Planeta Axel

Y la luz volvió para iluminar a Smolarek

Serbia había empatado en Armenia y Finlandia tampoco podía romper el cerocerismo en Bruselas. Polonia sabía que ganándole a Kazajistán acariciaba el pasaporte a la Eurocopa con la yema de los dedos. En la previa, el ex técnico del Real Madrid ya había advertido sobre la peligrosidad de cualquier rival en el fútbol actual. Pero corría el minuto cincuenta y nadie podía creer lo que estaba sucediendo: como si se tratara de una pesadilla, la ex república soviética estaba firmando la gran sorpresa del día helando la noche de Varsovia con un 0-1 aterrador. Y el periodismo especializado internacional ya tenía una historia heroica para contar el día siguiente: un tal Dimitry Byakov, que en 2003 sobrevivió a una puñalada en el corazón tras una pelea en una discoteca de Almaty en la que estaba celebrando su cumpleaños, frustraba el sueño polaco con el gol más inesperado de la jornada europea del sábado.

Lo que ocurrió después pareció diseñado por un guionista de cine fantástico. O producto de una magia sobrenatural capaz de regir el destino de los acontecimientos terrenales. De repente, la luz del estadio se apagó. Como buscando la armonía con el triste resultado que se estaba produciendo en el campo, el campo del Legia se sumió en la oscuridad. El caos golpeó entonces a varios rincones del continente: en Ereván, esa selección serbia que vivía la depresión posterior a su empate ante Armenia se preguntaba por qué se había suspendido el Polonia-Kazajistán con 0-1 en el marcador; en Bakú, la Portugal que había cumplido con solvencia en su compromiso ante Azerbayán aguardaba noticias para festejar una gran noche; en Bruselas, Finlandia seguía jugando mientras en su banquillo crecía la inquietud por los informes que llegaban de Varsovia. Todos los rivales querían que ese 0-1 se convirtiera en definitivo, pero en vez de correr hacia el final, el tiempo se había detenido.

Durante media hora, el Grupo A de la fase previa de la Eurocopa vivió en la parálisis. Hasta que la luz volvió para tener un efecto prodigioso. Polonia no había encontrado la fórmula de perforar la defensa kazaja antes del apagón, pero esos treinta minutos a oscuras la inspiraron por completo. Ebi Smolarek, el delantero del Rácing de Santander, pareció recibir toda la energía positiva del fluido eléctrico reestablecido. Catorce minutos después de haberse reiniciado el encuentro ya lo había remontado y sentenciado (3-1). Firmó un hat-trick que pasará a la historia y que dejó a su selección muy cerca de Austria y Suiza. Pocas veces será tan adecuado decir que un futbolista encontró la gloria tras ser iluminado.

Más Noticias