Otras miradas

Bienvenidos a la supresión de las patentes

Sira Rego

Portavoz de Izquierda Unida y eurodiputada de Unidas Podemos

Economistas trabajan durante una jornada en la Bolsa de Nueva York. EFE/Justin Lane/Archivo
Economistas trabajan durante una jornada en la Bolsa de Nueva York. EFE/Justin Lane/Archivo

Hace un año, el grupo de La Izquierda en el Parlamento Europeo lanzamos una campaña para apoyar la Iniciativa Ciudadana Europea Right2Cure que propone, entre otras cosas, la suspensión de las patentes de las vacunas contra la Covid-19. Sin embargo, durante todos estos meses nuestras propuestas para eliminar las patentes y con ello aumentar la producción de vacunas para alcanzar mas rápido el nivel de inmunidad global sólo han recibido negativas y bloqueo a todos los niveles.

Antes de nada, conviene recordar que las patentes operan como una especie de candado comercial que permite que las grandes farmacéuticas se garanticen el negocio a costa de la privatización del conocimiento. Teniendo esto en cuenta, cualquier persona sensata diría inmediatamente que si de lo que se trata es de salvar vidas - y, sobre todo, después de haber invertido miles de millones de dinero público, haber compartido conocimiento y haber puesto a disposición de las grandes farmacéuticas infraestructuras que nos pertenecen a todas y todos-, dejar el control absoluto del conocimiento a esas empresas es, cuanto menos, obsceno.

La Comisión Europea ha estado más preocupada por lavar su imagen tras el bochornoso papel que ha jugado en la firma de los contratos opacos y millonarios con las grandes farmacéuticas. De hecho, hasta hace 24 horas argumentaba que la clave estaba en aumentar la exportación y que así podríamos contribuir a la vacunaciónn mundial. Y en España tampoco tocaba hablar de las patentes. PPor eso, aunque desde Unidas Podemos presentamos una Proposición No de Ley hace un mes en el Congreso a favor de su suspensión, aun sigue paralizada.

Todo cambió por sorpresa el miércoles por la noche cuando EEUU anunció que apoyaría la liberalización de las patentes. A la mañana siguiente, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y los socialdemócratas europeos dejaron las puertas abiertas a sumarse a esa iniciativa. Y hasta el PSOE se mostró partidario.

Resulta que donde antes había un abismo insalvable, ahora hay una solución posible. Llamativo proceso de adaptación exprés, puesto que hace apenas una semana votaban en contra de la supresión de las patentes en el pleno del Parlamento Europeo. En cualquier caso, bienvenidos.

Es doloroso que hayamos tenido que esperar a que mueran 4.000 personas al día en India para entender que la vacuna es un bien común y que suspender las patentes es proteger la vida. Además, no deja de ser paradójico que India sea el mayor productor de productos farmacéuticos -sí, también de vacunas- y no esté pudiendo abastecer a su población. Pero claro, el colapso de India tendría muchas implicaciones en la economía mundial y en el sector farmacéutico en particular. Y quizá encontremos ahí alguna de las razones y explicaciones del anuncio solidario de Washington.

En este pulso por vencer a la pandemia en tiempo récord debemos recordar también cómo se ha desarrollado el juego entre los distintos actores. La petición de liberalización de las patentes viene de lejos. India y Sudáfrica abrieron en octubre de 2020 el debate en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), aunque tras nueve debates seguimos igual. El próximo mes de junio, la OMC se reúne de nuevo para negociar un pronunciamiento conjunto y ya se auguran fuertes presiones de la industria farmacéutica para que las negociaciones sean largas. Cuanto mas se alargue el proceso, más tiempo conservarán la llave del candado de las patentes y más dividendos sumarán a sus ya abultadas cuentas.

No obstante, a pesar de los intereses cruzados y del papel segundón que ha jugado la Unión Europea en relación a EEUU y a las grandes farmacéuticas, ahora se abre una posibilidad no sólo de debatir sobre la importancia del control publico en la producción de bienes de primera necesidad como los medicamentos y vacunas, sino también de la posibilidad de plantear una farmacéutica pública en Europa que nos proteja ¿Acaso no tendría sentido aprovechar la ingente cantidad de recursos de los fondos europeos para impulsar una industria farmacéutica pública europea que garantice la salud de toda la población?

El reciente resultado electoral en Madrid nos ha mostrado que la ofensiva reaccionaria se asienta en un modelo de vida arraigado, pero con dos paradas. La primera está llena de terrazas al sol y cerveza fría, la segunda vacía de derechos y de futuro. Por eso necesitamos iniciativas que dejen al descubierto esa debilidad y que abran el debate público sobre otras formas de hacer las cosas.

Sin duda, el debate sobre las patentes puede ser una buena oportunidad para que el Gobierno lidere políticas progresistas también en Europa. Todo suma en la contraofensiva de pensar alternativas de vida, de seguridad y derechos para que la alianza de los pocos que más tienen, no siga haciendo negocio con nuestras vidas. Las cañas, con vacuna, seguro que saben mejor.

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