Otras miradas

Enseñanzas de un 14 de abril para un Madrid más libre

Manuela Bergerot

Responsable de organización de Más Madrid y candidata a la Asamblea de la Comunidad de Madrid

Celebración ciudadana de la proclamación de la Segunda República en Madrid el 14 de abril de 1931. EFE
Celebración ciudadana de la proclamación de la Segunda República en Madrid el 14 de abril de 1931. EFE

La irrupción de la pandemia ha mostrado dos cuestiones fundamentales en el ámbito de la memoria democrática. En primer lugar, que la solidaridad social y el cuidado de nuestra comunidad son valores fundamentales y que los servicios públicos son instituciones necesarias, que ponen en práctica cada día dichos valores y permiten cuidarnos como sociedad.

En segundo lugar, la ciudadanía ha sido testigo, en muchos casos con impotencia, de cómo toda una generación de madrileños y madrileñas que trajeron la democracia a nuestro país ha fallecido como consecuencia de la enfermedad. Una generación que sufrió la guerra y la dictadura sacó adelante a sus familias y protagonizó las luchas por las libertades y la mejora de nuestras condiciones de vida. Una generación que además ha sido fundamental en el impulso de los movimientos por la memoria y los derechos humanos en nuestro país, o que se ha ido en otras ocasiones guardando silencio y sin poder transmitir sus experiencias a la ciudadanía más joven.

Desde este punto de partida, la memoria democrática es la herramienta fundamental para tejer en nuestros municipios lazos de afecto y compromiso mutuo, y convertir nuestra región, fuertemente afectada por la crisis sanitaria, social y económica, en un lugar de significación colectiva y personal vinculado a los valores que conforman la identidad de Madrid como una región de solidaridad, de acogida, de tolerancia, de diversidad.

Y así, desde la memoria y la experiencia, de las luchas pasadas y las luchas presentes, construir el futuro a partir del fortalecimiento de esos valores como identidad colectiva. Garantizar el derecho cívico a la Memoria para dar respuesta a las nuevas interrogantes que nos plantea el presente, conlleva también la condición de una Memoria feminista, para honrar a las mujeres que nos precedieron.

En este sentido, las políticas públicas de memoria democrática deben asentarse en la concepción de ésta como un derecho de la ciudadanía, al tiempo que un deber para las administraciones en orden a garantizar la transmisión del patrimonio inmaterial ético en el que consiste la memoria. Es necesario reconocer y transmitir el legado memorial de aquellas personas e instituciones que contribuyeron a construir democracia y comunidad en nuestra región, fortaleciendo así la identidad colectiva de Madrid; construir y reconstruir memorias de una sociedad plural ancladas en el respeto a los Derechos Humanos.

En esta tarea es imprescindible mantener y ahondar las iniciativas en marcha dedicadas a cumplir con la Ley de Memoria Histórica vigente, subrayando su carácter pedagógico. Igualmente hemos de tomar como referencia central en nuestras políticas los derechos de las víctimas de violaciones de derechos humanos a la verdad, la justicia y la reparación, así como garantías de No Repetición.

Nuestras instituciones deben garantizar el derecho a una Memoria plural, feminista y diversa, deben garantizar que heredamos todas las experiencias de compromiso y militancia antifascistas.

Nuestro futuro deberá sustentarse sobre el reconocimiento y transmisión de las memorias de aquellas personas que contribuyeron a construir democracia en nuestra región, para fortalecer la identidad colectiva de Madrid. Honrar a quienes lucharon por la libertad ayer y para defenderla y expandirla hoy, para construir una cultura democrática que vincule a las nuevas generaciones en la defensa de los Derechos Humanos.

Memoria colectiva para tejer en nuestros barrios y municipios lazos de compromiso mutuo.

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