Planeta mutante

Bosques y cambio climático, pidiéndole peras al olmo

Bosques y cambio climático, pidiéndole peras al olmoA pesar del origen presuntamente sabanoide de la especie Homo sapiens, los bosques gustan, asombran y entusiasman a personas de todas las edades, culturas y países. Pero, además, los bosques cumplen un número amplio de funciones y brindan abundantes servicios que son cada vez más demandados por la sociedad. Uno de estos servicios es la captura del CO2 atmosférico, un gas que la quema de combustibles fósiles pone en circulación a gran velocidad. Durante varias décadas en los albores del protocolo de Kyoto se pensó que los bosques podrían expiar nuestros pecados consumistas capturando ese CO2 que somos incapaces de mantener a raya. Numerosos trabajos mostraron que los bosques cumplían esa función de sumidero de carbono pero que no llegaban a compensar el rápido incremento de CO2 en la atmósfera. Además, eventos como incendios o sequías intensas han hecho del sumidero terrestre de carbono algo muy fluctuante  de año en año, con situaciones muy llamativas como la del año 2003: en este año la ola de calor en el hemisferio norte, particularmente en Europa, supuso la mayor crisis de productividad anual del planeta (y por tanto de captura de CO2 por la vegetación terrestre mundial) durante el último siglo.

     Los bosques siguen fijando carbono, y resulta intrigante que hasta los bosques más maduros y estables durante siglos, como los bosques amazónicos, continúan funcionando como sumideros netos del carbono atmosférico. Según el conocimiento clásico, si los bosques están en equilibrio, y llevan así mucho tiempo, deberían tener un stock de carbono constante de forma que las ganancias de carbono por fotosíntesis se compensaran con las pérdidas por respiración. Pero no es así. Incluso los bosques más maduros y estables muestran un desbalance en el que las ganancias predominan sobre las pérdidas o emisiones de CO2 y el stock de carbono continúa aumentando. Entender cómo es posible este desbalance es crucial no sólo para hacer buenos cálculos hoy, sino para estimar si esa función de captura de CO2 la seguirán haciendo en el futuro, bajo condiciones ambientales diferentes.  Si bien la evidencia experimental no es completa, y menos aún para todos los tipos de bosques del mundo, las revisiones de los resultados principales de varios proyectos de investigación internacionales muestran que, para nuestra tranquilidad, la producción neta de los ecosistemas forestales continuará siendo positiva e incluso aumentando ligeramente a lo largo de este siglo. No se comprenden bien los procesos implicados, pero por ejemplo en zonas boreales se ve que el calentamiento afecta poco a la liberación de CO2 en los suelos por respiración de microorganismos y raíces mientras que hace aumentar la ganancia de carbono por fotosíntesis en los árboles, explicando este desbalance al menos en parte.

    Ante la abundancia de malas noticias  en relación al cambio global, el que los bosques sean capaces de mantener e incluso aumentar su función de sumidero de carbono en escenarios climáticos futuros es todo un alivio. Pero recordemos que esta función de los bosques no compensa ni mucho menos las crecientes emisiones. Aunque cubriéramos el 100% de la superficie terrestre de árboles no compensaríamos completamente el carbono emitido por nuestras actividades industriales y de transporte; y no parece que vayamos cubrir el planeta entero de bosques precisamente ya que más bien están desapareciendo y, sobre todo en varias zonas tropicales importantes, a gran velocidad. Debemos tener en cuenta, además, que a los bosques les pedimos muchas cosas y todas a la vez. Les pedimos que sean buenos sumideros de carbono, pero también que regulen el ciclo hidrológico, atenuando riadas y dando buen agua para beber y regar; que sean refugio de muchas especies de flora y fauna, sobre todo de aquellas amenazadas o emblemáticas, y que sean asimismo espacios recreativos de calidad. Si recordamos que los bosques mas productivos, y por tanto más capaces de fijar carbono y actuar como buenos sumideros, no son los que albergan mayor biodiversidad ni los más apreciados para actividades recreativas, quizá estemos pidiéndole peras al olmo en el caso de los bosques y el cambio climático. No es tanto que este olmo no pueda dar peras, sino que no las da todo lo grandes, variadas y apetecibles que nos gustaría.

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Mas información en:  Freer-Smith, P. Broadmeadow, M.S.J. & Lynch, J.M. 2009. Forestry and Climate change. CABI. Cromwell Press Group, Trowbridge, UK.

 

 

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