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En Inglaterra también discuten a sus árbitros

Mark Clattenburg está acostumbrado a los focos. Y no precisamente por su pasado como aprendiz de electricista. Su carrera como árbitro ha sido meteórica y su nombre ha aparecido en la prensa con asiduidad ligado a registros de precocidad. Con 25 años ya estaba dirigiendo encuentros en la Liga profesional. Con 30 le llegó la internacionalidad. Datos que harían pensar en un colegiado de enorme futuro y respetado por su prestigio. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Hoy toda Inglaterra está hablando de él, pero para mal.

"No estoy aquí por mi edad. Estas cosas no funcionan así. Si he subido tan rápido ha sido porque soy suficientemente bueno y porque tengo confianza en mi mismo", dijo en 2004 en una entrevista concedida a un periódico de la zona de Newcastle, de donde es originario. "Mi objetivo es arbitrar la final de un Mundial o de una Champions League", aseguró. Palabras que leídas a 21 de octubre de 2007 parecen cobrar cierto sentido irónico, como si las pronunciara un iluso. Y es que ahora se discute su habilidad y un grupo de hinchas rabiosos han iniciado una campaña para pedir su inhabilitación para arbitrar en la Premier.

El volcán de las críticas entró en erupción este sábado después del derbi de Liverpool, pero Clattenburg tenía ya un pasado controvertido. Uno de los errores más clamorosos que se recuerdan en la liga inglesa en los últimos años le tuvo a él como protagonista. El 4 de enero de 2005, en un Manchester United-Tottenham en Old Trafford, un disparo casi desde el centro del campo de Pedro Mendes se le escapó a Roy Carroll y llegó a botar prácticamente un metro dentro de la portería. No había necesidad de repetición televisiva: a simple vista, todo el mundo vio que el balón había entrado. Sin embargo, el asistente no dio gol y el juego prosiguió. Los jugadores spurs protestaron ostensiblemente al colegiado, que al menos en aquella ocasión pudo tener la excusa de no ser el responsable principal de una equivocación histórica.

El tiempo difumina los recuerdos, pero cuando se reincide en el error éstos vuelven a la memoria. Y la etiqueta de árbitro polémico le volvió a caer a Clattenburg el sábado, incluso con más fuerza. Los seguidores del Everton le acusan de tomar tres decisiones "indignas de un profesional": señalar como penalti una falta que empezó fuera del área, expulsar a Toni Hibbert haciéndole caso a Steven Gerrard (argumentan que en la televisión se ve que tiene la amarilla en la mano y rectifica tras hablar con el capitán del Liverpool) e ignorar un claro agarrón de Carragher a Lescott en el minuto 93. Una página web recoge firmas electrónicas para pedir que no vuelva a arbitrar nunca más en la Premier.

Quizá el gran beneficiado de todo ello sea Luis Medina Cantalejo. La actuación de Clattenburg puede tapar levemente la del español en Moscú y convencer a los ingleses de que sus árbitros también se equivocan.

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