Otras miradas

Cuatro retos y un dilema post-14F desde el anticapitalismo

Laia Facet

Miembro de la dirección de Anticapitalistes

Vista de varios votos nulos para las elecciones al Parlament de Catalunya, en una mesa electoral de El Masnou. EFE/Enric Fontcuberta
Vista de varios votos nulos para las elecciones al Parlament de Catalunya, en una mesa electoral de El Masnou. EFE/Enric Fontcuberta

En la lógica parlamentaria prima el quién antes que el qué. Como es habitual, la misma noche electoral sabemos quién se presentará para ser investido President de la Generalitat, pero aún está por definir qué puede sustentar la legislatura. Para contribuir al debate abierto tras las elecciones catalanas se plantean cuatro retos políticos y un dilema.

  1. Las elecciones del 14F han sido las elecciones con la participación más baja de la historia. Explicarla únicamente por miedo a la pandemia no permite entender por qué la participación ha caído estrepitosamente en los barrios y zonas más castigadas por la crisis. Sí, una parte se ha quedado en casa por miedo a los contagios, sin embargo, es más probable que el grueso de la abstención de las clases trabajadoras y populares sea por la desafección política creciente. Celebrar las elecciones en un contexto que limitaba enormemente la participación pública más allá de los aparatos de cada partido no ha ayudado precisamente a revertir el fenómeno. Por ello, el primer reto una vez pasadas las elecciones debe ser revertir esta desafección: dejar tanto el triunfalismo como la caridad de lado y reconstruir una salida de la crisis en favor de la mayoría social y en detrimento de aquellos que se embolsillan los macro-beneficios.
  2. La entrada de la extrema-derecha en el Parlament de Catalunya es seguramente la amenaza más evidente que enfrentamos en esta legislatura. Es cierto que Albiol o Ciutadans podían suponer una agenda política similar que de hecho ha allanado el camino a Vox. Pero la constitución en grupo parlamentario propio con recursos públicos que van a ponerse al servicio del racismo, el machismo, la LGTBIfóbia y contra las libertades de todas es un salto cualitativo respecto a la legislatura anterior y que se suma a fenómenos similares en Europa y Occidente. La composición del voto a Vox ha ocupado al periodismo de izquierdas estos días: un voto joven, de barrios ricos y fracciones de algunos de los barrios más castigados. Ahora bien, hay que ser precavidos cuando se magnifica el peso de la extrema-derecha entre las clases trabajadoras. Los barrios más empobrecidos, en buena medida, directamente no han ido a votar o bien por desafección, o bien porque una constitución racista les niega el derecho a voto. Sin embargo, Vox obtiene mejor representación territorial que la izquierda y los resultados son especialmente preocupantes en las ciudades turísticas y urbanizaciones: zonas donde a menudo escasea el tejido militante, sindical y asociativo. Por ello, el segundo reto es aislar política y socialmente a la extrema-derecha para revertir la normalización de sus políticas; así como estimular la auto-organización, el tejido militante, sindical y asociativo como cortafuegos para que los apoyos electorales no se materialicen en barrios y pueblos.
  3. El crecimiento de Vox junto a la recuperación del PSC tiene su otra cara de la moneda que es la caída de Ciutadans. Tanto Vox, recogiendo el camino sembrado por la crispación de Ciutadans, como la insolvencia como partido de las elites una vez PSOE se sitúa en el gobierno español han hecho que Ciutadans esté a las puertas de su desaparición. En particular sobre el PSC, hay que situar el inicio de su recuperación antes de la aparición de Salvador Illa ya en las elecciones generales y municipales. En esta campaña, sin embargo, Illa ha aparecido como el aliado de las elites económicas en Catalunya. De hecho, son estos mismos sectores los que defienden que el PSC debe jugar un papel en las negociaciones del Govern, en detrimento de Junts, en una coincidencia táctica con los propios Comuns. Es probable, no obstante, que los mismos intereses de régimen que han guiado la recuperación del PSC sean los que impidan las alianzas con ERC. El tercer reto es combatir el papel estratégico que supone el PSC: la sutura de la crisis de régimen y la garantía del orden económico neoliberal en medio de una crisis brutal que están pagando las clases trabajadoras.
  4. Estas elecciones también plantean algunas reflexiones en el campo de la izquierda. La CUP sobrepasa a Comuns en escaños, aunque no en votos. Este hecho supone un cambio histórico en el liderazgo de la izquierda en Catalunya y es que nunca una fuerza de la izquierda radical había superado el espacio ocupado por el PSUC, después ICV y ahora ECP. El relevo se da en un momento en el cual Comuns consolida un papel muy similar al de ICV con el tripartit y centra su estrategia en reproducir el gobierno del Estado. La CUP por su lado inicia cierto aperturismo que, junto a una base social bastante militante, puede explicar su buen resultado. Ahora bien, en su distribución territorial ECP y CUP funcionan como un espejo: los Comuns obtienen el grueso de su voto en las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona, mientras la CUP obtiene sus mejores resultados en las comarcas interiores de Girona y Tarragona. La CUP, sin embargo, puede tener un papel determinante en la reorganización de la izquierda rupturista y soberanista de Catalunya. Éste es el cuarto reto post-14F. Si la CUP hace valer la llave de Gobierno para que los avances nacionales no se realicen en detrimento de los derechos sociales como hasta el momento, tiene la oportunidad de propiciar un giro político respecto a las legislaturas anteriores. Ahora bien, el reto pide, además de un giro estratégico, un planteamiento en la propia base social: ensamblar ese espejo territorial expresado en las elecciones del 14F y construir un proyecto que organice a los sectores trabajadores y populares que son consecuentes con el derecho a la autodeterminación pero no necesariamente independentistas. El reto, por lo tanto, requiere de una recomposición de la izquierda rupturista y soberanista más amplia que como se ha expresado hasta el momento.
  5. Por último, el dilema: La configuración del nuevo Govern. Y es que con los números en la mano no es algo fácil de abordar. Una tentación cómoda seria repetir la coalición entre Esquerra y Junts con un cambio en el liderazgo del ejecutivo que pudiera facilitar la abstención de un tercer socio. Además de ser la vía cómoda, es la vía continuista y que con toda probabilidad sólo ahondaría la desafección política creciente. Un elemento determinante para que el auto-proclamado giro a la izquierda fuera algo más que una gesticulación sería dejar a la sociovergencia fuera del Govern por primera vez en 40 años. Pondría muy nerviosos a los poderosos y dejaría noqueado el falso dilema entre políticas sociales y autodeterminación. Esto, sin embargo, plantea otros problemas: ¿ERC viraría su política económica respecto de su gestión de la conselleria desde 2015? ¿En Comú Podem asumiría la defensa de un referéndum desde la Generalitat? ¿Quedaría hipotecada una política rupturista a medio plazo con la entrada de la CUP en clara minoría? Si además son necesarias las abstenciones de Junts o PSC el encaje es más que improbable. Por descontado, siguen existiendo fórmulas para avanzar en un programa de ruptura en el terreno social y por la autodeterminación que no pasan por entrar a gobernar. Fórmulas que permiten garantizar una mayor autonomía política sin corresponsabilizarse de un Govern encabezado por ERC, que carece de compromisos claros en materia socio-económica, e incluso en materia anti-represiva.

En todo caso, los Mossos de Esquadra así como Foment y la patronal catalana ya han iniciado su propia campaña para un ejecutivo y unas alianzas que aseguren la impunidad de los primeros y el régimen de los segundos. Nuestros mínimos son su reverso: disolución de la BRIMO y que la Generalitat se retire de acusaciones a activistas, una reforma fiscal que redistribuya radicalmente la riqueza y revertir diez años de recortes apostando por una educación y sanidad públicas en detrimento de la privada.

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