Punto y seguido

Obama tiró la toalla

 

No pudo ser. La estrategia de Barak Obama de desligar la política exterior de EEUU en Oriente Próximo de la agenda israelí ha fracasado. Ahora arrastra a su país a una guerra con Irán que no deseaba. Creía, y así lo decía durante la campaña electoral del 2008, que la hegemonía mundial de EEUU pasa por la contención activa de China (de allí su insistencia en aumentar el número de las tropas en Afganistán, país fronterizo con aquel gigante), y no desgatar el ejército en guerras locales. Ha sucumbido a las presiones de Netanyahu, de los jeques saudíes, de las empresas armamentísticas y también a su propia ambición, pues, para repetir el mandato necesita el apoyo del lobby pro israelí, que a cambio le exige acabar con Irán, en el cumplimiento total de la Doctrina Doble Contención (Dual Containment Policy): tumbar a Irak e Irán como potencias a beneficio de Israel. ¿Sigue el consejo de Sara Palin que le sugirió lanzar una guerra contra Irán para ganar las elecciones, cuando perdió los comicios del noviembre del 2010?

La República Islámica tampoco le facilitó una salida: despreció la oferta de diálogo (Obama llegó a felicitar la reelección del presidente Ahmadineyad en el junio del 2009, a pesar de las masivas protestas contra el fraude electoral), y en vez de aprovechar la influencia que tiene en  Irak, Afganistán y Palestina para imponer la paz, o utilizar la diplomacia y  los foros internacionales para sumar aliados hizo todo lo contrario; por si fuera poco le pidió lo imposible -repudiar a Israel- como señal de la buena voluntad.

El "carismático" Presidente puede lanzar la bomba atómica sobre la nación iraní. Ya bombardeó a miles de civiles en Yemen, Afganistán, Pakistán o Libia sin mancharse y salió indemne ante una opinión pública anestesiada, que vuelve a caer en la trampa de inexistentes "armas de destrucción masiva". El embajador chino ante la ONU, Li Baodong, ha advertido al director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica Yukiya Amano, de no fabricar pruebas "sin fundamento" para justificar un ataque contra Irán.

Obama no ha aprendido la lección de Irak: el precio de eliminar a un rival de Israel en la zona y bañar en oro negro al gobierno "petrolero" de Bush fue que EEUU perdió a un valioso colaborador, Saddam Husein. Teherán también demostró con su cooperación en las guerras de Irak y Afganistán que, sin convertirse en un aliado, puede dejar de ser un adversario. Incluso, más allá de las palabrerías, los ayatolás han sido capaces de vivir en la coexistencia pacífica con todos los vecinos, incluido el Estado judío.

Que el actual inclino de la Casa Blanca tampoco haya respondido a ¿Por qué nos odian? en los países musulmanes agredidos, explica su nefasta política en Pakistán: humillar a su gobierno y lanzar bombas y misiles contra los civiles, lo que ha convertido a este pilar del dominio de EEUU en la región en un formidable enemigo. Ignora la fragilidad del techo de cristal de ese odio. Hasta Bush impidió, en 2008, un ataque israelí a Irán. Algo sabe el jefe del Mossad, Tamir Pardo cuando afirma que "un Irán nuclear no amenaza necesariamente la existencia de Israel". Lo que sí podrá amenazarle será la ilusión de "éxito" de los primeros ataques.

La Decisión final del asunto iraní pasa por el embargo de su petroleo, de cuya renta depende el 65% del presupuesto del Estado. Y a pesar  de la lluvia de armas que cae en Oriente Próximo, la orgía de la industria militar de EEUU no estimula la economía, como antaño, por avances tecnológicos en la producción.

China intenta minimizar sus pérdidas y quedarse en el "triángulo petrolero" (Golfo Pérsico-Mar Negro-Caspio). Washington, después de expulsarle de Sudan y de Libia, intenta cortarle el petroleo iraní (su tercer suministrador tras Arabia y Angola), hacerle dependiente de la compañías occidentales, y de paso, suspender su suculento negocio con Irán que asciende a 29 mil millones de dólares, sin contar las concesiones de la explotación de campos petrolíferos, o el proyecto de construir siete refinerías.

Por otro lado, el avance de los comunistas en la ex Unión Soviética, acelera el cerco de la OTAN a Rusia, ahora desde Irán (si cae), lo mismo que un día soñó Hitler.

Se reactiva el Plan del Teatro Iraní a Corto Plazo (Iran Theater Near Term, TIRANNT), gestado en 2003, en el que se había identificado cientos de objetivos para bombardear, y también arrancar la provincia petrolífera de Juzestán, en las orillas del Pérsico.

Catástrofe humana, medioambiental y crisis energética. Y aun así, no se oye el "No a la guerra".

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