Planeta Axel

Pesadilla británica en el Este

Inglaterra y Escocia viajaron a la Europa oriental con una muy buena perspectiva de clasificación para Austria y Suiza. Pero allí cambió todo y hoy contemplan su futuro con pesimismo. La derrota de los pross en Moscú (2-1) los deja dependiendo de resultados ajenos: sólo evitarán el fracaso si Rusia es incapaz de ganar en Israel. Escocia al menos sigue siendo dueña de su destino, pero le aguarda ahora una tarea complicadísima: derrotar a Italia en Glasgow el mes que viene.

El Luznikhi se llenó y recibió a Inglaterra con un lógico ambiente hostil. El equipo de McClaren, consciente de que las urgencias estaban en el lado ruso, decidió esperar atrás y buscar su oportunidad al contragolpe. Y en la primera parte le salió bien, ya que sólo se vio amenazado en un disparo de Zyrianov al poste. El plan se tornó perfecto cuando, a los 29 minutos, Owen ganó increíblemente un balón aéreo ante un central –Ignashevich- que le saca trece centímetros y lo prolongó para que Rooney rematara a gol y consiguiera el 0-1. La defensa no dejaba pensar a Rusia, Arshavin –el gran talento local- no aparecía y el resultado era fantástico. La confianza era enorme en el vestuario inglés al final del primer tiempo.

Pero un partido es muy largo y los pross se metieron demasiado atrás. Y claro, eso dio vida al rival, que sustituyó a un desafortunado Kerzhakov por el delantero del Spartak Roman Pavlyuchenko, muy acostumbrado a golear en el césped artificial del Luznikhi. Tan atrás estaba Inglaterra que fue Rooney el que cometió penalti agarrando a Zyrianov cuando éste perseguía una asistencia al espacio de Arshavin. La infracción empezó fuera del área, pero Medina Cantalejo señaló penalti. Pavlyuchenko lo transformó y Rusia empezó a creer en el milagro. Aprovechando la euforia, el central Aleskei Berezutski subió al ataque y engatilló un disparo que se envenenó con el bote. Robinson no pudo atajarlo y Pavlyuchenko, más listo que los dos defensores ingleses que le perseguían, metió la punta de la bota para certificar la remontada. En cuatro minutos, Rusia le había dado la vuelta al partido.

Entonces le entraron las prisas a McClaren, que ordenó un triple cambio introduciendo a Lampard –otra vez suplente-, Crouch y Downing. Pero quedaban sólo diez minutos, suficientes para generar dos oportunidades de gol, pero escasos para perforar la portería de Gabulov. Rusia supo sufrir y ahora depende de sí misma.

Lo de Escocia en Georgia tiene menor gravedad en cuanto a las consecuencias, pero más si analizamos lo que tenía delante. Töpmoller, el entrenador que llevó al Leverkusen a la final de Glasgow, dirige a la selección del Cáucaso y se tomó el partido como una preparación para la próxima fase clasificatoria: dio la titularidad a un centrocampista de 16 años y a un portero de 17, los casos más extremos de un equipo que desprendía juventud. Y pese a ello, le plantó cara al líder del grupo y acabó ganando con justicia (2-0) gracias a los goles de Mchedlidze –otro juvenil- y de Siradze.

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