Otras miradas

Del 15-M al 24-M de 2015: la ocasión para el cambio

Agustín Moreno

Número tres en la lista de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid

Agustín Moreno
Número tres en la lista de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid

En vez de descubrir mediterráneos todos los días, hay que aprender de la memoria de los pueblos. Por ejemplo, una de las experiencias históricas más ricas de este país la protagonizó el movimiento sindical de clase de CCOO. En unas condiciones de dictadura, ausencia de libertades y fuerte represión, fue capaz de combinar la lucha legal y la paralegal, estar en la representación oficial y en las fábricas y en la calle. Y ser una fuerza determinante en la caída de la dictadura y en la conquista de las libertades. Práctica asamblearia y dirigentes como Marcelino Camacho, y muchos otros, reunían conciencia de clase, honestidad y contacto con las bases obreras. Salvando las distancias, porque lo que hoy tenemos no es una dictadura, la lección de combinar movilización y representación es clave para conseguir una democracia real al servicio de los trabajadores y la ciudadanía.

Hace cuatro años surgió el 15-M, un movimiento de contestación a un sistema político de democracia formal en el que los ciudadanos indignados no se sentían representados. Fue como abrir las puertas y ventanas de un edificio en descomposición, un despertar de las esperanzas, un empoderamiento del pueblo que empezaba a creer en sus propias fuerzas y en que era posible el cambio. Aquella toma de la Puerta del Sol, la defensa del campamento por la ciudadanía, la mezcla de los jóvenes con los veteranos activistas, el desafío a las absurdas resoluciones de las Junta Electoral, las asambleas en sesión continua en Sol y aledaños (como la de educación en Cortilandia, en que participaba), el atreverse a repensar todo, la extensión a otras ciudades, la organización por los barrios... Toda una fiesta por la democracia real.

Pero a los pocos días llegaron las elecciones municipales y autonómicas y la  derecha arrasó. Después, en las generales de noviembre de 2011, Rajoy sacó mayoría absoluta. Con ella ha aplicado una dura política económica neoliberal que ha producido una gigantesca transferencia de plusvalía desde las clases trabajadora y media a las élites económicas y financieras del país. De esta forma ha aumentado la desigualdad y la vulnerabilidad social de millones de personas.

En paralelo al saqueo organizado se produjo la resistencia y la movilización: mareas de todos los colores, nuevos movimientos que organizaban la solidaridad sobre los problemas concretos (PAH...), algunas huelgas generales, luchas obreras ejemplares (Coca Cola...), Marchas por la Dignidad, conmemoraciones del 15-M... Y se elaboraban alternativas muy pegadas al terreno, a los movimientos sociales, a iniciativas editoriales como la colección "Qué hacemos". Pero no era suficiente para parar los golpes, aunque permitía acumular fuerzas y preparar las condiciones para el cambio. Se empezaban a mirar las urnas como un referente necesario para generar una dinámica constituyente.

Un punto de inflexión fueron las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014. Permitieron vislumbrar la posibilidad del cambio político y disparó las expectativas electorales de la nueva formación política Podemos. Se empezaba a tocar el cambio con la yema de los dedos.

Y muchos activistas de los movimientos sociales nos empezamos a plantear la necesidad de ocupar las instituciones para revertir los recortes, y recuperar con el BOE los derechos robados. Eso explica la gran cantera en que se han convertido los movimientos, el mundo de la cultura, de la universidad o de la judicatura, para las listas electorales de los Ganemos, Podemos, Izquierda Unida y otros. Una incorporación ciudadana para impulsar el cambio, para que no nos aplaste la derrota y la consiguiente melancolía de que sigan gobernando la misma clase política de interesados, incompetentes o corruptos. Para convertir los sueños en normas legales y en acción de gobierno.

Pero, muchas veces, los amigos de las sombras son más sagaces que los amigos de la luz.  Y para intentar frustrar este asalto a las instituciones aparece la Operación Gatopardo. Es una maniobra diseñada por grandes empresas, bancos y grupos mediáticos. Se crea entonces Ciudadanos para que sea el receptáculo de los votos que pierda el PP por sus recortes y corrupciones. Otra finalidad sería llenar un centro que otros intentaban ocupar. Luego ya se firmarán las alianzas necesarias para que, aparentando que las cosas cambian, no cambie realmente nada.

También la izquierda ha cometido errores propios, especialmente en la gestión de la unidad. De la unidad interna, al no ser capaz de sacar todo el valor a la pluralidad, y que aparezca como división. Y de la externa, por no apostar de manera decidida por la unidad entre todos. Probablemente los datos del 25-M demostrarán mejores resultados en ayuntamientos como Barcelona, que ha sido capaz de construir la unidad, que en otros donde no se ha hecho el esfuerzo suficiente. O que el resultado de la izquierda en las comunidades autónomas donde Podemos decidió desde su asamblea de Vista Alegre ir solo a las urnas. Por ello, está más lejos ahora que hace unos meses el horizonte de un proceso constituyente y convertir en realidad el asalto a los cielos.

Habrá cambio político si lo hacemos entre todos, porque solos no podemos. Si no creamos falsas expectativas dirigidas a rebañar un mejor resultado electoral, pero que generan el riego de la frustración. Si no se desmoviliza la calle y se respeta a los movimientos sociales, venciendo toda tentación de utilizarlos. Si llenamos las instituciones de mareas y de gente corriente.

Una de las cosas que más me han emocionado estos días ha sido la conversación con un niño de 10 años, hijo de unos amigos y muy listo, por cierto. Me dijo que le parecía muy bien que dejase el instituto y me presentase a las elecciones (voy tercero en la lista de IU a la comunidad de Madrid) porque "eres de fiar" y "una persona normal" que puede entender a las personas normales. Creo que son dos claves importantes, porque sigue siendo válido aquello que decía Galeano: "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo".

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