Carta con respuesta

Ropa para vírgenes

Me ha causado estupor y asombro contemplar en el diario ‘La Razón’ una fotografía de la imagen de la virgen del Pilar, patrona de España, envuelta en un manto que le ha sido regalado por don Emilio Botín, acaudalado banquero. Mi estupor y mi asombro se deben al hecho de que dicho obsequio lleve impreso o bordado el logotipo del Banco Santander. Es una irreverente horterada. ¿Quién se sirve de quién? Botín hace la propaganda de su marca valiéndose de la virgen. Lo que no me explico es que el Sr. arzobispo de Zaragoza haya podido caer en dicha humillación, y no haya rechazado el regalo.

FRANCISCO PUCH, Barcelona

¿Asombro? ¿Estupor? ¿Por qué? ¡A mí me ha dado una gran alegría! Lo primero que he pensado es: ¡ya era hora! Que se estire, que le sobra el dinero. Lo segundo: Botín se ha quedado para vestir santos, ja. En realidad, ¿quién pagaba antes el dichoso manto de la virgen? Pues yo, con mis impuestos. A mí, la verdad, ahora me viene un poco mal, ando algo justo; así que, si en lugar de obligarme a mí a comprarle ropa a una virgen, se la compra un banquero, pues mejor que mejor. ¿Por qué sólo a esa virgen? Que el Estado no le dé un duro a la Iglesia y que se busquen patrocinadores, como hacen los equipos de fútbol y las teleseries. Que se acabe la vergüenza de que financiemos a la Iglesia y la no menor vergüenza de que los católicos paguen menos impuestos (pues lo del IRPF se resta de lo que deberían pagar: aportan cada uno menos a la bolsa común) y de que sólo ellos puedan decidir a qué los dedican. ¿Puedo yo dedicar el 0,7% de mis impuestos a la Federación de Ajedrez, al bar de Pedro o a mi club privado del Quinto Vino?

Que las vírgenes tengan publicidad me parece estupendo, como los futbolistas y los periódicos. ¿Irreverencia? ¿Humillación? Vamos, hombre, usted exagera: ¿qué va a decir entonces de los cartelones electrónicos con los que Gallardón se ha cargado el paisaje de mi ciudad, Madrid? A Velázquez lo patrocinan las empresas telefónicas, ¿por qué iba a ser menos una virgen? Hoy en día todo tiene publicidad y tal vez los jóvenes se alejan de la religión a causa de esa excentricidad que para ellos es ver algo sin anuncios: les inspira desconfianza. Si la catedral de León tuviera un logotipo comercial en la vidriera, atraería muchos más fieles: los jóvenes abandonarían el onanismo, las drogas y el futbolín, y habría comuniones tan multitudinarias como los conciertos de rock.

O quizá lo que le asombra es que esa virgen sea patrona de España. ¿Patrona? ¿Por qué no matrona de España? La verdad es que a mí también me asombra que, con lo dogmáticas, quisquillosas e iracundas que son, las feministas hayan dejado pasar una cosa tan grave. Deles tiempo.

RAFAEL REIG

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