Carta con respuesta

Vanas promesas

PP y PSOE no tienen más temas de debate que a los pocos que se limitan, por todos conocidos. Luego están los temas digamos éticos: aborto, eutanasia... y ahí se quedan. Ahí donde yo sigo echando en falta ‘drogas’, como el que cuenta hasta 10 y se para en 9. Sólo IU se ha atrevido a abordar el asunto y legalizaría el cannabis. ¿Por qué no se habla esto? ¿Nadie cae en que la prohibición estimula el consumo y merma la calidad de la basura que a veces se fuma? Si toda droga es mala ¿por qué no se penalizan alcohol y tabaco? Por favor, que no nos queremos esconder cuando hagamos botellón (prometemos dejarlo todo limpio), ni que nos quiten 300 euros por una planta que bien podría ser yerbabuena.

DANIEL FERNÁNDEZ LÓPEZ SAN FERNANDO DE HENARES (MADRID)

Soy partidario de legalizar todas las drogas recreativas, no sólo el cannabis. Sin embargo, no estoy tan seguro de que la prohibición estimule el consumo. Bastaría con prohibir la lectura o el aprendizaje del inglés y todo arreglado. ¿Defiende usted también que se puedan comprar armas libremente? Con el mismo razonamiento, para que la prohibición no estimule las ganas de tener pistola, deberían venderlas en cualquier ferretería. A diferencia de las armas, creo que drogarse, masturbarse o leer a Baudelaire son derechos que quien quiera debe poder ejercer con libertad y garantías. Que aumente o no el consumo me parece un argumento irrelevante y jesuítico.

Lo que ya no me creo es su promesa de limpiar después de su maldito botellón. Vivo en el centro de Madrid y me consta que no sólo no limpian, sino que no tienen la menor consideración. Lo dejan todos los días hecho un asco: cristales rotos, basura, vasos de plástico, de todo (hasta hogueras). Peor todavía: ¿por qué no se van a hacer ese botellón suyo a un lugar deshabitado? Es un caso claro de conflicto de derechos y, entre su presunto derecho a emborracharse ruidosamente en la vía pública, y mi derecho a dormir tranquilo en mi domicilio, pues usted verá: en mi opinión debe prevalecer el derecho al descanso de los que trabajamos. ¿A usted le parece razonable que mi hija no pueda dormir porque ustedes están pegando gritos en la calle? Váyanse a un descampado, a un polígono industrial o al cuerno, pero dejen en paz a la gente. Se portan ustedes como niños malcriados a los que habría que dar un sopapo de vez en cuando.

Mire, se lo puedo decir más alto, pero no más claro: a mí me importa un rábano su botellón y lo considero lamentable y una falta de respeto. Yo me levanto todos los días de madrugada a trabajar y mi derecho y el de mis vecinos a poder
descansar por la noche está siempre por encima de las borracherías de un puñado de niños mimados a los que al parecer no se puede levantar la voz.

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