Otras miradas

Por qué es necesaria la figura del psicólogo en los centros de mayores

Iraida Delhom Peris

Doctora en Psicogerontología, directora del Máster Universitario en Gerontología y Atención Centrada en la Persona, Universidad Internacional de València

Imagen de manos de una doctora y un paciente mayor
Shutterstock / fizkes

Tanto el proceso de envejecimiento como la ciencia dedicada a su estudio, la gerontología, son conceptos relacionados con múltiples estereotipos.

Existe la idea errónea de que el papel del psicólogo en los centros de mayores se limita exclusivamente a la estimulación cognitiva.

Por razones demográficas y sociales, el estudio de la gerontología es uno de los que mayor proyección están presentando para los profesionales de la psicología. Aún así, sigue existiendo un gran desconocimiento sobre su papel real en los centros de mayores y la causa por la que los psicólogos son tan necesarios en ellos.

¿Qué cualidades caracterizan a un psicólogo?

La empatía y la asertividad son cualidades esenciales para el psicólogo que trabaja en centros de mayores.

La capacidad de conectar con los demás y ver a través sus ojos es una habilidad esencial en este campo. Especialmente en el caso de los centros de día y residenciales. La razón es que se trata a menudo con personas que padecen enfermedades neurodegenerativas, como demencias.

Sin embargo, tan importante es saber cuándo y cómo decir "no" como empatizar con las personas con las que se trabaja.

El psicólogo tiene la responsabilidad de crear entornos seguros y estables para los mayores del centro. Esto, en ocasiones, presenta la disyuntiva entre lo que el mayor "quiere" y lo que "necesita". Al fin y al cabo, el profesional tiene que velar por la integridad física y personal del mayor, lo que puede chocar con lo que este expresa o desea.

La virtud reside en poner en marcha esas habilidades de empatía y asertividad. Por una parte, deben salvaguardar la integridad del mayor. Por otra, ser acordes a sus deseos.

La validación de las emociones, la consideración de la historia de vida y el empoderamiento van a ser factores clave que deben guiar la actuación del psicólogo. Este deberá transmitir esta filosofía al resto del equipo que trabaja con la persona mayor, para así preservar la calidad de vida del residente.

Funciones que desempeña un psicólogo

En los centros de mayores, una de las funciones del psicólogo será desarrollar actividades basadas en la estimulación cognitiva. Sin embargo, existen otras tan importantes como esta (o más).

Más allá de la evaluación cognitiva y la posterior intervención sobre este dominio, el psicólogo participa en los planes de intervención integral junto al resto de profesionales. Entre ellos, el TASOC (Técnico de Actividades Socioculturales), el médico o el trabajador social.

Además, es el responsable de llevar a cabo las evaluaciones emocionales y conductuales. Estas pueden desarrollarse mediante distintas técnicas de valoración, más allá de los test estandarizados. Tanto la observación como la recogida de información mediante entrevistas a la persona mayor y a sus allegados, por ejemplo, pueden resultar herramientas muy útiles para dibujar su cuadro, particular y único.

Solo de esta forma, entendiendo la historia de la persona, se podrá intervenir en todas las áreas de manera exitosa, fomentando su calidad de vida mediante acciones coherentes con su historia.

Más allá de la evaluación y la intervención psicológica, el profesional ejerce un rol de facilitador. Promueve una atención al mayor centrada en su persona y gestiona las relaciones y contextos con los que convive, para que se dirijan a este objetivo.

Esta filosofía no solo debe comprender la actuación ante un síntoma o problema, sino la promoción de la salud en sí misma.

La mejor forma de gestionar este objetivo es su proyección en el día a día. También se puede desarrollar a través de acciones más concretas, como talleres de formación para técnicos y gerocultores o para familiares.

El fin es la promoción de la autonomía, la participación del mayor en su propio cuidado y la acentuación de su calidad de vida. Todo ello resulta especialmente relevante en determinados momentos. Por ejemplo, el ingreso en el centro (donde la acogida es esencial) o durante las acciones de coordinación y el intercambio de información con la familia.

Un cambio de perspectiva necesario

Más allá de funciones concretas descritas, el psicólogo tiene un papel importante en la adaptación del centro a la persona.

No, no es un error. Se tiene la idea preconcebida de que el psicólogo debe promover y asegurar la adaptación del mayor en el centro. No se trata de eso: es el centro el que debe ajustarse a cada persona.

El psicólogo debe velar por que el centro, la distribución de sus espacios o la decoración de las habitaciones sean acordes a las necesidades físicas y psicológicas del mayor. Así, este gozará de todas las comodidades necesarias en su nuevo hogar.

Los profesionales que trabajan en centros de mayores deben ejercer sus funciones con el prisma del residente como persona única y particular. Persona con deseos, necesidades y anhelos propios.

No se trata de un colectivo homogéneo al que le gusta escuchar la música de Manolo Escobar y jugar al parchís.


Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation

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