Persona, animal o cosa

RYANAIR-De la clase turista a la clase borrega

ryanair.JPG Miguel Santamarina

Marta Nebot 

Esta semana el presidente de esta aerolínea de bajo coste, Michael O´Leary, vaticinó como serán los vuelos del futuro en una rueda de prensa a la que asistió vestido de Papá Noel. Sí; el atuendo, aunque era propicio por las fechas, no le daba mucha credibilidad pero, teniendo en cuenta cómo están ya las cosas para los aeropasajeros, todo es posible.  

Según él, las autoridades permitirán ir de pie en vuelos de corta distancia (una hora o menos) como en otros transportes. El precio de estas plazas sería de un euro y de veinte para los que se empeñen en sentarse. Si se refiere a hacerlo en el suelo, la cuenta tiene sentido: el vago ocuparía un espacio en el que  cabrían, por lo menos, veinte de pie. 

No estuve allí pero imagino a este Santa Claus, al más puro estilo tío Gilito, relatando su visión con el signo del dólar dándole vueltas en los ojos y frotándose las manos visualizando los dividendos de estos vuelos multitudinarios. Me da que si pudiera nos llevaría como a ganado: facturados en las bodegas, sedados, con la etiqueta al cuello y nos embarcaría en cinta transportadora. Y no es que yo la haya tomado con esta compañía tan acogedora, que decora el interior de sus aviones con un amarillo pollo rabiosamente chillón, sillones no reclinables y que cada diez minutos vende algo por megafonía (incluída su propia lotería). Es que, hace poco, este señor propuso cobrar por el uso de los retretes; cosa que considero violaría el derecho fundamental de hacer nuestras necesidades a bordo o no. Ahora que, bien pensado, esta medida podría fomentar la consecución de la fantasía sexual masiva de echar una canita al aire y no me refiero a ser infiel; más bien a mantener una relación sexual de altos vuelos aunque sea con el de o la de siempre. Para eso no me parecería tan mal que alquilaran el baño por segundos. Ya veo a los azafatos, cronómetro en mano, animando al personal a echarse un casquete volador.  

Además, volar de pie también fomentaría las relaciones sexuales. Porque, como uno de los lemas de la compañía es el de "Toma dura, toma segura", en cada aterrizaje la orgía de cuerpos revueltos estaría garantizada.  

En conclusión: Michael O´Leary es un rata y yo estoy salida.

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