Otras miradas

¿Por qué un policía pega a un periodista?

Guillermo Martínez

Periodista

La Policía Nacional junto a los manifestantes congregados en Vallecas para protestar por el acto de precampaña de Vox.- EFE
La Policía Nacional junto a los manifestantes congregados en Vallecas para protestar por el acto de precampaña de Vox.- EFE

Tengo 24 años y ejerzo el periodismo desde hace menos de dos. Escribir en primera persona no es algo que me cueste, pero sí resulta diferente a lo que realizo en mi día a día. Normalmente me limito a mirar, ver qué ocurre en la calle, documentarlo, preguntar, analizar los hechos y después escribirlos. Esta vez será distinto. Hoy hablo de mí pero también de un nosotros con dos bifurcaciones: el nosotros, los periodistas, y el nosotros, la sociedad.

Hay tantos tipos de movilizaciones como de periodistas. Cuando nos acercamos a realizar la cobertura de una convocatoria social en la que se espera gran tensión entre manifestantes y la Policía Nacional, los comunicadores intentamos ir aprendidos de casa, al menos los que queremos estar cerca de los hechos. Más o menos, sabemos dónde colocarnos cuando se producen las cargas policiales y cuándo acercarnos a ellas. En esos momentos de tensión, nuestros cascos nos protegen de los dos flancos: piedras a un lado, pelotas de goma y porras al otro.

Decía que llevo menos de dos años ejerciendo el periodismo, pero ha sido el tiempo suficiente para darme cuenta de que es mucho más fácil que sea la Policía la que agreda a un periodista a que la agresión la cometa un manifestante. Y menos mal que hay pruebas y compañeros que lo atestiguan. Ahí, o nos cubrimos entre nosotros o nadie lo hace, pese a que la Policía Nacional, hasta donde tengo entendido, también debería hacer valer el artículo 20 de la maltrecha Constitución por el que se blinda el derecho a la información de la sociedad. Como ven, la relación periodismo-ciudadanía es tan simbiótica que el primero no existiría sin la segunda y la segunda se empobrecería sin el primero. Entiéndanme, cuando digo periodismo, digo periodismo.

En octubre de 2019, tras hacerse pública la sentencia condenatoria a los presos del Procés, en Madrid se organizó una concentración que terminó en manifestación para mostrar la solidaridad con los políticos encarcelados. Estaba, junto con otros compañeros, pegado a la pared de la céntrica plaza de Callao cuando las cargas comenzaron. Lo de siempre: unos avanzaban con sus escudos, porras y pelotas de goma y los otros hacían el ademán de dispersarse para segundos después reorganizarse y llevar a cabo la siguiente acometida contra los agentes antidisturbios que acababan de cargar contra ellos.

En un momento dado, uno de los agentes nos señaló con su porra y varios de ellos se acercaron a donde estábamos situados para pegarnos. Gritamos que éramos periodistas, pero ni siquiera eso hubiera hecho falta teniendo en cuenta que nos encontrábamos alejados de la zona en la que se producían las actuaciones policiales y los disturbios. Nos pegaron a todos, personas que salían de las tiendas cercanas incluidas. ¿Qué lleva a un agente antidisturbio a pegar a una persona que está grabando lo que ocurre?

Año y medio después un policía ha vuelto a golpearme antes de tirarme al suelo de la Plaza Roja de Vallecas, donde Santiago Abascal había provocado las primeras cargas policiales en el histórico barrio obrero de la capital. Lo hizo mientras intentaba identificarme como periodista, algo que él mismo me había requerido. Las cámaras que filmaron la escena lograron que ese agente terminara cogiéndome del brazo para que me levantara. Él intentaba salvar la imagen del Cuerpo mientras era mi cuerpo el que se llevaba a casa un doloroso hematoma con forma de porra. Solo fue una de tantas, pues durante esa tarde hubo cinco agresiones a comunicadores por parte de la Policía Nacional.

 

Este tipo de actuaciones que van desde la amenaza hasta la agresión de periodistas por parte de agentes antidisturbios no han sido una excepción durante las épocas de gran conflictividad social. Más allá de la engalanada cita de que "sin periodismo no hay democracia", lo que ha habidos en varios casos con la Policía, y a las imágenes y testimonios me remito, es represión a los periodistas. A algunos, claro. Ya sabrán que "todos los animales son iguales pero algunos animales unos son más iguales que otros" en palabras del siempre acertado George Orwell.

Vuelvo a la primera persona: con 24 años he visto cómo la Policía Nacional ha agredido a numerosos compañeros tan solo por cubrir los disturbios y las actuaciones policiales. Escribo con la rabia del individuo pero la fortaleza del grupo, y me pregunto: ¿de qué tienen miedo?, ¿por qué no les molestan otros periodistas?, ¿qué persiguen intentando intimidarnos? Creo que tengo las respuestas, pero será mucho mejor que las encontremos entre nosotros. Ya lo conocen. Nosotros: la ciudadanía; nosotros: el periodismo.

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