Punto y seguido

EL terror 'Moshtarak' en Afganistán

La última hazaña de la OTAN lanzada contra la polvorienta aldea de Marjah, en la provincia afgana de Helmand, ha sido bautizada Moshtarak (Conjunta) –palabra en la lengua del poeta Omar Jayyam– para implicar a un tropel famélico, a jóvenes forzados a alistarse al matadero conocido como Ejército Nacional. Se trata de afganizar la guerra mientras se pone en marcha una operación que recuerda el asedio a Faluja en Irak, en 2004.
Miles de soldados armados con tecnología militar punta llevan una semana empleándose a fondo contra un puñado de pastores en chanclas. ¿Cómo distinguen a los talibanes de los civiles? Miles de niños y adultos, heridos y hambrientos, han huido de sus casas y se han refugiado en terrenos yermos, en este durísimo invierno donde no hay ni agua, para ser sacrificados en el altar de la geopolítica.
Washington no podrá controlar Afganistán entre otros motivos porque dentro de aquella tierra operan demasiados actores antagónicos, internos y externos, que neutralizan sus planes. Pese a ello, mantiene tensa la cuerda para justificar su presencia armada en la región. Primero fecundó el movimiento reaccionario y criminal de los talibanes, luego los derrocó y hoy negocia con ellos –pecado por el que destituyó al general Musharraf de Pakistán– a la vez que los ataca, eso sí, supuestamente, ya que avisó a los cuatro vientos el inicio de la operación. ¿Acaso pensaba que los talibanes iban a esperarles con sus rifles de fabricación casera?

De esta manera, Obama "revitaliza" la guerra de Afganistán para retomar el mando de una situación que se le escapaba.
Mientras sus soldados pegan tiros, China firma el mayor contrato económico de la historia de Afganistán para explotar el depósito de cobre de Aynak –uno de los más grandes del mundo– e inaugura un gigantesco ducto de gas que nace en Turkmenistán –país desde el cual EEUU planeaba, allá en 1998, construir el gasoducto transafgano–.
El sueño de EEUU de hacerse con las reservas y las rutas de energía conteniendo a China, Rusia e Irán en Eurasia pasa por la militarización de Afganistán como trampolín. Pekín y Moscú, como respuesta, ya estudian el despliegue de una "fuerza de reacción rápida" en Asia central.
Quién sabe si en el futuro se demostrará que hoy está cayendo una lluvia de fósforo blanco, de bombas de racimo o de cortadoras de margaritas sobre la paupérrima Helmand, atrocidades que pueden estar siendo cometidas en este preciso instante por las huestes comandadas por el Nobel de la Paz de 2009.

Más Noticias