Carta con respuesta

'I have a dream'

No hay duda de que los políticos, deportistas y artistas en general de hoy en día (como siempre, por otra parte, y desde los mismos orígenes de la civilización) luchan por sus ideales: una casa ideal en la Moraleja, un chalet ideal en Ibiza, una mujer ideal en la cama, un lugar ideal en la Historia. Lo que nos ocurre al resto de los humanos es que no tenemos gusto y nos conformamos con un trabajo de mierda, una casa que da asco y una señora que es el mejor antídoto contra la lujuria. Lo nuestro es votar y aplaudir para que nuestros héroes alcancen sus ideales y nosotros lo veamos con salud. A ver si nos enteramos de una vez por todas, que parecemos tontos.

MARIO LÓPEZ SELLÉS, Madrid

De acuerdo con usted, don Mario. ¿Ha hablado últimamente con Manuel Pizarro? Lo digo porque creo que ha logrado captar por fin la esencia del libre mercado: el idealismo. Con ambición, todo se consigue en esta vida; el problema de los menesterosos es que les falta ambición. Se conforman con cualquier cosa: compran ropa sin marca, conducen coches inseguros, se acuestan unos con otros (que ya son ganas) y habitan viviendas poco espaciosas, con esas "habitaciones que parecen destinadas a la premeditación de un crimen", como decía Galdós. Si de verdad lucharan por un ideal, por un sueño, por un mundo mejor, no llevarían esos sórdidos pantalones de tergal tan mal planchados.

En Estados Unidos, ese gran país, cualquiera puede llegar a presidente. Como decía el genial Jaume Perich (¡cuánto y cuántos le echamos de menos!): la prueba está en su propio presidente. Allí (todo el mundo lo sabe) se empieza vendiendo periódicos por la calle y, si de verdad tienes ambición y un sueño, consigues un imperio visto y no visto. Y encima no tienes que avergonzarte de tus millones, todo lo contrario: te respetan y admiran, no como en Europa, donde a los ricos se les tiene ojeriza. Son protestantes y ganar dinero lo interpretan como una señal de predestinación: son los elegidos (ya sabe, yo hablo más a menudo con Max Weber que con Pizarro). En cambio, los pobres allí son como los que están en la cárcel: si usted es pobre, algo habrá hecho, será culpa suya.

¿Qué podemos hacer para impulsar la iniciativa privada y una sociedad que crea en los sueños? Está muy claro: votar al PP, un partido que respeta a los millonarios ("grandes gestores" o "creadores de riqueza", en su peculiar jerga) y que garantiza que cualquiera pueda llevárselo crudo y amasar sin esfuerzo una fortuna (siempre que haya sido compañero de pupitre de las personas adecuadas, claro está). O votar al PSOE, que siempre ha querido, como decía Felipe González, que aquí haya muchos Rockefeller. Como ve, hay donde elegir, así que no se queje.

RAFAEL REIG

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