Carta con respuesta

La playa en paz

Son ya varias comunidades autónomas costeras que han reunido miles de firmas con el fin de crear playas familiares, o sea, sin ‘top-less’ a la vista. Los padres que queremos disfrutar del sol y del baño nos vemos afrentados a la hora de llevar a nuestros hijos. Un nido de polución visual salta donde menos te lo esperas entre el cielo cálido y la brisa del mar: mujeres de todas las edades pugnan por exhibirse dando lugar a un espectáculo lamentable y ofensivo. Quien quiera desnudarse libre es de hacerlo en su casa, y a los que les interese ver desnudos que se compren una revista pornográfica. A los demás, que nos dejen en paz con la naturaleza que no deshonra ni agravia a nadie porque viene de Dios.

ANA CORONADO BARCELONA

Menudo hatajo de intolerantes están hechos! A mí me molestan en las playas, entre otras cosas: las radios o cualquier forma de música o ruido (si es que hay diferencia), los niños que corren y me llenan de arena, la gente que se trae merienda y come (provocando, además, olores repulsivos), los grupos familiares (que es inevitable que acaben discutiendo en voz alta de operaciones quirúrgicas, herencias o la maldad de esa cuñada ausente), quienes corretean o hacen gimnasia sin vergüenza, el tío del crucigrama que pregunta a gritos por cierto río gallego de cinco letras, todo aquel que se bañe con una colchoneta inflable (no digamos ya un delfín) y, cómo no, los jóvenes en general y porque sí. ¿Qué propongo? ¿Gasearlos? ¿Fusilarlos, allí mismo, como a Torrijos, con el mar de fondo? ¿Exijo que se vayan a merendar, oír música o corretear a su propio domicilio? ¿Por qué me afrentan, como usted dice, con su polución acústica, cuando quiero ir con mi hija a bañarme tranquilo? Para mí resulta también "un espectáculo lamentable y ofensivo", así que ¿los prohibimos o los escabechamos sin más? Que pongan la radio en su casa y a mí me dejen en paz con mi libro y mi petaca de whisky, que no deshonran ni agravian a nadie, porque vienen de Galdós y de Justerini & Brooks.

¿Sabe lo que hago? Le sorprenderá: me aguanto. No me concedo a mí mismo ese derecho a darme por ofendido. Pienso que, incluso sin saberlo, resultaré molesto para otros, y que todos nos resignamos y compartimos la playa en paz. ¿Por qué yo puedo aguantarme y usted en cambio no? Será porque usted tiene a Dios de su parte. Así cualquiera: está enchufada a red, doña Ana, y por eso se carga sin parar de razón, como la batería de un móvil.

Si tantos melindres tiene, mire, lo mejor es que se quede en su casa. Aproveche y lea la prensa. La naturaleza, por ejemplo, un tifón en Birmania, sí que causa muchos agravios. Para no hablar de ese cansino, irritante y ofensivo Dios que usted menciona.

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