Otras miradas

Stop balas de goma

Anaïs Franquesa

Roger Español perdió la visión de un ojo por el impacto de una pelota de goma durante el 1-O. / IRÍDIA
Roger Español perdió la visión de un ojo por el impacto de una pelota de goma durante el 1-O. / IRÍDIA

La conclusión en el título. Así empieza y acaba el Informe (de más de 150 páginas) que se presentó este miércoles en la sala Ecooo de Madrid, por parte de las organizaciones Irídia y Novact, acompañadas de Stop Balas de Goma y Amnistía internacional.

Conclusión clara y contundente: como sociedad debemos decir basta al uso de un arma y proyectil que puede mutilar e incluso causar la muerte de personas. Personas que se manifestaban por sus derechos, que habían acudido a una celebración futbolística o que intentaban cruzar a nado una frontera volvieron a sus casas sin un ojo o sin visión, o directamente no volvieron. Los datos recogidos en el informe presentado son demoledores, a pesar de ser una pequeña radiografía de la realidad. Probablemente hay muchísimas más víctimas que se desconocen, porque tuvieron miedo de denunciar o de alzar la voz, pero sobretodo porque no existe ningún registro oficial donde consten las personas afectadas por actos de las fuerzas y cuerpos de seguridad, ni específicamente afectadas por balas de goma. La información disponible ha tenido que recopilarse a partir de los testimonios de personas directamente afectadas, algunas de ellas organizadas y otras, la gran mayoría, no. Uno de los objetivos de la campaña que se ha relanzado es precisamente conocer el resto de personas afectadas y que puedan organizarse en torno a la organización estatal Stop Balas de Goma.

Mientras tanto, en el informe se han documentado un total de 40 personas afectadas por este proyectil entre los años 2000 y 2020. Catorce de ellas murieron ahogadas en el Tarajal como consecuencia del uso de esas armas en el agua. Otra de las 26 restantes, murió por el impacto directo de este proyectil, en el marco de una celebración futbolística en el año 2012, Iñigo Cabacas. A su vez, 15 personas sufrieron la pérdida o inutilización de un órgano, en 7 de los cuales perdieron totalmente el ojo y en 4, perdieron totalmente la visión. Personas con nombres y apellidos que vieron su historia de vida truncada como consecuencia de la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad.

Armamento altamente lesivo y potencialmente letal, que además es impreciso. Por el material y las características del proyectil y del arma, incluso disparando de forma directa, la trayectoria es inestable. Disparando con rebote previo en el suelo (práctica prohibida según la normativa internacional), como lo hacen los cuerpos policiales en España, la trayectoria del proyectil se convierte en absolutamente impredecible. Es decir, cuando se dispara una bala de goma no puede saberse donde impactará. Lo que sí se sabe es que si impacta en un cuerpo humano las consecuencias pueden ser irreversibles.


Las consecuencias para las víctimas, claro. Para el agente que dispara acostumbran a ser inexistentes debido a varios factores. En primer lugar, porque fallan los mecanismos de fiscalización y control de los cuerpos policiales, y eso se traduce en impunidad. En segundo lugar, por las propias características del arma y por cómo se usan, muchas veces de forma indiscriminada contra una multitud. Las balas no están asociadas a un arma concreta, por lo que en la mayoría de ocasiones es imposible saber de qué arma ha salido la bala y, por lo tanto, qué agente apretó el gatillo o qué mando lo autorizó o permitió. De hecho, es muy ilustrativo que de los 40 casos analizados no haya ni un solo caso en que se haya condenado al autor del disparo. En la única condena penal que hay de momento, la de Iñigo Cabacas, recientemente confirmada por el Tribunal Supremo, la Sala de la Audiencia Provincial era especialmente dura con la "deficiente investigación" llevada a cabo por la Ertzaintza.

"Se echa en falta por este Tribunal que en el momento en que se conoció que había un herido por pelota de goma en el callejón se hubiera realizado, esa misma noche, una serie de actuaciones de comprobación mínimas, como es la recogida de todas las armas que fueron utilizadas en el lugar (...). En lugar de eso se recogieron las armas, sin establecer a quién se habían asignado o quién las había usado, se limpiaron de inmediato, y se impidió cualquier prueba que pudiera realizarse sobre ellas ...". Investigaciones deficientes por parte de todos los cuerpos policiales involucrados, que se repiten en todos los procedimientos judiciales iniciados. Dinámica que, por desgracia, es habitual en los casos de violencia institucional en general, como lo demuestran las 12 condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra España por no investigar torturas y malos tratos.

En definitiva, las balas de goma son armas peligrosas, potencialmente letales, incontrolables y obsoletas. Precisamente por esos motivos (y por la presión social y movilización popular) se consiguió su prohibición o la suspensión de su uso en los territorios de Navarra, País Vasco y Cataluña por parte de los cuerpos policiales que tienen transferida la competencia de orden público (policía foral de Navarra, Ertzaintza y Mossos d'Esquadra). Porque las balas de goma no cumplen con los estándares del uso de la fuerza de obligado cumplimiento para los cuerpos y fuerzas de seguridad. No son necesarias ni proporcionales, y tampoco cumplen los requisitos de trazabilidad que debe permitir una adecuada rendición de cuentas.

Por ello, para que no tengamos que lamentar ni una víctima más y para reparar el daño causado a aquellas que ya lo sufrieron, las balas de goma deben ser prohibidas. Nunca más, en ningún lugar, contra nadie más. Stop balas de goma.

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