Carta con respuesta

Espacio sin dioses

Tiene mandanga que, para mantener la clientela de las clases de Religión, tengan que pasarse muchos alumnos de Secundaria una o dos horas en vacío cada semana. ¿No se pueden poner las clases de Religión a última hora de la mañana y que asista a ellas el alumno que quiera? Y si tienen una asignatura más, no pasa nada: la han escogido porque la consideran beneficiosa para su formación. Es sangrante ver cómo alumnos y profesores tienen que tragarse semanalmente una o dos horas de algo que sólo sirve para mantener en alza el platillo de la balanza de los alumnos de Religión. Pero contra eso poco cabe esperar de los profesionales de la política, lleven el collar que lleven.

JOAQUÍN GUTIÉRREZ CALDERÓN, Tenerife

Sí que la tiene, sí. De acuerdo, Joaquín. Los fumadores somos algo más de un 30%. Más o menos el mismo porcentaje que los católicos. Los católicos están subvencionados y tienen hasta una asignatura en el colegio, pero a nosotros no nos dejan ni poner una zona de fumadores en la oficina. Y encima son los católicos los que se quejan sin parar y se sienten perseguidos.

A mí me gustaría que la escuela fuera un "espacio sin dioses", además de sin humo. "Por lo que más quieras", como dice la campaña del Ministerio: por nuestros hijos, que no deben verse expuestos a ideas perjudiciales para su salud mental. Si un obispo quiere pensar que la homosexualidad es un pecado nefando, allá él, es un adulto y es libre de destruirse sus propias neuronas como mejor le parezca; pero que lo piense en privado o en áreas habilitadas para ello, y por supuesto aisladas, para no exponer a los demás a sus dogmas. Habría que crear unas cabinas herméticas con el rótulo "Área de pensamiento católico". En su interior, sin molestar a nadie ni perjudicar a los otros (en especial a los más inocentes, los niños), los adictos meapilas podrían pensar ortodoxias hasta la encefalitis si les da la gana: no es bueno investigar con células madre, es preferible la transmisión del VIH que el uso del condón, la eutanasia no se puede consentir, en fin, esa clase de cosas que ellos piensan.

A diferencia de la ministra déspota Salgado, yo sí permitiría el catolicismo en los centros de trabajo (sólo en los lugares indicados, como debe ser), en las celebraciones familiares y en los ferrocarriles (en un vagón especial señalado con una cruz): hay que respetar a ese 30% de católicos, aunque no respeten al mismo porcentaje de fumadores. Siempre que no contaminen a los no creyentes, tendrían absoluta libertad para entregarse a su adicción (o vicio). Y como es natural, los poderes públicos apoyarían a quienes quisieran dejar el hábito (o los hábitos): las obras de Voltaire se entregarían gratis en el ambulatorio.

RAFAEL REIG

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