebas y evidencias científicas de que es efectiva, que ofrece inmunidad para la persona, y que también tiene una serie de efectos secundarios en otras. Como todo. Riesgos secundarios tiene un paracetamol o cualquier medicamento, el tabaco, el sedentarismo... y también comer en un espacio cerrado sin medidas. Y no por ello dejamos de tomar medicamentos, dejamos el tabaco, hacemos deporte todos los días y dejamos de ir a los restaurantes.

 

Hay quienes dirán que el riesgo de la vacuna puede ser letal. Lo letal puede ser que en la relajación de las normas te contagies y acabes intubado. O lo letal puede ser que te contagies y acabes con los riesgos secundarios de la Covid. Que los tiene. La Covid persistente está ocasionando situaciones en las que las personas afectadas no pueden trabajar y que no pueden ejercer su vida diaria, sobre todo mujeres, con consecuencias graves y crónicas.

 

Entiendo que las aglomeraciones son al exterior y llevamos mascarillas pero también hay epidemiólogos que apuntan que todas esas personas entran después en lugares cerrados donde tocan objetos o comen. Me decía el otro día un amigo cantante: ¿puede estar la Puerta del Sol repleta pero yo no puedo dar un concierto? Y tiene razón. Pero quizás se deba a que la cultura no representa el 67% del PIB como el sector servicios y por ello las limitaciones son más firmes con unos sectores que en otros, donde está en riesgo la mitad de la economía de España. Un país que, deseo, salga de esta con la lección aprendida de diversificar los sectores productivos. Porque más de la mitad del PIB de un país no puede estar centrado solo en un sector. Así luego lideramos las estadísticas de paro en Europa.

 

Como bien apuntan especialistas, si durante el verano, donde estábamos en exteriores con mascarillas, se produjo una segunda ola con menor incidencia acumulada;  se da casi por garantizada una tercera ola contundente ahora porque haremos más actividad en interior y la incidencia es más alta. Háganse una idea con las consecuencias de Acción de Gracias en Estados Unidos. Las estamos viendo ya.

 

Aunque el miedo es libre quizás los medios de comunicación han generado una opinión más favorable a mantener la economía a cualquier precio (por encima de la salud,  a veces) y por apoyar a sectores afectados que necesitan de nuestra ayuda. Quizás teníamos que haber puesto el mismo empeño en respetar la Ciencia y sus logros, en no cuestionarlos. E igual que nos quitan el miedo para estar en un restaurante sin mascarilla, quitaran el miedo a la vacuna. Pero el bar se ve como algo cercano y la ciencia como lejano, aunque cada día hagamos uso de sus avances, desde la medicina a cuando abrimos el móvil o ponemos el lavavajillas. No es normal, como dice Angela Merkel, que haya epidemiólogos suplicando el cumplimiento de las medidas, en evitar relajarnos, en asumir de nuevo que esto es un tema muy serio. Quizás es porque hemos creado más alarma y más miedo en una vacuna desarrollada por la Ciencia que en los riesgos de otros sectores para mantener la economía. Quizás ahí hay parte del origen de todas estas contradicciones. 

 

A ver si empezamos a callar voces irresponsables y aguafiestas en todos los sectores. No dar más altavoz a los antivacuna y dar más voz a la Ciencia. Porque la Ciencia también es economía. Y en la Ciencia es donde está la única salida a la crisis económica. O nos da miedo todo o que no nos dé miedo nada.

 

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