Persona, animal o cosa

PERDIDOS - Bienvenido Mister Lostie.

Berto Romero

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No siga leyendo si no ha visto el final de la serie Perdidos y le interesa hacerlo. Yo me levanté a las 6 de la mañana del lunes para verlo. Lo hice para vivir el evento mundial, pero sobre todo para que nadie me lo reventara. Y me considero parte del porcentaje de losties que se sintieron defraudados.

Durante 6 años, Perdidos se convirtió para mí en un ritual semanal de obligado cumplimiento y, a la vez, en motivo constante de conversación y debate. Me mantuvo enganchado en un continuo estado de asombro e incertidumbre gracias a dos razones. Por un lado, sus interesantes y amables personajes, creados con buen oficio por sus guionistas y actores. Por otro, su capacidad de estimular mi imaginación planteando incesantemente toda clase de variados enigmas de forma concreta, detallada y más o menos verosímil (y esto es lo que a mí me traía por la calle de la desazón). El final de Perdidos cerró, de forma emocionante y conmovedora, las tramas humanas de dichos personajes. Pero supeditó a su importancia la resolución de muchas de aquellas incógnitas que me mantuvieron sin aliento, y que quedaron en el aire o pobremente resueltas. De ahí mi decepción.

Y he visto como, casi inmediatamente, la red se llenaba de análisis y disertaciones en blogs y foros sobre la finale. Un esfuerzo intelectual conjunto de millares de fans destinado a llenar todos los huecos que los guionistas dejaron. Dándose consuelo, reconfortándose, pretendiendo ver y entender lo que no se les mostró o explicó. Un ejercicio de perpetuación del ritual que durante años ejecutaron cada semana. He observado a amigos míos obligarse conscientemente con una entrega inaudita por congraciarse con el final de la ficción.

Quizá Perdidos logró pulsar algún resorte especial en nuestro interior. O quizá, al igual que ocurría con el jardinero que interpretaba Peter Sellers en "Bienvenido Mister Chance", nos esforzamos en percibir verdad en la vaguedad, iluminación en la inconcreción (y sí, ya sé lo que le ocurre a Chance al final del film). Por mi parte, abandono el juego agradeciendo estos 6 años de montaña rusa. Y me despido de Perdidos con una nueva duda adquirida: ¿los medios justifican el fin, cuando el fin no justifica los medios?

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