Otras miradas

Ahora resulta que no vamos a poder abrazar

Gloria Santiago

Vicepresidenta del Parlament de les Illes Balears y diputada de Unidas Podemos

Ahora resulta que no vamos a poder abrazar
Imagen de un joven migrante, que acaba de llegar a Ceuta, abrazando a una voluntaria de Cruz Roja.

Juan Genovés (1930-2020) es el autor de un cuadro precioso: El abrazo. Un símbolo de la Transición. Por encima de cualquier idea política, en ese cuadro se abrazaban los demócratas. Antes de El Abrazo, una guerra civil enfrentó al país. Los años de después de la guerra fueron una auténtica pesadilla de pobreza, hambruna y desgracia. Antes de El Abrazo se tuvo que aceptar una dictadura. El mundo entero no olvida que durante 40 años fuimos los amigos de Hitler.

El otro día, varios miles de personas cruzaron la frontera entre España y Marruecos y varias imágenes cargadas de simbolismo dieron la vuelta al mundo. Entre ellas la de un chaval que abrazaba a una voluntaria de Cruz Roja. Ella tuvo que cerrar sus redes sociales por insultos y amenazas. ¿Esto por qué? ¿Cuándo se nos olvidó que nosotros también fuimos desgraciados? ¿Quién ha metido discurso fascista en un gesto de amor y solidaridad?

Este país, que podría ser ejemplo de tolerancia y buena gente que respeta los Derechos Humanos, ¿en interés de quién se ha decidido que al extranjero rico se le pone alfombra roja y al pobre se le insulta? ¿En qué momento, bajo qué pretexto, se ha aceptado el racismo como una idea legítima?

Este país, que ha sufrido tantísimos casos de corrupción política, donde se ha robado dinero de tu bolsillo. De tu nómina. Este país, que ha llorado casos de pederastia en las sombras de una capilla católica. Este país, que ha vivido casos de niños y niñas robadas al nacer. Este país, en el que tanta gente padeció una crisis económica y se la hicieron pagar. Este país, que ha sido traicionado por un rey que emprendió la fuga a Abu Dabi. ¿Cuánto acopio de la historia hace falta para ponerse en la piel de la desgracia?

Este país, que vio en directo cómo Aznar metía un bolígrafo en el escote a una periodista. Que vivió como Nevenka Fernández tuvo que marcharse, que huir de él, porque el alcalde la acosaba sexualmente. Que ha presenciado cómo Ayuso acepta que se tiren bombas sobre familias de Gaza. Que ha visto cómo se insulta y se criminaliza injustamente a niños huérfanos que han visto la muerte rozarles en una patera o en los bajos de un camión. ¿En qué momento nos hemos tirado a los brazos de la tiranía? ¿Por qué ser amigo del villano ahora es una buena idea?

6.000 inmigrantes llegaron a Ceuta sabiendo que la vida que podía esperarles aquí es miserable y precaria. No tanto como en su país y con eso basta. La esperanza aletea el espíritu y ellos, como harías tú, se aferran a la vida con todo su derecho.

Exhausto, sediento y desorientado, un chico alcanza la orilla de Ceuta y a traspiés encuentra los ojos de una española. Se abrazan casi en un acto reflejo. Toda una vida de castigo y dolor y alguien ahora tiene intención de darle cariño. La foto recorre las redes sociales y para sorpresa de muchos, se lapida a la voluntaria. Por abrazar. Por abrazar a un negro.

Nadie habló del otro protagonista de la fotografía. El chico, ¿quién es? ¿Tendrá hijos? ¿Por qué arriesgó? ¿Había cenado esa noche? ¿Cuánto pagaba de alquiler? ¿Pudo irse de vacaciones el pasado verano? ¿Tenía los fines de semana libres de trabajo? El último domingo que pasó en su ciudad... ¿fue a comer de restaurante con la familia? Y sus hijos, ¿saben leer ya? ¿Tienen deportivas nuevas cada curso?

Mi abuelo cuenta una historia muy emocionante. Una noche de 1937, mientras su madre freía 6 sardinas para una familia de 8 personas, él robó una del plato y se la fue a comer detrás de la casa. Su padre, que lo pilló, se dirigió hacia él enfadado. Con la mano en alto pensó durante unos segundos en si abofetear o no a mi abuelo. Decidió que no. Dejó a su hijo comer a escondidas. Mi abuelo lo escuchó llorar mientras se alejaba.

Faltaban 39 años para que Juan Genovés reflejara en una obra de arte la unión entre demócratas que dejaban de lado al fascismo. España pudo caminar a partir de ahí. En el 2021, otro abrazo se ha convertido en un símbolo entre los que pisan las calles y las playas para socorrerse unos a otros. Algunos ácratas de salón, con las botas bien limpitas, señalan a Luna como antipatriota por abrazar a un inmigrante. Alrededor de ese nuevo abrazo seguimos la gente demócrata. Desde ahí debería volver a caminar este país. Lo demás, estorba.

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