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Juve e Inter empatan a la italiana

No tuvo la vistosidad del Arsenal-Manchester United, pero el Juventus-Inter no debió decepcionar a los amantes del Calcio. Los dos contendientes del histórico derby de Italia pusieron sobre el césped todo lo que se esperaba de ellos: esfuerzo, trabajo, pasión e ímpetu. Y como no se produjo ninguna acción de talento que pudiera desequilibrarlo, el clásico terminó en empate. Podía imaginarse: de los diez partidos de la jornada italiana, siete terminaron en tablas. La Fiorentina, que ganó a la Lazio con gol de Giampaolo Pazzini, se convirtió en la gran beneficiada del fin de semana y del 1-1 de Turín.

La primera parte tuvo muy pocos momentos destacables. Quizá sólo el gol de Julio Ricardo Cruz, que aprovechó un buen envío de César para ganarle la espalda a los centrales con un control orientado con el pecho y resolver posteriormente con la derecha superando la estirada de Buffon. Se llegó al descanso con la receta habitual del equipo nerazzurro: sin ser mejor en el juego, sin hacer gala de una gran circulación de balón, se ponía por delante gracias a su calidad individual y a su pegada. Suele bastarle para ganar los partidos, aunque esta vez se medía a un rival tan competitivo como él.

Y fiel a ese espíritu, Ranieri revolucionó el choque con sus cambios en el segundo tiempo. Dio entrada a Iaquinta para tener más presencia arriba y metió a Camoranesi para ganar profundidad. El encuentro se abrió. Con empuje, la Juve metió al Inter en su área, pero los de Mancini creaban peligro a la contra. Parecía una película completamente distinta a la que se había visto hasta el momento. Ibrahimovic y Suazo pudieron sentenciar pero no acertaron ante Buffon. Sí la metió Camoranesi, cuyo disparo centrado tocó en Samuel y descolocó a Julio César. Era el empate, celebradísimo en el Olímpico de Turín, y probablemente justo por las intenciones de uno y otro.

Para completar la remontada y ganar el partido, quizá a la Juve le faltó la inspiración de un jugador diferente que aportara cierta capacidad de improvisación. Por ejemplo, Sebastian Giovinco. Este atacante turinés de 21 años de la cantera bianconera –que puede actuar de media punta o en cualquiera de las dos bandas- está jugando cedido en el Empoli y ayer marcó su segundo gol en Serie A. Fue un disparo de falta que sorprendió al portero brasileño de la Roma Doni, que esperaba un centro, y supuso el 2-2 definitivo que le quitó dos puntos al equipo de Spaletti. Aunque apenas supera el metro sesenta y su físico es bastante frágil, su calidad técnica es indiscutible. Regatea, desborda y posee un lanzamiento fantástico desde larga distancia. Uno mira al equipo de Ranieri y no encuentra a ningún jugador que se le parezca.

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