Otras miradas

La nueva política en el poder local. Ilusión sin ilusionismo

Nacho Murgui

Ahora Madrid

Nacho Murgui
Ahora Madrid

Tras un largo periodo de movilizaciones sociales, como no se había visto en la historia reciente de nuestro país, llega un ciclo electoral en el que iniciativas políticas novedosas parecen dar cauce a los anhelos de cambio de buena parte de la ciudadanía. Tras décadas de desafección política y desencanto, de acudir a las urnas con la "pinza en la nariz", llega la sonrisa y la alegría de seguir avanzando en los cambios que hagan de nuestro país y de nuestras ciudades lugares dignos en los que vivir.

Las elecciones locales y autonómicas de mayo son la próxima estación de este ciclo que culminará en noviembre con las elecciones generales. Tienen una enorme trascendencia, no solo porque en ellas se expresará la irrupción de la nueva política en el terreno institucional, sino porque precisamente es en el ámbito municipal donde existe la posibilidad concreta de demostrar que es posible democratizar la democracia y hacer las cosas de otro modo.

Es en el ámbito municipal donde se sitúa en buena medida la posibilidad de profundizar la democracia y mejorar las condiciones de vida de la gente. Lo local es un ámbito preferente para la distribución de la riqueza a través del salario indirecto que se concreta en equipamientos y servicios públicos de calidad y la adopción de medidas que hagan más transparente y funcional la estructura de la administración pública.

La esperada "segunda descentralización", que debía otorgar más recursos y competencias a los municipios, no solo se ha postergado a lo largo de los años, sino que ha sufrido en el último periodo un importante retroceso con la aprobación de la denominada "Ley de racionalización y sostenibilidad de la administración local". Eso nos enseña que el impulso electoral de mayo ha de tener su continuidad en noviembre para que el empuje democratizador se vea reforzado e impulsado a todos los niveles.

Madrid lleva más de 25 años gobernada por un entramado de intereses políticos y financieros que ha pasado por encima de las necesidades de las mayorías sociales y nos ha dejado un panorama inaceptable en muchos aspectos: desequilibrio social y territorial, una deuda que nos hipoteca, unos índices de pobreza que sitúan al 4% de las familias de Madrid (300.000 personas) en situación de extrema pobreza, una democracia y unas instituciones desgastadas por el uso clientelar de quienes las han gobernado. Un modelo en el que la ciudadanía quedaba excluida de "la cosa pública" en favor de las élites políticas y económicas y que está representado principalmente por el Partido Popular. Un modelo agotado que no tiene nada más que ofrecer a la ciudadanía.

Frente a él, se presenta una nueva forma de hacer las cosas, la posibilidad del cambio encarnado en las elecciones locales por las candidaturas ciudadanas como Barcelona En Comú o Ahora Madrid.

Nuestra historia ya nos ha enseñado que, en términos democráticos, la existencia de una sociedad civil organizada y activa es una garantía irrenunciable y que por lo tanto no debemos poner todas las esperanzas de cambio en el proceso electoral. Pero también hemos visto que el empuje de la sociedad civil demasiadas veces ha chocado contra el muro de unas instituciones sordas que no han querido ni han sabido dar cauce a las demandas y a la creatividad ciudadanas.

Hemos visto los límites y hemos aprendido que es necesario entrar en las instituciones para tener la capacidad de cambiar las reglas del juego, de modo que respondan a los intereses de las mayorías, regeneren la democracia y corrijan la desigualdad creciente que se sufre en nuestras ciudades.

Recuperar las instituciones y la democracia para los ciudadanos parece ser el impulso de la nueva política y las formaciones que la encarnan. Una nueva política que reivindica la movilización y la participación ciudadanas como elementos de identidad. Pero, como dice Jordi Borja (referencia obligada a la hora de pensar el derecho a la ciudad y a esta como escenario para la construcción de la democracia), esta nueva política deberá concretarse en contenidos, en proyectos de ciudad, de transformación del modelo urbano, en soluciones concretas a problemas del día a día, en un proyecto de gobierno a medio y largo plazo. Buena parte de estos contenidos concretos que dan sustancia a la marca "nueva política" se expresan en programas que han sido elaborados con la participación de miles de personas. Medidas que hacen referencia a los problemas a los que se han tenido que enfrentar en su día a día estas personas como vecinos y vecinas de Madrid, pero que también se alimentan del saber que atesoran como profesionales  y como técnicos.

El contenido de la "nueva política" aterriza en el ámbito municipal con medidas concretas para hacer transparente la administración pública, para revitalizar la economía a través del apoyo a la pequeña y mediana empresa y la economía social, de la actuación sobre la ciudad consolidada mediante la rehabilitación urbana integral,  de la revisión de los procesos de externalización (privatización) de la gestión de los servicios públicos, de medidas contundentes contra los desahucios y que garanticen el derecho a la vivienda y un largo etc.

Los gobiernos locales que van a  surgir de las próximas elecciones municipales de la mano de las candidaturas ciudadanas expresaran la posibilidad de cambio y de mejorar las condiciones de vida, la participación política, el equilibrio social y territorial. Asumiendo sus responsabilidades como gobierno y su compromiso de escucha constante.

Las instituciones  locales, deben convertirse en cauce y motor de la creatividad, la energía y la capacidad de emprendimiento de la ciudadanía, nunca más un muro contra el que éstas se estrellan. Deben dejar de ser un laberinto de intereses y mecanismos herméticos fuera del alcance de las mayorías para convertirse en garantes de los derechos ciudadanos, la participación y la transparencia.

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